"Es m¨¢s para Evans que para m¨ª"

El Tour, como el pelot¨®n, es un animal de costumbres y 99 a?os presentando su carrera dan, claro, para mucho. No tiene 99 a?os a¨²n, ya llegar¨¢, pero la autocompasi¨®n con que Miguel Madariaga recibe todos los a?os a quien se acerca a saludarle -"ay", dice el hombre que sobre sus anchos hombros soporta al equipo de Euskadi, "el a?o que viene ser¨¢ el ¨²ltimo; ya se alegrar¨¢n muchos, que podr¨¢n llevarse m¨¢s tranquilos a mis corredores, pero ya no voy a mover un dedo para buscar patrocinador; son 19 a?os y lo dejo"- es quiz¨¢s m¨¢s antigua que el propio Tour, nacido en 1903, pero en paro forzoso durante las guerras del siglo XX. O, por lo menos, tan antigua como Mark Cavendish, el sprinter m¨¢s r¨¢pido, llegando tarde y ruidoso al teatro de la presentaci¨®n. O como la censura habitual en el v¨ªdeo resumen del pasado ?subrayado de victorias y dramas, qu¨¦ hermoso el ciclismo; borrado, qu¨¦ feo, el coche que atropell¨® a Flecha y Hoogerland, a los que se ve heridos sin m¨¢s?. O como los adjetivos que utiliza Jean-?tienne Amaury, el due?o del Tour, que llam¨® "palpitante", oh coraz¨®n, a la edici¨®n de 2011, la de su Thomas Voeckler. O como los sustantivos de Christian Prudhomme, la cara de la organizaci¨®n, que dice "asperezas" en vez de puertos de segunda, callosidades u ojos de gallo en el mapa en relieve.

Prudhomme, orgulloso, dijo que hab¨ªa dibujado un Tour como le gustan, un Tour lleno de asperezas, un Tour pensando, dijo, en un corredor a lo Hinault, agresivo, atacante, r¨¢pido en todos los terrenos, o sea, pensando en un Voeckler, que es lo que hay en estos tiempos. Para ello, el Tour ha redistribuido la monta?a, reduciendo el peso relativo de los grandes macizos tradicionales, Alpes y Pirineos, que se quedan en tres etapas -140 kil¨®metros por los Alpes, 340 por los Pirineos y una llegada en alto en cada uno-, y aumentando el relieve de las monta?as de apenas mil metros -Vosgos, Jura y Prepirineos, con la ins¨®lita llegada en alto de La Planche des Belles Filles, el paso por el Grand Colombier en la raya con Suiza y el ascenso al muro de P¨¦gu¨¨re-.

Antes de la gran monta?a, como era costumbre en los tiempos de Indurain, una contrarreloj casi larga, 38 kil¨®metros, y pasadas todas las cumbres, ya cerca de Par¨ªs, una larga, 52 kil¨®metros. Junto a los seis kil¨®metros del pr¨®logo, el mismo trazado de Lieja donde gan¨® su primer maillot amarillo Fabian Cancellara en 2004, un total de 96 kil¨®metros de contrarreloj individual. Desde los 117 de 2007 nunca hubo tantos.

Por eso, antiguo como el tiempo, como el Tour casi, m¨¢s viejo que el tiempo, en la forma de reaccionar, Alberto Contador, que ha ganado tres Tours, el ciclista en activo con m¨¢s en su vitrina, dijo a bote pronto: "Es m¨¢s para Evans que para m¨ª". Una referencia al campe¨®n de 2011, el australiano paciente que, en teor¨ªa, es mejor contrarrelojista. "Pero, claro...", y entonces el de Pinto dej¨® que la memoria le traicionase, "el Tour de 2007 ten¨ªa m¨¢s contrarreloj a¨²n y gan¨¦ a Evans...". Y tambi¨¦n podr¨ªa haber a?adido que gan¨® el de 2009 con 56 kil¨®metros solo o el de 2010 con 60. O que perdi¨® el de 2011, tan monta?oso, ¨¦l, escalador, y que lo gan¨® Evans pese a que, con solo 42 kil¨®metros, es el que en la historia desde la guerra menos contrarreloj individual ha tenido. "No nos enga?emos. Es un buen Tour para Alberto", dice Johan Bruyneel, que fue su director y ahora dirige al luxemburgu¨¦s Andy Schleck. "No es ideal para Andy, pero tampoco imposible", concluye.