Sobre las cenizas de los viejos h¨¢bitos
Luis Le¨®n S¨¢nchez da al ciclismo espa?ol su segunda victoria de etapa
El primer gran puerto del Tour, el paso que m¨¢s da?o ha hecho hasta el momento a un pelot¨®n que aceleradamente empieza a desmoronarse, no ha sido ni la subida al Super-Besse, tan llamativa, ni la Croix Morand, con su c¨®digo de barras gigante en el prado donde las vacas hacen sonar sus campanas, ni siquiera el espectacular paso de Peyrol en el Puy Mary, el volc¨¢n m¨¢s alto del Cantal, sino una peque?a cuesta, menos de dos kil¨®metros al respetable 10% por lo menos, llamada Saint Jean de Donne y situada a apenas nueve kil¨®metros de Aurillac, donde Eduardo Chozas gan¨® en 1985 y donde ayer se impuso otro espa?ol, Luis Le¨®n S¨¢nchez.
En la cuesta, casi an¨®nima, atac¨® el ex l¨ªder, Schumacher, que no se aguantaba las ganas de dejar clavado a Kirchen, el luxemburgu¨¦s que la v¨ªspera le hab¨ªa tirado y, para m¨¢s INRI, despose¨ªdo; en la cuesta, que toda su vida recordar¨¢ como pesadilla, uno como Cunego, menudo, escalador, r¨¢pido, perdi¨® medio minuto; en el mismo sitio, otro como David de la Fuente, un c¨¢ntabro de Reinosa, que ya ha pasado muchos puertos del Tour en cabeza, logr¨® los puntos suficientes para encaramarse provisionalmente al liderato de la monta?a y vestir el maillot de lunares que ya luci¨® hace unos a?os; en la misma estrecha cinta de asfalto negro, negro, rugoso, rodeada de un verde excesivo, las fuerzas abandonaron definitivamente al gigante sueco Magnus Backstedt, anta?o conquistador de la Par¨ªs-Roubaix, quien se convirti¨® unos minutos despu¨¦s, casi horas, en el primer corredor del Tour 2008 que lleg¨® a meta con el control cerrado; en el muro de Saint Jean de Donne, en fin, Pereiro, ganador de Tour y capit¨¢n de ruta sabio, maniobr¨® a la perfecci¨®n para que su compa?ero Luis Le¨®n se quedara libre, verso suelto de nuevo, en el descenso y pudiera plegar sus brazos, casi de forma geom¨¦trica, en un ¨¢ngulo que s¨®lo se consigue con un metro de carpintero, sobre la hermosa geometr¨ªa curva del manillar de su Pinarello para desafiar al viento y a la jaur¨ªa que le persigui¨® durante una interminable recta de un kil¨®metro y levantar, finalmente, los brazos al cielo en se?al de victoria y de recuerdo al hermano muerto.
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Era la tercera demostraci¨®n de la belleza de la soledad del corredor ciclista que emprend¨ªa el joven Luis Le¨®n, de 24 a?os, en la etapa m¨¢s corta, m¨¢s dura, del Tour, las tres, en momentos t¨¢cticamente preciosos. La primera se?al, el primer ataque, la lanz¨® kil¨®metros antes del avituallamiento, cuando el viento de costado y el empe?o del CSC de las locomotoras Cancellara y Voigt hab¨ªan convertido al pelot¨®n en pedazos amorfos y dispersos. Fueron minutos, kil¨®metros, de frenes¨ª en 20 pelotones. En uno, perdido, iba Cunego, quien se pasar¨ªa el d¨ªa persiguiendo. Junto al CSC, el Caisse d'?pargne de Valverde, de Pereiro, de Luis Le¨®n, colabor¨® con fruici¨®n en la tarea de endurecer la jornada, de no conceder respiro a nadie, de que el control de avituallamiento se convirtiera en un sprint, en el que nadie pudiera coger la bolsa a gusto. Pocos kil¨®metros despu¨¦s, el viento se calm¨®, tambi¨¦n el ardor guerrero del pelot¨®n, que pidi¨® tiempo muerto. No as¨ª Luis Le¨®n, que es de Mula (Murcia) y que iba para futbolista, como su hermano Pedro Le¨®n, quien juega en el Levante, pero que se pas¨® a la bici para acompa?ar a su padre, un guardia civil herido en un atentado de ETA, a quien el m¨¦dico le hab¨ªa recomendado el ciclismo para recuperarse. El padre, siguiendo una costumbre familiar, hab¨ªa bautizado a todos sus hijos Le¨®n de segundo nombre, pero el segundo, el ciclista, m¨¢s parec¨ªa un mulo (sin ¨¢nimo peyorativo), el mulo de Mula, fuerte, tenaz, cabezota. Incansable en la tarea, capaz de realizarla una y otra vez, sin desaliento. En su segundo salto, al pie del puerto de Entremotte, Luis Le¨®n enlaz¨® con Jufr¨¦, el catal¨¢n del Saunier, Nibali, el tibur¨®n de Messina, y De la Fuente. En la ¨²ltima cuesta los cuatro fueron capturados. En el ¨²ltimo descenso, Luis Le¨®n, brillantes zapatillas amarillas, volvi¨® a volar libre.
Hace tres a?os, Luis Le¨®n S¨¢nchez, debut¨® en el Tour junto a Alberto Contador, ambos en el Liberty: su compa?ero madrile?o triunf¨® a lo grande el a?o pasado; el murciano, m¨¢s rodador, m¨¢s contrarrelojista, lo consigui¨® a su manera 12 meses despu¨¦s. Una nueva generaci¨®n ha tomado el poder sobre las cenizas de una antigua que se niega a abandonar los h¨¢bitos que a punto estuvieron de acabar con el ciclismo.
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