Un rel¨¢mpago blanco
El franc¨¦s Christophe Lemaitre, que hace unas semanas baj¨® de 10s, derrot¨® a todos en la final de los 10Om con un tiempo de 10,11s - Chambers solamente pudo ser quinto
Lo orden¨® un rel¨¢mpago blanco entre la brisa que refrescaba la noche h¨²meda de Barcelona: que se callen los nazis de una vez, voce¨®, pese a que no le gusta gritar. Sus hechos hablaron por ¨¦l en el momento de atletismo m¨¢s intenso vivido hasta el momento en los Europeos de Montju?c.
Un blanco puede correr los 100 metros en menos de 10 segundos (y lo hizo hace un par de semanas: 9,98s, exactamente) ; un blanco puede ganar un campeonato europeo (y lo hizo esta noche). Con su victoria, Christophe Lemaitre, un blanco, un chaval¨ªn t¨ªmido y acneico, con bigotillo de barbilampi?o, un hijo de la peque?a burgues¨ªa francesa, de Saboya, los Alpes, la hierba y el aire claro, el lago azul, ha demostrado, por fin, casi 80 a?os despu¨¦s, que si los negros son los mejores, indiscutiblemente, en todo tipo de carreras atl¨¦ticas, no es por sus caracter¨ªsticas raciales, gen¨¦ticas -la raz¨®n de los te¨®ricos nazi-arios, la sinraz¨®n del racismo: los negros corren m¨¢s porque son una raza inferior, m¨¢s cercana a los animales que al ser humano: as¨ª denostaron al Jesse Owens espl¨¦ndido que ridiculiz¨® a Hitler y a sus cohortes en los Juegos de Berl¨ªn 36-, sino porque trabajan m¨¢s, porque se entrenan m¨¢s, porque lo desean m¨¢s, por pura voluntad. Y si un blanco puede hacer lo que hacen ellos es porque es tan animal como ellos, por lo menos.
O m¨¢s.
En el podio le acompa?aron a Lemaitre un ingl¨¦s, Mark Lewis-Francis, y otro franc¨¦s, Martial Mbandjock. Los dos con el mismo tiempo, 10,18s. Y no solamente ellos, tambi¨¦n el cuarto y el quinto, el portugu¨¦s Obikwelu y el brit¨¢nico Dwain Chambers, marcaron el mismo tiempo, 10,18s. Por delante de todos, Lemaitre, claro, 10,11s.
100 metros, 10,11s sobre la pista azul, blanda, viento en contra de un metro por segundo. Fue una historia mucho m¨¢s larga. Un duelo de culturas, de vidas, de personas. Fue una victoria y, sobre todas, una derrota, la de Chambers, a quien una sanci¨®n por dopaje, sus relaciones con el clan de Balco, le cost¨® tambi¨¦n que le obligaran a devolver el oro conseguido en M¨²nich 2002. Su pelea por la redenci¨®n se qued¨® clavada en la pista. ?nicamente cont¨® con el consuelo del homenaje de Lewis-Francis, su amigo. "Siempre he querido ser como Dwain", dijo. "No importa lo que haya sucedido en el pasado, ¨¦l es un atleta brillante".
Fue un horror de salida la de Lemaitre. Nervioso, acogotado por la solemnidad del momento, el franc¨¦s de Annecy se durmi¨® en los tacos. Le sac¨® del enso?amiento el pistoletazo y cuando quiso ponerse en marcha hab¨ªan pasado 224 mil¨¦simas, sus rivales ya iban por delante. Pero no se dej¨® vencer por el p¨¢nico. No se agobi¨®. Acad¨¦mico, agresivo lo justo, seguro, marc¨® sus zancadas, aceler¨® llegado el momento. Adelant¨® a todos. En 1986, Linford Christie, un londinense de origen jamaicano, Brixton y su gueto, se convirti¨® en el primer negro que ganaba los 100 metros de unos Europeos. Despu¨¦s de ¨¦l, que repiti¨® tres veces el t¨ªtulo, y hasta hoy, solamente negros hab¨ªan ganado. La mayor¨ªa, Campbell, Chambers hasta su descalificaci¨®n, amigos suyos, sus pupilos.
"No sal¨ª bien", dijo Lemaitre, "pero aceler¨¦ muy bien y tuve un final brillante. Estoy muy feliz". Lejos de ¨¦l palabras, gestos, altisonantes, salidas de tono. Tambi¨¦n lejos de su voluntad atizar el debate blanco-negro.
Pese a no cultivar la hipertrofia muscular propia de todos los sprinters que se precien, Lemaitre es el tercer chaval de 20 a?os m¨¢s r¨¢pido de la historia. Ha corrido m¨¢s r¨¢pido a su edad que Asafa Powell y Tyson Gay, que son dioses, que regularmente corren por debajo de los 9,80s. ?Puede correr m¨¢s r¨¢pido Lemaitre? ?Podr¨¢ alg¨²n a?o llegar siquiera a disputar una gran final mundial u ol¨ªmpica? ?Podr¨¢ llegar a mirar de t¨² a t¨² a Usain Bolt? Como dice su entrenador, Pierre Carraz, un vejete de m¨¢s de 70 a?os, de la vieja escuela, todo depender¨¢ de su voluntad, de su trabajo, de sus ganas de luchar. De las virtudes que hacen grandes a todos los atletas de cualquier color.
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