Helados en la orilla

Odense recibi¨® al Getafe con un paisaje de cuento. En la cuna de Hans Christian Andersen los de M¨ªchel estaban obligados a ganar para no firmar el color¨ªn colorado a su historia en Europa. Y en una tarde m¨¢s propicia para compartir relatos junto a la chimenea que para jugar al f¨²tbol los getafenses firmaron una obra que comenz¨® como un sue?o y acab¨® en pesadilla.

Los azulones, de naranja como el bal¨®n, se sobrepusieron a la intensa nevada que presidi¨® el partido con un inicio en¨¦rgico. Guantes, leotardos, bragas, calentadores...todo atav¨ªo era poco para sobrevivir a los diez grados bajo cero, al hielo y la nieve.

Exigidos por las circunstancias y reafirmados en sus convicciones tras su exhibici¨®n en Sevilla la pasada jornada de Liga, los de M¨ªchel realizaron una puesta en escena plagada de empe?o y buen juego. Con veinte minutos primorosos, los getafenses certificaron su voluntad de aferrarse a una competici¨®n por la que hasta hab¨ªan sesteado con m¨¢s pena que gloria. La propuesta pareci¨® excesivamente virtuosa para un escenario tan destemplado. Pero Parejo fue capaz de interpretar en los primeros minutos un ejercicio de patinaje art¨ªstico consistente en mezclar el toque, la movilidad, la pausa y el v¨¦rtigo. Sus flechas las recog¨ªan Manu, Alb¨ªn y Miku que se filtraban una y otra vez entre la tosca defensa danesa, incapaz de descifrar el cat¨¢logo de florituras del Getafe. Al cuarto de hora lleg¨® el premio. Un pase tras otro, los azulones tejieron una red de cloroformo para las filas danesas hasta que Man¨¦ cambi¨® el registro con un centro al ¨¢rea que recogi¨® con destreza Pedro R¨ªos para rematar de cabeza ante un impotente Carroll.

Pero con el paso de los minutos los daneses guiados por Toft comenzaron a equilibrar el duelo con m¨¢s tes¨®n que criterio. El manual de los de Henrik Clausen era rudimentario pero efectista. A base de lanzamientos de c¨®rner y faltas directas Sorensen acogotaba por momentos a la retaguardia getafense. Pero Boateng y Cata sosten¨ªan la tropa con solvencia y donde no llegaba su briosa disposici¨®n aparec¨ªa las manos de Ustari, especialmente firme y acertado. Un cabezazo de Utaka al palo justo al filo del descanso anunci¨® el temporal que esperaba en la segunda mitad.

Las embestidas danesas arreciaron a medida que la escarcha ca¨ªa sobre la zona de creaci¨®n del Getafe. El ingenio y la lucidez de Parejo se fue congelando. El bal¨®n se despej¨® del suelo y comenz¨® a sobrevolar el ¨¢rea azulona. Ante semejante escenario tocaba apretar los dientes. M¨ªchel decidi¨® arroparse y tir¨® de la manta hacia atr¨¢s. V¨ªctor S¨¢nchez, Borja y Mosquera, entraron por Manu, Parejo y Alb¨ªn. Pero la artiller¨ªa antia¨¦rea no result¨® suficiente ante el asedio del Odense. Y en una de esas, cuando se hab¨ªa superado el minuto noventa, lleg¨® el empate dan¨¦s. Utaka se atraves¨® como una bala la defensa del Getafe y su pase de la muerte lo coloc¨® en la escuadra Andreasen.

A partir de ah¨ª, el partido pas¨® de jugarse en Odense a disputarse en Berna. Las c¨¢balas del Getafe para llegar con vida a la ¨²ltima jornada inclu¨ªan un patinazo del Young Boys ante el Stuttgart. El partido entre suizos y alemanes comenz¨® con media hora de retraso con respecto al del Getafe hasta que los operarios consiguieron descongelar el c¨¦sped. As¨ª que desde el calor de la caseta los de Michel asistieron a una especia de pr¨®rroga en la distancia mientras mitigaban la tiritona. El marcador en Suiza mantuvo la incertidumbre hasta los ¨²ltimos diez minutos pero el Young Boys acab¨® goleando y el Getafe se qued¨® helado en Dinamarca. Justo el d¨ªa que menos lo hab¨ªa merecido, el Getafe recogi¨® con crueldad el resultado de su inoperancia en pasadas tardes europeas. El sue?o acab¨® en convirti¨¦ndose en una g¨¦lida pesadilla.