Los cinco momentos estelares del concurso de mates
1. Jordan vs. Wilkins. 1988. Chicago. En plena explosi¨®n de la NBA, se celebr¨® el concurso de mates m¨¢s espectacular que se recuerda. Todav¨ªa era la ¨¦poca en la que las grandes figuras se animaban a participar. En la cancha, dos hombres que pon¨ªan en duda las teor¨ªas sobre la gravedad terrestre. Wilkins lo hab¨ªa ganado en el 85 a Jordan, y ahora este jugaba en casa. Lo que se vio aquella noche fue casi irreal. Los mates de Wilkins aunaban belleza y una potencia desorbitada que pon¨ªa a prueba los aros. Los de Jordan eran menos violentos pero m¨¢s est¨¦ticos. El p¨²blico empujaba y cada vez que Jordan hac¨ªa una de las suyas, el pabell¨®n se llenaba de dieces. Entonces se produjo uno de los momentos inovidables. Jordan se coloc¨® en la canasta contraria, comenz¨® a botar la pelota atravesando todo el campo y antes de llegar a la l¨ªnea de personal despeg¨® entre miles de flashes. Su vuelo, inmortalizado posteriormente en millones de posters, parec¨ªa que no iba a alcanzar su objetivo. Finalmente Jordan lo logr¨®, desat¨® la locura y se llev¨® el galard¨®n. Wilkins puso cara de "ganas porque estamos en Chicago" y todos supimos al instante que hab¨ªamos sido testigos de algo que nunca m¨¢s se iba a repetir, como as¨ª ocurri¨®.
2. El triunfo del enano. 1986. Dallas. El a?o de Spudd Webb. ?Qu¨¦ pintaba en un concurso de mates un hombre de 1,68 de altura con cara de ni?o estando por all¨ª gente como Dominique Wilkins, su compa?ero en los Atlanta Hawks? Esto es una de las cosas que tienen que ver m¨¢s con la mercadot¨¦cnica de la NBA que con una competici¨®n deportiva, pensamos todos. Hasta que Webb empez¨® a dar saltos. No era posible lo que est¨¢bamos viendo. El enano se colgaba del aro una y otra vez como si nada. El p¨²blico, con ¨¦l desde el principio por cuestiones obvias, iba enloqueciendo mate tras mate. Webb dej¨® para la ronda final su mejor actuaci¨®n. Un 360 grados antes del machaque que le dio la victoria sobre Wilkins, que curiosamente pareci¨® m¨¢s contento que cuando gan¨® el a?o anterior en Indian¨¢polis. No deja de ser curioso que si bien su carrera como jugador no dej¨® casi ning¨²n recuerdo, Webb haya pasado a la historia y todos nos acordemos de ¨¦l. No es para menos viendo lo que fue capaz de hacer aquella madrugada
3. ?Es Superman!. 2008. Nueva Orleans. Estamos en la era moderna. El concurso de mates, en decadencia desde los 90, se ha convertido en una competici¨®n donde cada vez cuenta m¨¢s la puesta en escena. Uno de los participantes es Dwight Howard, jugador de los Orlando Magic, una aut¨¦ntica bestia cuya especialidad es hacer 20-20, puntos y rebotes. Cuando parece que la crisis de creatividad es m¨¢s que una sensaci¨®n va el t¨ªo y se disfraza de Superman con capa y todo. Pocas veces un apodo ha hecho m¨¢s justicia a un jugador. Viendo volar, era imposible no recordar las pel¨ªculas del Superh¨¦roe. La diferencia es que Howard no necesita efectos especiales.
4. Grande Carter. 2000. Oakland. En 1998 la NBA decide, ante la falta de inter¨¦s de p¨²blico y jugadores, suspender el concurso de mates. Dos a?os despu¨¦s vuelve a incluirlo en el fin de semana de las estrellas. Quien sabe si porque ten¨ªa un as en la manga llamado Vince Carter. Otro de los que en sus primeros a?os fue se?alado como posible sucesor de Jordan. Nunca le ha llegado ni a la altura de el zapato, salvo en lo que se refiere al arte de machacar la canasta. Ah¨ª hay que reconocer que Vince Carter ha sido de los grandes. Su portentosa potencia de salto le permit¨ªa hacer lo que le diese la gana en el aire. Era tanto tiempo el que se suspend¨ªa que adem¨¢s de arabescos, todav¨ªa le daba tiempo a machacar con tanta potencia que temblaba no ya el aro, sino la canasta entera. Si existiese el jugador de poster, ese que vale sobre todo para adornar las paredes de los aficionados mucho m¨¢s que para ganar anillos, Vince Carter ser¨ªa su genu¨ªno representante. Despues de su ¨¦xito, no volvi¨® a participar.
5. El primero para Nance. 1984. Denver. Se disputa por primera vez el concurso de mates. La NBA echa la casa por la ventana y los ocho participantes son estelares. Nada m¨¢s y nada menos que gente como Julius Erving, Wilkins, Orlando Woolridge o Clyde Drexler. Al final, en un concurso excitante tanto por la calidad de los matadores como por la novedad que supon¨ªa el concurso, se lo lleva Larry Nance ganando en la final al Doctor J. Todo un honor, pues Erving fue la octava maravilla en el mundo del mate. Pero fall¨® en el segundo turno de la final y ya no pudo recuperarse. No es quitarle meritos a Nance, jugador de los Suns de Phoenix, alto, delgado y que a veces casi se ten¨ªa que agachar para no darse con la cabeza en el aro. Sin duda el concurso de mates empez¨® a lo grande. Y nunca mejor dicho.
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