'Los naranjitos' se echan a las calles de Madrid para celebrar el triunfo de la selecci¨®n
Las rimas f¨¢ciles, los abrazos efusivos, los bocinas de los veh¨ªculos y alg¨²n que otro acto vand¨¢lico marcan la fiesta en la capital
La quinta del Guaje Villa, del Ni?o Torres, o de Casillas y m¨¢s jovenes ha invadido el c¨¦ntrico paseo de la Castellana para celebrar la victoria de una selecci¨®n comandada por los de su edad. Porque el t¨®pico de "los seguidores de todas las edades" no se ha cumplido, y en su amplia mayor¨ªa era j¨®venes los que se han fundido en una desordenada marea que ha llenado las calles del centro de Madrid.
La Polic¨ªa Municipal decid¨ªa cortar esta noche toda la arteria de la capital a la altura de la glorieta de Emilio Castelar. El monumento a uno de los padres de la Primera Rep¨²blica ha sido profanado por hinchas que portaban la bandera rojigualda, ante la mirada impasible de unos municipales que no pod¨ªan hacer otra cosa que esperar a que la celebraci¨®n fuera pasando.
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La banda sonora de esta noche de fiesta la ha puesto, como no, el m¨ªtico ?Que viva Espa?a!, combinado con un Fernando Torres al ritmo del I Love You Babe o la rima facilona "Villa, maravilla". Las motocicletas y coches no han parado de hacer sonar sus bocinas, para rabia de quien al d¨ªa siguiente le tocara madrugar.
Unos 65.000 personas, seg¨²n datos de la polic¨ªa municipal de la capital de Espa?a proporcionados por la agencia EFE han llenado la Plaza Col¨®n de Madrid, que se ha ido llenando y vaciando seg¨²n la marea de j¨®venes decid¨ªa saltar hacia la Plaza de Cibeles, protegida como siempre, ante las victorias futbol¨ªsticas. El punto oscuro de la noche lo han puesto el herido grave y los 120 asistidos por los servicios sanitarios, muchos de ellos por cortes provocados por los restos de cristales arrojados al suelo. Al herido, se han sumado otras 25 personas trasladadas al hospital con heridas leves.
Las calles de Madrid tambi¨¦n se han llenado de aquellos que han visto en esta victoria una oportunidad de negocio. Un grupo de j¨®venes, de "cuatro chavales", como se describe una de ellos, decidi¨® hace unos d¨ªas imprimir camisetas rojas con el nombre de los hoy convertidos en h¨¦roes. La chica sonr¨ªe cuando se le pregunta c¨®mo ha pasado el partido: "En un vilo. Hemos estado deseando que no marcara Alemania, porque claro, si ganaba, nos tocaba comernos todas las camisetas". Porque no era los mismo comprar por diez euros una camiseta de la alineaci¨®n ganadora que de la selecci¨®n perdedora.
Una inversi¨®n menos arriesgada la planteaban los vendedores de bebidas, incluidas las alcoh¨®licas, las otras grandes protagonistas de la noche. A la altura de la Biblioteca Nacional, el olor a salchichas y panceta anunciaban un puesto con parrilla a base de bombona, que arrasaba entre los hambrientos seguidores.
El vandalismo tambi¨¦n ha estado presente en la celebraci¨®n. Reducidos grupos de j¨®venes, a modo de gracieta que re¨ªan muchos de los que iban y ven¨ªan, han arrancado los separadores del carril bus y han convertido en improvisadas copas pivotes arrancados de los cruces. Efectivos de los antidisturbios se han concentrado en la plaza de Col¨®n, junto a polic¨ªas municipales que han evitado que los j¨®venes convirtieran en ba?eras las fuentes de la plaza, en una noche que una ligera brisa no ha sido tregua para el intenso calor en la capital.
Y fue all¨ª, en Col¨®n, donde a un Audi descapotable se le ha ocurrido saltarse todas las prohibiciones, y arramplar en la plaza. En un instante ha sido invadido por j¨®venes que se han subido al maletero y a la parte delantera del veh¨ªculo al gripo de "es alem¨¢n, es alem¨¢n", y ya no ha podido moverse en un buen rato. Tambi¨¦n alem¨¢n era un seguidor que con la camiseta de su selecci¨®n se paseaba entre la gente, que le abraza, le animaba, con frase como "no te preocupes, te queda Mallorca y la cerveza".
Tampoco pod¨ªa faltar los t¨ªpicos conatos de pelea. Al menos uno termin¨® bien: la secuencia se ha iniciado cuando dos seguidores se han empezado a empujar y zarandear qui¨¦n sabe porqu¨¦. Los amigos de uno y otro se han afanado en separarlos, sin ¨¦xito. Ha tenido que intervenir una pitada generalizada de quienes asist¨ªan a la trifulca para que uno de ellos cediera y le ofreciera la mano; el otro ha ido m¨¢s all¨¢ fundi¨¦ndose en un abrazo las dos camisetas de la selecci¨®n; y los abucheos se han tornado en un "que se besen", pero se ve que eso ya era demasiado.
Y la noche de la victoria de la selecci¨®n ha seguido, con bocinas, banderas y ya voces roncas que arrancaban a sus gargantas las rimas de siempre, pero esta vez con la rabia de que se ha conseguido, al fin, una victoria importante.
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