Muere Simoncelli
El piloto pierde el equilibrio en una curva y la moto de Edwards y Rossi le arrollan cuando estaba tendido y sin casco
Ni siquiera complet¨® la segunda vuelta. Marco Simoncelli, de 24 a?os, ha fallecido a las 16.56 de este domingo en el centro m¨¦dico del circuito de Sepang por una parada card¨ªaca tras un terrible accidente. La carrera hab¨ªa arrancado bajo el t¨®rrido calor que acostumbra a machacar esta zona tropical, Stoner se largaba con facilidad, le persegu¨ªan sus compa?eros de equipo, Dovizioso y Pedrosa; Bautista buscaba hacerse un hueco entre los mejores peleando con ¨¦l, Supersic, el chico m¨¢s travieso de la parrilla, con la sonrisa permanente estampada en la cara y los pelos a lo loco. Se le borr¨® de inmediato ese gesto de t¨ªo feliz y despreocupado.
Perdi¨® el control de su moto en la curva 11 del trazado de Sepang, un ¨¢ngulo a la derecha de casi 90 grados; sujet¨® su moto, poco se sabe si por inercia o conscientemente, y ambos se deslizaron acompa?ando el lateral de los neum¨¢ticos. La mala fortuna le acompa?¨® en la ca¨ªda, una de tantas, pues tanto el piloto como la m¨¢quina se quedaron en mitad de aquella curva, en medio del asfalto. Solo eran los primeros giros, esos en los que la parrilla anda buscando su sitio, esos en los que la serpiente a¨²n no se ha estirado y se acumulan las motos a cada giro. De modo que Colin Edwards y Valentino Rossi, quienes rodaban tras el italiano, se tropezaron con ¨¦l y no pudieron evitar un impacto fatal sobre su cuerpo.
El piloto qued¨® tendido boca abajo a un costado del asfalto. Le hab¨ªa volado el casco, tambi¨¦n como consecuencia del atropello. Los minutos siguientes, los de su agon¨ªa, fueron una pesadilla para los presentes, su padre, Paolo, o su novia, Kate, entre ellos, por la incertidumbre sobre su estado y la plena conciencia de que la situaci¨®n era cr¨ªtica. Fue atendido por una ambulancia inmediatamente en la zona en la que se produjo el accidente, al tiempo que se mostraba la bandera roja en la pista y el resto de pilotos enfilaban el camino de sus garajes. Se le practic¨® una primera reanimaci¨®n porque hab¨ªa entrado en parada card¨ªaca, provocada esta por los fuertes impactos recibidos por las dos motos que se encontraron con ¨¦l en plena pista.
Hab¨ªa recibido golpes tremendos en el cuello, la cabeza y el pecho. Poco despu¨¦s fue trasladado al centro m¨¦dico. All¨ª, explic¨® el doctor Michele Macchiagodena, fue intubado y fue posible extraerle la sangre en su t¨®rax. La carrera quedaba suspendida definitivamente mientras todo el cuerpo m¨¦dico se volcaba en tratar de recuperar a Simoncelli, a quien intentaron reanimar durante los siguientes 45 minutos. "No fue posible hacer nada por ¨¦l", a?adi¨® Macchiagodena.
De nuevo, como record¨® Carmelo Ezpeleta, director general de Dorna, ocurri¨® un atropello. Hace un a?o, en Misano, perd¨ªa tambi¨¦n la vida el joven piloto de 19 a?os Shoya Tomizawa. Tambi¨¦n ¨¦l tuvo una ca¨ªda de las que se ven miles, pero qued¨® asimismo indefenso en medio de una recta y tambi¨¦n fue arrollado por otros dos pilotos que rodaban tras ¨¦l. Hay poco que hacer en estos casos, pues son accidentes imprevisibles, m¨¢s que recordar que el motociclismo es un deporte de riesgo.
"Yo, que hablo tanto, me he quedado sin palabras, querr¨ªa desaparecer. Anoche me lo encontr¨¦ en el hotel, estaba jugando a las cartas, y le dije: 'Mira que es una l¨¢stima que no sepa jugar, porque me quedaba aqu¨ª un rato contigo", se?alaba Ezpeleta, que explic¨® que los pilotos estaban absolutamente destruidos por la noticia. No les import¨® quitarse el mono, algo que no hicieron los rivales de Tomizawa el a?o pasado, ni los corredores de la categor¨ªa reina, pues no se suspendi¨® ninguna de las dos pruebas y solo se enteraron de su muerte tras el podio de MotoGP, el m¨¢s amargo de los ¨²ltimos tiempos. En Sepang, Rossi, uno de sus mejores amigos, involucrado en el accidente, se escondi¨® en su oficina tan pronto como pudo. La noticia fue asimilada con la cadencia que necesitan los desastres: los aspavientos de Paolo Simoncelli a las puertas del centro m¨¦dico permit¨ªan que se fuera masticando la tragedia. La muerte de su hijo, Marco, uno de los grandes, silenci¨® el paddock.
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