El Athletic recupera un cuarto de siglo
Al conjunto de Caparr¨®s le basta poco m¨¢s de media hora para liquidar a un Sevilla impreciso y asustadizo
Ocurri¨®. Sucedi¨®. Y de la forma m¨¢s natural y extra?a del mundo. Veinticuatro a?os despu¨¦s, el Athletic jugar¨¢ una nueva final de la Copa del Rey tras superar al Sevilla con m¨¢s facilidad de la esperada, con m¨¢s tranquilidad de la prevista, con m¨¢s felicidad de la so?ada. El Athletic, que con su presencia en la final asegura su participaci¨®n en la pr¨®xima Copa de la UEFA, cumpli¨® con el anhelo de una ciudad entregada a sus colores. Nadie en Bilbao pens¨® que resultara aparentemente tan sencillo; nadie en Sevilla crey¨® jam¨¢s que su equipo pudiera ser tan d¨¦bil, tan vulnerable.
Todo lo previsible se cumpli¨®: el ambiente, el fr¨ªo, el agua, el entusiasmo, la revoluci¨®n social. Lo que no estaba previsto, ni en el manual de los m¨¢s forofos, es que el Athletic marcara tres goles en 37 minutos a un equipo tan reputado como el Sevilla. Ciertamente, los partidos tienen vida propia, circulan por donde quieren y se activan en el momento m¨¢s insospechado. El Athletic encontr¨® el enchufe a los cuatro minutos en un presunto saque de banda inocuo; el apag¨®n del Sevilla fue casi delictivo. A medida que encajaba los goles, generalmente por superioridad f¨ªsica y an¨ªmica, la bombilla se le apagaba, incapaz de cambiarle los plomos.
Athletic 3 - Sevilla 0
Athletic Club: Iraizoz; Iraola, Ocio, Amorebieta, Koikili; David L¨®pez (Gabilondo, min.87), Orbaiz, Javi Mart¨ªnez (Gurpegui. min.79), Yeste; Toquero (Ion V¨¦lez, min.68) y Llorente.
Sevilla: Palop; Mosquera, Squillaci, Prieto, Fernando Navarro; Navas, Fazio (Luis Fabiano, min.35), Romaric (Duscher, min.77), Adriano (Capel, min.46); Renato y Kanout¨¦.
Goles: 1-0, min.4: Javi Mart¨ªnez. 2-0, min.34: Llorente. 3-0, min.36: Toquero.
?rbitro: Mejuto Gonz¨¢lez (Colegio Asturiano). Mostr¨® tarjeta amarilla a los locales Orbaiz, Iraizoz, Amorebieta y Ocio, y a los visitantes Navas y Fernando Navarro.
Incidencias: Lleno en San Mam¨¦s. Unos 40.000 espectadores. Tarde-noche fr¨ªa y a ratos lloviendo. Terreno de juego en buenas condiciones, sin apenas acusar la lluvia ca¨ªda. Partido de vuelta de semifinales de la Copa del Rey. Tras el final del choque, el p¨²blico salt¨® al terreno para celebrar la clasificaci¨®n junto a los
jugadores.
No es que el Athletic fuera el mejor electricista, pero le bastaba con un soberbio Javi Mart¨ªnez, el chico para todo, para robar, para ayudar al compa?ero y, sobre todo, para llegar al ¨¢rea rival. Con la mejor versi¨®n inteligente de Yeste, dirigiendo desde la izquierda, entregado a la causa como nunca, sabiendo dar y tener, ense?ar el bal¨®n al compa?ero y escond¨¦rselo al rival. Y con un tipo alto, rubio y fortach¨®n, de apellido Llorente, que marc¨® un gol y particip¨® en los otros dos, dando el primero, robando el segundo. Pase lo que pase, Llorente siempre anda de por medio.
Del Sevilla hab¨ªa pocas noticias que no fueran los aspavientos de impotencia de Jes¨²s Navas (incluidas algunas faltas evitables que pudieron mandarle al vestuario) y la sombra sin sol de Kanoute, lej¨ªsimos del ¨¢rea, perdido entre los jugadores rojiblancos, sin sitio, lo peor para un matador.
El gol de Javi Mart¨ªnez, a los cuatro minutos, mat¨® al Sevilla, le desarm¨®. Desarm¨® su moral, le meti¨® el miedo en el cuerpo y le desacredit¨® defensivamente. Tres asuntos de los que nunca se sobrepuso. El Athletic, entrenado psicol¨®gicamente para controlar la ansiedad, encontr¨® el mejor psic¨®logo en el gol tempranero. Luego vino el ayudante con el segundo, de Llorente, y m¨¢s tarde el tercero, del meritorio Toquero, que se estrenaba con su club. M¨¢s que un espect¨¢culo rojiblanco, era un ejemplo de autoestima, de fe, de estrategia y de pegada. Llegar cuatro veces y hacer tres goles es un lujo reservado a muy pocos equipos, sobre todo en 37 minutos y en una semifinal de Copa, con todas las tensiones que lleva consigo.
Quiz¨¢s ese gol a los cuatro minutos cambi¨® la neurona del partido: se le asent¨® al Athletic y confundi¨® al Sevilla. Sac¨® a Kanout¨¦ de sitio, lo llev¨® muy atr¨¢s, all¨ª donde le esperaba el omnipresente Javi Mart¨ªnez para dificultarle la vida y aligerar el trabajo de sus defensas.
El Sevilla se encontr¨® con tres goles sin haberse defendido, sin haber creado una ocasi¨®n de gol y sin haber combinado jugada alguna. Para colmo, todo lo defendi¨® mal. Y le cayeron tres goles como le pod¨ªa haber ca¨ªdo un diluvio.
Nada previsto, sobre todo tras el partido del s¨¢bado, cuando el Sevilla exhibi¨® su jerarqu¨ªa, pero quiz¨¢s acept¨® el enga?o rojiblanco. Lo extra?o no era la efectividad del Athletic (el f¨²tbol tiene sus gestos y sus gestas y las reparte como quiere), sino la ineficiencia del Sevilla, extra?amente inocuo con todos los bistur¨ªs que ten¨ªa. Manolo Jim¨¦nez puso r¨¢pidamente los que le quedaban, Luis Fabiano y Capel, en busca de una heroica que ten¨ªa mal futuro en un San Mam¨¦s que lleva 24 a?os tocando la trompeta para viajar a una final como las de anta?o.
Probablemente era el Sevilla m¨¢s alterado frente al Athletic m¨¢s racional de la temporada. El primer gol fue el mejor examen pr¨¢ctico del control de la ansiedad que solicitaba el volc¨¢nico Caparr¨®s. Y el volc¨¢n estall¨®. La Copa fue el elixir rojiblanco, su p¨®cima m¨¢gica, la mejor versi¨®n del f¨²tbol de anta?o, del f¨²tbol pasional.
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