El primero y el pen¨²ltimo
El f¨²tbol no tiene coraz¨®n sino resultados. Los que somos de Tenerife (y del Tenerife) y del Bar?a viv¨ªamos ayer una angustia doble que el azar hizo que se resolviera, en contra, gracias a la palabra Duda. El futbolista de ese nombre, que milita en el M¨¢laga, hundi¨® al Tenerife marc¨¢ndole al Madrid. Eso ocurr¨ªa mientras el Bar?a navegaba en una indecisi¨®n que hall¨® su mejor imagen en el primer (y ¨²ltimo) fallo de Vald¨¦s. Despu¨¦s, el Bar?a fue una antolog¨ªa de s¨ª mismo hasta el ¨¦xito final que lo consolida, tambi¨¦n en los n¨²meros, como el mejor equipo del a?o. Y ya de algunos a?os.
Victoria y fracaso. Eso es lo que tiene el f¨²tbol: se enfrenta a los dos impostores de los que hablaba Kipling en sus versos. Valdano se neg¨®, al final del partido de su equipo, a decir esa ¨²ltima palabra, fracaso, para hablar de la temporada de su equipo. Tiene raz¨®n el noble director general del Real Madrid. Puyol le hab¨ªa dado la raz¨®n unos minutos antes: l¨¢stima que no ganen dos equipos la Liga. 99-96 es un resultado tremendo en una Liga desigual, poco interesante desde el punto de vista de los que vienen detr¨¢s, pero diab¨®lica para aquellos que, en la cola, han batallado en busca del fallo de los grandes.
El Bar?a se ha enfrentado a su propia gloria, que era una amenaza, y el Madrid ha tenido en sus reacciones de ¨²ltima hora, a lo largo de la ¨²ltima fase del campeonato, rasgos de aquel equipo de Di St¨¦fano y Gento. Cristiano Ronaldo ha sido en alg¨²n momento esos dos monstruos juntos, pero ¨¦l no ha bastado.
No, no hay fracasos por arriba. Pero ha tenido algo de muy desconcertante este ¨²ltimo minuto de la Liga. El Tenerife ha lanzado una llamada de auxilio a la casualidad y esta se llamaba en esta ocasi¨®n Real Madrid. El equipo (que fue de Valdano) que le birl¨® la Liga al Madrid dos veces consecutivas en el pasado le ped¨ªa a los dioses que fueran los blancos los que eliminaran al M¨¢laga de Fernando Sanz hijo de la faz de la tierra de Primera. La decisi¨®n del destino ha sido implacable y ni la ilusi¨®n con la que el Tenerife ha viajado este a?o del desastre a la ilusi¨®n ha podido vencer el maleficio de Valencia.
Cuando el Bar?a de Guardiola levantaba merecidamente la bandera de su triunfo, en Tenerife se abr¨ªa el barranco de Segunda. El esfuerzo in¨²til conduce a la melancol¨ªa. A veces, incluso la alegr¨ªa del ¨¦xito tiene el sabor del fracaso. As¨ª que con ese coraz¨®n dividido, blanquiazul y blaugrana, vivi¨® este aficionado el final de esta Liga en la que el Bar?a ha ejercido un magisterio que ha hallado su s¨ªmbolo m¨¢gico en esos goles virtuosos con los que Messi se ha puesto una nueva corona.
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