El 'gen Cristiano'
Sus compa?eros destacan que lo que ha distinguido a la estrella portuguesa, por encima del f¨ªsico y la t¨¦cnica, es el car¨¢cter
Al llegar a M¨¢laga, alguien le lanz¨® una botella. Fue como arrojar un mollete tierno contra una nevera. Cristiano Ronaldo, que ronda los 1,90 de estatura, baj¨® el testuz para evitar el impacto y devolvi¨® el agravio con una carcajada. Hizo la finta con la misma emotividad y soltura con que ha vivido su primera temporada en Espa?a. Dividiendo multitudes y partiendo barricadas.
Para Cristiano, los meses en Madrid han sido de gran tranquilidad y sosiego. El portugu¨¦s hizo la mili en Carrington. Entre 2003 y 2009 experiment¨® una educaci¨®n futbol¨ªstica de corte espartano bajo la ¨¦gida de Alex Ferguson. El implacable m¨¢nager del Manchester United lo tutel¨® con una mezcla de afecto y rigor. Lo protegi¨®, pero lanz¨¢ndolo de vez en cuando a los tiburones. "?D¨®nde est¨¢ tu pap¨¢ Sir Alex?", le preguntaba Van Nistelrooy, socarr¨®n e intimidante.
En Inglaterra, antes de ser una estrella, tuvo que aguantar que lo trillaran. Lo hizo someti¨¦ndose y peleando. Llegando el primero a los entrenamientos y retir¨¢ndose el ¨²ltimo. Cristiano lleg¨® a entrenarse a escondidas para practicar el golpeo y las gambetas que luego le har¨ªan famoso. A fuerza de pagar novatadas se hizo duro y constante. De modo que cuando le abrieron el Bernab¨¦u para recibirlo, y m¨¢s de 90.000 personas se congregaron s¨®lo para aclamarle, sinti¨® que por fin hab¨ªa encontrado el ed¨¦n. "Ha sido el d¨ªa m¨¢s grande de mi vida como futbolista", dijo.
Nunca olvidar¨¢ esa camiseta prieta ci?¨¦ndole la musculatura del torso, ese gel para el pelo, ese presidente, Florentino P¨¦rez, que le presentaba ante su afici¨®n, feliz de tenerle entre los suyos. Cristiano no podr¨¢ olvidar ese d¨ªa en el que las gradas de Chamart¨ªn se cubrieron de chicos como ¨¦l. Adolescentes culturistas, aficionados a las pesas y el trabajo abdominal, peinados con gomina y provistos de gafas de sol estilo piloto.
Un alto cargo del Madrid se fascin¨® ante aquella escena especular. Ante ese hombre adorado por miles de r¨¦plicas fieles venidas de todo el planeta para mirarse en el espejo de la gran figura. "Cristiano es un creador de tendencias", dijo el dirigente, encantado; "es al 2010 lo que Beckham fue al 1999. Antes todo el mundo imitaba a Beckham y se tatuaba el cuerpo. Ahora todos los j¨®venes quieren ser Cristiano. ?Ya nadie se hace tatuajes! Los tatuajes se han pasado de moda porque Cristiano no tiene tatuajes".
Muchos de sus compa?eros se esperaban un bicho raro. Un histri¨®n narcisista. Pero el primer d¨ªa que le vieron pasar por el umbral de Valdebebas descubrieron a un tipo afectuoso. Lo verdaderamente asombroso de Cristiano es que, a diferencia de otras estrellas del f¨²tbol, ¨¦l no se desdobla. No usa m¨¢scara. No tiene doble personalidad. Es cabal y est¨¢ satisfecho consigo mismo, con la imagen que proyecta y con su forma de ver el mundo. "Cuando lleg¨®", recuerda Pepe, que es compa?ero suyo en la selecci¨®n portuguesa, "muchos descubrieron que era un chico normal. La gente se dio cuenta de que todo lo que hab¨ªa imaginado era falso. Cristiano siempre te dice lo que piensa. Es sincero, generoso, y muy exigente consigo mismo y con los dem¨¢s. Es un competidor nato".
La entrada de Cristiano en el vestuario del Madrid fue como una inyecci¨®n de adrenalina en un coraz¨®n fatigado. Ven¨ªa de la Liga inglesa. Ven¨ªa del Manchester de Ferguson. Ven¨ªa del m¨¢s all¨¢. De otro ritmo. ?lvaro Arbeloa se asombr¨® de una cosa. "Lo que m¨¢s me impresion¨® fue su car¨¢cter. Siempre quiere m¨¢s. Siempre est¨¢ entusiasmado. Nunca se conforma. Para ¨¦l nunca nada es suficiente".
Hiperactivo en el campo de pr¨¢cticas y en la competici¨®n, en el gimnasio y en la mesa, donde mide las calor¨ªas y se proh¨ªbe las grasas hidrogenadas, Cristiano acab¨® por ser, a ojos de sus colegas, un personaje extra?o. Contra la costumbre latina, el hombre sale poco por las noches y dosifica mucho su vida social. Su filosof¨ªa es clara y directa. Dice que si ha trabajado 24 horas por d¨ªa durante seis d¨ªas a la semana, no tiene sentido salir al campo para medir los esfuerzos. Cuando pisa el c¨¦sped se convierte en una m¨¢quina de producir. No hay ning¨²n delantero que haya recibido m¨¢s pases del portero en la Liga espa?ola, ni que haya recorrido m¨¢s kil¨®metros agitando a defensas y porteros.
Nadie en el mundo ha disparado m¨¢s. Sus 26 goles en el campeonato son s¨®lo el reflejo de una avalancha de juego atacante que siempre genera beneficios para el resto del equipo. Rendido ante la superioridad f¨ªsica de su pupilo, Pellegrini dijo que puso al Madrid a jugar para Cristiano. Parad¨®jicamente, Cristiano no cree que el Madrid haya jugado especialmente bien este a?o. Cuando valora su trayectoria madridista, considera que todo se resume en una temporada de golazos. ?l admite que partidazos no hubo. La eliminaci¨®n ante el Lyon en los octavos de la Liga de Campeones y su doble velada contra el Bar?a suman cuatro partidos decisivos en los que no marc¨® ni un solo gol.
Cuando Casillas, el capit¨¢n, resume su impresi¨®n, dice que cree encontrarse ante un hombre de otra ¨¦poca: "Cristiano tiene un temperamento fuerte. Una mentalidad ganadora. Sabes que en un partido te va a dar ese plus. Esa facilidad para desequilibrar, y esa disposici¨®n mental. En la historia del Madrid siempre ha habido grandes jugadores que mataban por ganar. Pirri, Camacho, Juanito, Santillana... Gente con distintas cualidades, pero con algo com¨²n: siempre quer¨ªan ganar los partidos. S¨ª o s¨ª".
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