Contador y Nieve reinan en los montes p¨¢lidos
Victoria del ciclista navarro el d¨ªa en que Nibali cede y el l¨ªder aumenta su ventaja
En la cima les esperaba el diluvio y una tienda de campa?a para entrar en calor, el premio a su coraje. Para alcanzarlo, all¨ª donde no hab¨ªa nada, en el coraz¨®n de la Ladinia, en un circo de abetos rodeado por, vigilantes, los montes p¨¢lidos, los ciclistas pedalearon antes por unos cuantos pasos a la altura del cielo y las nubes enemigas a trav¨¦s de los Dolomitas: Piancavallo, Forcella Cibiana, Giau... Y tambi¨¦n la Marmolada.
All¨ª, en el paso estrecho robado a las rocas verticales, regada constantemente por las gotas que rebotan de la gran cascada, una pintada resiste en el asfalto ¨¢spero, una mentira: "Manca poco" ("falta poco"). All¨ª faltan 40 kil¨®metros para que acabe la etapa, los m¨¢s duros. All¨ª, un poco m¨¢s adelante, en Malga Ciapella, Contador, que parece un diablillo de rosa con ganas de divertirse, se pone de pie sobre los pedales y ataca. All¨ª comienza el espect¨¢culo del emperador del Giro, quien, sometidos los disidentes que intentaron subvertir el orden aprovechando las escasas rendijas de que pueden disponer -pobre Nibali, obligado a un esfuerzo est¨¦ril y arriesgado en el descenso del Giau, la cima Coppi: tanto m¨¢s in¨²til por cuanto Contador, ¨¢gil, ligero, magn¨ªfico y tambi¨¦n cient¨ªfico, minucioso, l¨²cido, hab¨ªa previsto el movimiento del siciliano y, apoyado por Purito y Arroyo, colegas espa?oles de otros equipos, se hab¨ªa anticipado para neutralizarlo-, record¨®, una vez m¨¢s -y as¨ª lo ha hecho en las cinco etapas m¨¢s importantes del Giro extraordinario- qui¨¦n es qui¨¦n, el sitio de cada uno.
De coro, amplificando sus gestos, el trabajo solidario y generoso de los ciclistas espa?oles, quienes, quiz¨¢ contagiados a distancia por la luz, el esp¨ªritu, de la gente del 15M en Sol -justamente, tambi¨¦n, el 15 de mayo Contador ilumin¨® el Etna-, mataron el mito de la Espa?a fratricida y echaron una mano cuando hizo falta. Nibali, que hab¨ªa ganado medio minuto jug¨¢ndose la vida en las curvas, levant¨® el pie cuando en el llano, al pie de la Marmolada, observ¨® c¨®mo, guiado por el espl¨¦ndido Lastras, Contador se le echaba encima. Despu¨¦s, Nibali, qu¨¦ valor el del siciliano al d¨ªa siguiente de que Contador, con dos acelerones y un frenazo, le tocara lo m¨¢s hondo de su moral en el Zoncolan, sufri¨®, tambi¨¦n solo, la tortura de la Marmolada, la recta infinita en la que se iba descolgando metro a metro -y, sin embargo, parec¨ªa que no se mov¨ªan; ni los de delante ni, por supuesto, ¨¦l mismo- del grupo que, seleccionado por el ataque de Contador, le acompa?¨® en su subida triunfal bajo la gu¨ªa de otro amigo de otro equipo, del venezolano Rujano.
"Ataqu¨¦ en la Marmolada para que no me atacaran", dijo Contador; "y luego la subida al Refugio de Gardeccia [un mini-Zoncolan, seis kil¨®metros enhiestos y estrechos] me la tom¨¦ como una cronoescalada para sacar el mayor tiempo posible". Eso es, despu¨¦s Contador volvi¨® a bailar sobre la bici, espect¨¢culo ¨²nico, hipn¨®tico, con virtudes estupefacientes, seguro. Delante y detr¨¢s de ¨¦l, mientras tanto, los ciclistas sufr¨ªan. Detr¨¢s sufr¨ªa Nibali, la cara hinchada, contemplando c¨®mo todos los dem¨¢s, liderados por Scarponi, el que mejor supo correr, se coaligaban contra ¨¦l, que iba segundo. Y sufr¨ªa Anton, la resaca de su gloria en el Zoncolan, que cerr¨® cenando a las 11 de la noche -as¨ª es el Giro del espect¨¢culo: desplazamientos de tres horas en autocar tras las etapas, y tambi¨¦n antes: si no te gusta, no vengas- y durmiendo cinco horas. Y sufr¨ªan todos los que se enfrentaban a una etapa en la que superaron un desnivel de 5.900 metros -como subir al Aconcagua en bici en siete horas y media- y que Contador calific¨® como "la m¨¢s dura" de su vida. "Y eso que a m¨ª me ha ido bien. Yo he salido beneficiado, pero habr¨ªa que preguntar qu¨¦ piensan los que han llegado una hora despu¨¦s", dijo.
Uno que lleg¨® 1m 51s antes, el ganador, el navarro Mikel Nieve -otro euskaltel, otra etapa m¨ªtica para el equipo vasco-, tambi¨¦n dijo que hab¨ªa sido su "d¨ªa m¨¢s duro". Infiltrado en la escapada del d¨ªa, de 18 corredores, con grandes escaladores como Sastre, Sella y Garzelli, pedale¨® solo durante m¨¢s de 100 kil¨®metros, desde que se lanz¨® en persecuci¨®n de Garzelli, que hab¨ªa atacado en el Giau. "Ha sido un mano a mano de 100 kil¨®metros. Se me ha hecho eterno. Al final, no ten¨ªa ni fuerzas para levantar los brazos", dijo Nieve, de 27 a?os, y especialista en etapas reinas -ya gan¨® la de la Vuelta 2010 en Cotobello-; "y tengo que dar las gracias a Anton, quien me anim¨® a que lo intentara. 'T¨² puedes ganar', me dijo". Hay veteranos corredores, gregarios de toda la vida, que miden el valor de un l¨ªder por la forma en que agradece a sus compa?eros su trabajo. Entonces, Anton, que no quiere ser l¨ªder, o casi, debe de ser el n¨²mero uno.
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