A los pies del extravagante
Italia se entrega a Balotelli, a¨²n sin marcar en duelo oficial
Cesare Prandelli, uno de los seleccionadores m¨¢s discretos, menos teatrales, que ha tenido Italia en los ¨²ltimos a?os, no ha tenido m¨¢s alternativa que poner su equipo a disposici¨®n de los dos delanteros m¨¢s extravagantes del f¨²tbol mundial. El consenso en el calcio es m¨¢s o menos el mismo. Lesionado de gravedad Giuseppe Rossi, y a la espera del desarrollo del joven Giovinco, no queda margen de improvisaci¨®n. Fabio Capello lo mascull¨® hace unos d¨ªas por la comisura de los labios en un cen¨¢culo milan¨¦s: ¡°Italia tiene dos grandes talentos. Pero est¨¢n locos¡±.
Capello se refiere a Cassano y Balotelli. El primero, v¨ªctima de inexplicables raptos de enajenaci¨®n, es capaz de pasarse una ma?ana intentando meterle un dedo en el culo a todos los compa?eros y empleados del equipo con los que se cruza. Eso hac¨ªa en el Madrid y el tiempo no ha suavizado sus costumbres. Balotelli es menos violento pero m¨¢s desinhibido. A diferencia de su colega, se esfuerza por vulnerar las normas inspirado en un sentimiento de superioridad intelectual. ¡°S¨ª¡±, admiti¨®, en una entrevista a France Football, ¡°soy un genio¡±.
A los 21 a?os, Balotelli no ha marcado nunca un gol en partido oficial con su selecci¨®n. Sin embargo, cobra cuatro millones de euros netos anuales del Manchester City. Su condici¨®n de gran delantero est¨¢ pendiente de resoluci¨®n pero lo auspician sus genes ghaneses. El f¨ªsico desaforado, la elasticidad de felino, su potencia extra?a y un remate duro con las dos piernas. Precoz en las categor¨ªas juveniles del Lumezzane, donde bati¨® r¨¦cords de goles por partido, fich¨® por el Inter despu¨¦s de gozar de varias ofertas de grandes clubes. Le hicieron un contrato jam¨¢s firmado por un futbolista de 16 a?os.
Con Cassano y Rossi, el equipo no necesitaba de referencias claras en punta para llegar al gol
Roberto Mancini, su t¨¦cnico en Inglaterra, le conchab¨® con la certeza de que Balotelli encarnaba un problema a la altura de su ingenio como entrenador. No ha conseguido domesticar su talento. Ni dentro ni fuera del campo, donde las transgresiones han convertido al futbolista en una celebridad en Gran Breta?a. Vive a 100 metros del restaurante que m¨¢s frecuenta en Manchester pero es tan incapaz de ir andando como de aparcar seg¨²n la ley. La gr¨²a le ha llevado el coche m¨¢s de 30 veces. Pero ¨¦l tiene su propio criterio sobre c¨®mo debe circular y lo dice. Lo exhibe. Sospecha que cuanto m¨¢s llamativas sean sus transgresiones m¨¢s valor tendr¨¢ su imagen para los anunciantes que mueven la industria. No le falta raz¨®n.
Balotelli tambi¨¦n est¨¢ convencido de ser un futbolista excepcional. Cree que solo necesita pulir algunos detalles para equipararse a los goleadores de ¨¦poca. Su cuerpo le ayuda a cultivar la fe en s¨ª mismo. Se enorgullece cuando se mira al espejo tanto como cuando se ve contemplado por los t¨¦cnicos, casi siempre entusiasmados por sus cualidades f¨ªsicas. Se encuentra tan a gusto en su carrocer¨ªa que a veces incurre en negligencias. Su sentido del desmarque es dudoso. Parece tan seguro de sus recursos que descuida la b¨²squeda de los espacios libres. Los defensas le ven venir y a sus compa?eros se les hace dif¨ªcil encontrarle verdaderamente habilitado. Todo lo contrario le ocurr¨ªa al diminuto Giuseppe Rossi. Emparejado con Cassano, el punta del Villarreal compuso un equipo din¨¢mico y cohesionado que no necesitaba de referencias claras en punta para llegar al gol con frecuencia. Fue la mejor Italia de Prandelli.
Mario es muy buen chico. Pero tiene que hacerse responsable Thiago Motta
La desconfianza de Prandelli en el individualismo de su pol¨¦mico delantero se evidencia por un dato. Le aline¨® junto a Cassano en su estreno frente a Costa de Marfil en agosto de 2010. No los volvi¨® a juntar hasta el viernes pasado, contra Rusia. Italia perdi¨® 3-0 y Balotelli se mostr¨® entre desorientado y suficiente. Como en su ¨¦poca de juvenil, act¨²a como si su destino dependiera exclusivamente de su instinto para rematar.
Las palabras de Thiago Motta, ayer en Cracovia, traslucen la paradoja de Italia: ¡°Mario es muy buen chico. Pero tiene que hacerse responsable: representa un pa¨ªs en un campeonato important¨ªsimo. Le necesitamos. Necesitamos que est¨¦ en forma, que apoye a sus compa?eros, que trabaje para el equipo. Estoy convencido de que podr¨¢ ser nuestra referencia pero debe tener la conciencia de que debe ayudar a los compa?eros dentro del campo¡±. No es imposible que Balotelli sea el genio futbol¨ªstico que anuncia su fama. Tampoco es descartable que Motta pida demasiado. El domingo, frente a Espa?a, comenzar¨¢ a despejarse la inc¨®gnita.
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