Cuidado con los Reyes Magos
Siempre es frustrante aceptar lo de los Reyes Magos. Pero cuando eras ni?o, al menos, el tren el¨¦ctrico era de verdad. Lo trajera quien lo trajera. De mayor, en cambio, la admiraci¨®n por la haza?a, cuando se descubre que ten¨ªa truco, es mucho peor que romper la ilusi¨®n. Con la mentira te invaden las malas sensaciones. Desde la decepci¨®n a la rabia, pasando por la incredulidad y terminando por la duda generalizada ante cualquier otra gesta.
Con el dopaje pasa eso, lleva repiti¨¦ndose muchos a?os y seguir¨¢, porque siempre habr¨¢ delincuentes y tramposos. Pero como ocurre en la vida, solo en casos muy sonados te estremece especialmente. El resto, lamentablemente acostumbrados a tantas otras peque?as miserias cotidianas, se toma como algo inevitable.
El caso de Johann Muehlegg no fue menor. Irrumpi¨® en los raqu¨ªticos deportes de nieve nacionales como un hurac¨¢n. En la tundra de hace 10 a?os (no muy diferente antes y despu¨¦s), pareci¨® un fichaje gal¨¢ctico. Con garant¨ªa alemana, adem¨¢s, ten¨ªa que ser un tipo serio. ?Que se hab¨ªa enfadado con su federaci¨®n? Pues muy bien. Muchos genios tienen su car¨¢cter y Juanito pod¨ªa ser raro, tanto ¨¦l como su entorno. Pero lo importante era el rendimiento. Su potencial en el esqu¨ª de fondo le permit¨ªa codearse con noruegos, rusos, suecos y finlandeses, los mejores del mundo.
Con una nacionalizaci¨®n de conveniencia, discutible y criticada, como hizo el inolvidable y aut¨¦ntico Paco Fern¨¢ndez Ochoa, que intu¨ªa el desastre, se pasaba de casi cero (apenas los aut¨®ctonos Mar¨ªa Jos¨¦ Rienda y Juan Jes¨²s Guti¨¦rrez) al todo. ?Inscrito en la federaci¨®n murciana como si se hiciera esqu¨ª n¨®rdico en La Manga? Daba igual. Juanito vendi¨® su producto ya a lo grande en Copas del Mundo y Mundiales, pero el gran momento siempre son los Juegos. Y qu¨¦ curiosa coincidencia, le tocaron los de Salt Lake City, los del gran esc¨¢ndalo de corrupci¨®n en los miembros del COI. La trampa completa unida.
Desde lo de Juanito, las haza?as de los Magos modernos quedaban ya todas en entredicho. Y el tiempo lo ha demostrado
Juanito era un alem¨¢n muy occidental, b¨¢varo. Nada que ver con la RDA, uno de los grandes fiascos del deporte mundial. Pero acab¨® siendo otro alumno aventajado del ama?o, aunque lo haya tratado siempre de negar.
Confieso haber sido enga?ado como el que m¨¢s. No recuerdo en mi larga trayectoria por 13 Juegos Ol¨ªmpicos de Verano e Invierno, con muchas medallas relatadas, haber usado mayores adjetivos ni ensalzado tanto a un ganador como a Juanito. Pero tampoco haber dormido menos en los tres d¨ªas siguientes como merecida penitencia para contar los entresijos del tremendo embuste. Cuando su rareza se revel¨® como un timo. Tuve que cambiar humildemente de alabar la perfecci¨®n germana al servicio espa?ol a desenmascarar al ruin tramposo. De Juan I de Espa?a a vil bastardo. La darbepoetina eran lentejas para el murciano de hierro.
Uno ten¨ªa dudas razonables de un dopaje casi generalizado desde los casos del ciclismo o el de Ben Johnson en Se¨²l 88, el mayor esc¨¢ndalo del atletismo. Intu¨ªa que el ladr¨®n iba siempre por delante del polic¨ªa; que pillaban a algunos, pero sorprendentemente no a muchos otros (la RDA en pleno, admitida a?os despu¨¦s, Mo Griffith, Jarmila Kratochvilova¡.por ejemplo). Aquello fue la puntilla. Desde lo de Juanito, las haza?as de los Magos modernos quedaban ya todas en entredicho. Y el tiempo lo ha demostrado. Con m¨¢s o menos certeza, y tristemente para los?ni?os mayores, hay que cuidar ya mucho los adjetivos.
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