La fiebre del s¨¢bado noche
La trascendencia del f¨²tbol acaba en el campo de juego, a no ser que el circunloquio nacional prefiera darle la naturaleza de los milagros
El f¨²tbol es f¨²tbol, que dir¨ªan Boskov y Gertrude Stein. En Espa?a (y en otras latitudes) nos empe?amos en hacerlo pasar por otra cosa y en convertirlo en el oscuro objeto del deseo patri¨®tico. As¨ª terminan rompi¨¦ndose las sillas en la cabeza los hooligans del Este y del Oeste. Por ir m¨¢s cerca, es decir, por ir al suelo que pisamos, un futbolista considera que ser espa?ol es lo m¨¢s grande que se puede ser y el presidente del Gobierno estima que ser¨ªa objeto de discusi¨®n patria su decisi¨®n de ir o de no ir al inicio del campeonato europeo.
Si se est¨¢ en una situaci¨®n deprimida en el pa¨ªs, se conf¨ªa en san Vicente del Bosque
La trascendencia del f¨²tbol acaba en el campo de juego, a no ser que el circunloquio nacional prefiera darle la naturaleza de los milagros. Si se est¨¢ en una situaci¨®n deprimida en el pa¨ªs, se conf¨ªa en san Vicente del Bosque y se deja sobre la ilustre calva del seleccionador la posibilidad de resolver el dolor de cabeza de la patria. El seleccionador sale a la palestra y dice que no es para tanto, que el f¨²tbol es (de nuevo Boskov, de nuevo Stein) tan solo f¨²tbol y que dejar en los futbolistas ese fardo de la responsabilidad es un inmenso error. Y, como el seleccionador es sensato y aqu¨ª solo se premia la insensatez, han esperado a que Espa?a empate para que sobre ¨¦l se lancen a deg¨¹ello todos aquellos comentaristas o aficionados que est¨¢n esperando a que tropiecen Vicente del Bosque y los suyos para decir esa jaculatoria que forma parte de la conversaci¨®n universal en la patria: ¡°Mira que te lo tengo dicho¡±.
Todo espa?ol est¨¢ habitado (salvo excepciones honros¨ªsimas) por un seleccionador, por un portero o por un delantero centro y todo el mundo cree tener la facultad de parar, de disparar o de seleccionar mucho mejor que los profesionales a los que se ofrece ese cometido. La falta de sosiego (y la falta de sustancia) actual de la patria ha sido trasladada de manera suicida a los que est¨¢n en Polonia tratando de revalidar t¨ªtulos pasados. No tienen otra obligaci¨®n que la de disputar partidos de f¨²tbol con honestidad y con gallard¨ªa. No tienen que traer la bandera llena de entorchados. Tienen que volverse dignamente a su pa¨ªs habiendo hecho lo posible por ser ejemplares en su desempe?o.
La falta de sosiego actual de la patria ha sido trasladada de manera suicida a los que est¨¢n en Polonia
Estamos mal acostumbrados, dice Cesc. Estamos muy mal acostumbrados, pero es que nos conducen por el camino de la amargura. Para endulzar la fiebre del s¨¢bado noche, del ¨²ltimo s¨¢bado por la noche, el principal pol¨ªtico de la naci¨®n se desplaza a Polonia, salta como si le hubiera ganado a la prima de riesgo la ¨²ltima batalla y luego regresa como si, en efecto, hubiera sido enviado especial a la guerra de la independencia. Y solo fue al f¨²tbol, solo fue f¨²tbol lo que vio. Est¨¢n presionando tanto a los chicos (¡°los chicos¡±, como dec¨ªa Kubala) que un d¨ªa los chicos van a decir que ellos est¨¢n hartos del f¨²tbol, que jueguen los patriotas, que ellos est¨¢n para jugar, no para defender la bandera.
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