El Madrid claudica en la fiesta del M¨¢laga
Las tablas condenan al conjunto de Pellegrini y mantienen a La Rosaleda en la m¨¢xima categor¨ªa
El Madrid entreg¨® el sable en M¨¢laga al final de una jornada vibrante que arranc¨® con grandes prop¨®sitos y termin¨® sin m¨¢s objetivo que la defensa de su orgullo herido ante un equipo que se debat¨ªa desesperado por no irse a Segunda. Tuvo poco de gloriosa la ¨²ltima media hora del Madrid, con ese ataque persistente sobre el arco local. Unos, los madridistas arengados por Guti y Cristiano, lucharon por la dignidad del escudo. Los otros, los jugadores del M¨¢laga, defendieron la dignidad del salario, el derecho a que no se los trague la crisis econ¨®mica que supone todo descenso. Ganaron los malaguistas, honrados por ese punto que les daba la vida, indiferentes en su fiesta a la retirada de su abatido rival.
M?LAGA 1 - REAL MADRID 1
M¨¢laga: Mun¨²a; G¨¢mez, Gonz¨¢lez, Rosario, Mtiliga; Fernando, Apo?o; J. L¨®pez (Juanito, m. 79), Benachour (Luque, m. 83), Duda; y Caicedo (Obinna, m. 59). No utilizados: Ar-nau; M. Torres, X. Torres y Valdo.
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Albiol, Garay, Marcelo; Granero (Benzema, m. 72), Gago (Guti, m. 60), Xabi Alonso, Van der Vaart (Drenthe, m. 81); Higua¨ªn y Cristiano Ronaldo. No utilizados: Dudek; Metzelder, Lass y Diarra.
Goles: 1-0. M. 9. Duda. 1-1. M. 48. Van der Vaart.
?rbitro: Undiano Mallenco. Amonest¨® a G¨¢mez, Ramos, Van der Vaart, Higua¨ªn, Guti, Rosario, Granero, Obinna, Cristiano y Luque. Expuls¨® a Duda (m. 92).
Unos 25.000 espectadores en La Rosaleda.
Se engalan¨® La Rosaleda, repleta hasta la bandera y al ritmo caribe?o de la megafon¨ªa, para resistir. La multitud sintoniz¨® las radios y alent¨® a sus jugadores con el canto m¨¢s intimidatorio que se les ocurri¨®: los goles del Bar?a en el Camp Nou. El aliento baj¨® de las gradas como un gas venenoso para los visitantes, que se desorganizaron m¨¢s de lo habitual en defensa. Si hay algo que distingui¨® al equipo de Pellegrini esta temporadafue la precisi¨®n en las coberturas, el minucioso achique de espacios, la laboriosidad de los medios y la puntualidad de los centrales. Todo ese mecanismo se desajust¨® ayer un poco. Lo suficiente como para que el M¨¢laga, equipo ligero donde los haya, encontrara espacios para los desmarques, las paredes, y las apariciones. Eso fue lo que hicieron Duda y Caicedo toda la primera parte. Casi siempre por sorpresa y casi siemprecon efectos destructivos.
El gol que abri¨® el marcador culmin¨® una maniobra de la manera m¨¢s inesperada. Duda encar¨® a Gago por el carril del diez y el medio centro argentino no consigui¨® anticip¨¢rsele. Le intent¨® encimar, pero Duda tir¨® la pared con Caicedo, su melenudo acompa?ante ecuatoriano. Caicedo devolvi¨® la atenci¨®n con un pase de tac¨®n que acab¨® por desconcertar a Albiol, que entre lo uno y lo otro cedi¨® un metro. Por ah¨ª entr¨® Duda para finalizar pegado al palo derecho de Casillas. Fue gol. Fue la quinta jornada consecutiva que el Madrid ced¨ªa la ventaja en este final de campeonato.
El Madrid entr¨® al partido poniendo el ¨¦nfasis en ataque, con atrevimiento, pero sin poner atenci¨®n en defensa. Domin¨® al rival con fluidez de pases, entrando por afuera, con muchos hombres ofreci¨¦ndose para colaborar en largas posesiones. Kak¨¢ se qued¨® en la grada, al parecer, torturado otra vez por la pubalgia. Pero nadie le ech¨® en falta. Van der Vaart, el mejor en su equipo, ofreci¨® todo tipo de salidas entre l¨ªneas, y Granero y Marcelo se desplegaron por las bandas hasta bien arriba, arrim¨¢ndose para tocar y para darle amplitud a las posesiones. El M¨¢laga se amonton¨® atr¨¢s, concentr¨® mucha gente en el medio, cort¨® el juego contrario con faltas t¨¢cticas, y sali¨® con Duda y Caicedo en plan partisano.
La t¨¢ctica del M¨¢laga rindi¨® frutos. El equipo andaluz se adelant¨® en la primera mitad y luego se atrincher¨® para defender la posici¨®n. Al descanso, los jugadores del Madrid debieron recomponerse moralmente para regresar sabiendo que, hicieran lo que hicieran, el Bar?a se adelantaba 2-0. Lo que se encontraron al salir del t¨²nel fue a un M¨¢laga transformado. El equipo local resolvi¨® adelantar posiciones, cuidar m¨¢s la pelota, y tratar de apretar al Madrid. En teor¨ªa, este terreno propici¨® el juego de Cristiano, siempre m¨¢s c¨®modo en los grandes espacios que entre l¨ªneas. El portugu¨¦s, castigado ayer por una patada de G¨¢mez, se hab¨ªa mostrado inseguro para tocar de primera. El dolor lo hab¨ªa refrenado en los mano a mano y las gambetas no le salieron con la velocidad de otras veces. Suele decir Pellegrini que cuando su equipo tiene mucho el bal¨®n, en espacios reducidos, el portugu¨¦s se ahoga. El partido de Cristiano en la primera parte puso de manifiesto este d¨¦ficit. Pero en la segunda mitad, con m¨¢s espacios, tambi¨¦n le cost¨® despegar. Higua¨ªn no lo hizo mejor. El argentino nunca escap¨® a la vigilancia de los centrales. La senda del gol, una vez m¨¢s, fue de Van der Vaart. El holand¨¦s apareci¨® desde atr¨¢s, se revolvi¨®, y marc¨® de zurda al palo derecho de Mun¨²a.
La festividad que anim¨® el inicio de la tarde se fue apagando a medida que se pon¨ªa el sol. Los transistores anunciaron que el equipo descender¨ªa si marcaba el Tenerife, o si marcaba el Madrid. La gente comenz¨® a enmudecer y los nervios se extendieron por el campo. Entonces los contendientes cambiaron ligeramente sus objetivos. Perdida la Liga, el Madrid jug¨® para salvar el prestigio. El M¨¢laga, aterrado, luch¨® por la categor¨ªa, por el sueldo de la plantilla. No hizo nada Pellegrini por aliviar la angustia de La Rosaleda. El t¨¦cnico quit¨® a Gago y Granero y meti¨® a Guti y Benzema. Las sustituciones redoblaron el empuje del Madrid, que abord¨® el ¨¢rea contraria con fervor. Un remate de Higua¨ªn en el segundo palo enmudeci¨® al grader¨ªo. La pelota se fue alta. Un metro m¨¢s abajo y el M¨¢laga iba a Segunda. Un metro m¨¢s abajo y el Madrid ganaba otro partido para nada.
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