El Bar?a ejerce de campe¨®n
El conjunto azulgrana vence al Madrid (75-81) en el Palacio de los Deportes y logra que el t¨ªtulo se decida el s¨¢bado en el Palau
Enterrado quiz¨¢s antes de tiempo, el Barcelona ejerci¨® de campe¨®n. Al vapuleo al que fue sometido en el tercer partido, las malas vibraciones que hab¨ªa emitido hasta ahora, la ausencia de N?Dong y el jugarse la temporada en campo contrario, respondi¨® con grandeza. No se ganan tantos campeonatos como han hecho los azulgrana en los ¨²ltimos tiempos sin tener en la rec¨¢mara virtudes suficientes como para superar las mayores dificultades. Apoyado en un soberbio Lorbek, majestuoso durante todo el partido, convirti¨® el posible funeral en la antesala de una gran gesta. Cap¨ªtulo aparte merece su entrenador, que hizo honor a la regla no escrita de que en una serie, el que no es capaz de corregir errores de un partido a otro, la termina perdiendo. Las novedades introducidas para este crucial encuentro le dieron toda la iniciativa y resultaron claves para que a esta final le quede un apasionante ¨²ltimo acto el pr¨®ximo s¨¢bado.
R. MADRID, 75 - BAR?A, 81
Real Madrid: Tomic (12), Su¨¢rez, Velickovic (7), Singler (11) y Llull (12) -equipo inicial- Pocius, Reyes (6), Mirotic (14), Rodr¨ªguez (9), Begic y Carroll (4).
Barcelona: Marcelinho (15), Navarro (12), V¨¢zquez, Lorbek (24) y Mickeal (13) -equipo inicial-, Sada, Wallace (16), Ingles (1), Rabaseda y Eidson.
Parciales: 15-17, 19-22, 21-23, 20-19
?rbitros: Daniel Hierrezuelo, Antonio Conde y Benjamin Jim¨¦nez. Sin eliminados.
Si algo ten¨ªa claro el Barcelona era que sus posibilidades de sobrevivir pasaban por un enfriamiento a conciencia del ritmo del partido, y a ello se aplic¨® desde el salto inicial. Para ello Xavi Pascual sorprendi¨® a todos colocando a su equipo en zona desde el primer ataque madridista. El objetivo era m¨²ltiple. Hacer masticar m¨¢s de lo acostumbrado la ofensiva blanca y proteger su rebote, otra de las zonas donde ha salido escaldado en toda la serie. Una vez en posesi¨®n de la pelota, el control se trasladaba al otro lado de la cancha con ataques largos y evitando al m¨¢ximo las perdidas de bal¨®n que pudiesen provocar los contraataques madridistas. La t¨¢ctica le sali¨® m¨¢s que bien, pues logr¨® su misi¨®n principal, que el ritmo del partido no cogiese nunca esa temperatura que le sienta tan bien al Madrid, que se movi¨® inc¨®modo siempre, a impulsos de Singler, Llull o Sergio Rodr¨ªguez, pero sin la fluidez y mucho menos contundencia a la que nos ha acostumbrado en estos playoffs. La perdida de la batalla de los rebotes complica mucho su engranaje, y del revulsivo Carroll se encarg¨® el banquillo blaugrana. Cuando apareci¨® el norteamericano, una aut¨¦ntica pesadilla si entra en racha, el laboratorio t¨¢ctico del Barcelona sac¨® su segundo conejo de la chistera. Una zona 1-4 con Sada de sabueso bloque¨® totalmente a Carroll y con ello otro de los elementos claves del funcionamiento blanco. Si las zonas confundieron al Real Madrid, no ser¨ªa la ¨²ltima sorpresa que se llevaron. Muy limitado Navarro, apareci¨® Wallace como si fuese Carroll. 14 puntos en el segundo cuarto hacen comprensible la ventaja que se llev¨® el Barcelona al vestuario (34-39).
Los par¨¢metros b¨¢sicos no cambiaron tras el descanso. Los azulgrana insistieron en su ideario para este decisivo encuentro. Negar cualquier opci¨®n que revolucionase al Madrid, dominar los rebotes en su canasta y encomendarse a Lorbek y un renacido Marcelinho. El asunto se pon¨ªa cada vez m¨¢s feo para el Madrid, desaparecidos Carroll y Felipe Reyes, por lo que opt¨® por jugar dar todo el mando en plaza con los dos Sergios, m¨¢s activo el canario que el menorqu¨ªn, pero sin dar con la tecla adecuada (44-53). Los minutos se iban consumiendo al mismo ritmo que la tensi¨®n iba haci¨¦ndose presente. Jug¨¢ndose unos la gloria y otros la supervivencia, fue carga m¨¢s pesada lo primero que lo segundo, producto probablemente de la mayor experiencia de los azulgrana en este tipo de situaciones. Tres triples consecutivos, dos de Lorbek, quien si no, parecieron dar carpetazo al asunto (64-76, tres minutos y medio por jugar) puesta en duda ligeramente por la desesperada reacci¨®n de Mirotic, que fue definitivamente silenciada por la en¨¦sima muestra de talento del jugador estrella del partido, el esloveno Lorbek. Aunque el personaje clave en esta ocasi¨®n estuvo en el banquillo azulgrana.
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