El arte de competir
Espa?a, con un f¨²tbol m¨¢s resolutivo que bello, manifiesta su versi¨®n m¨¢s eficaz para derribar a Francia (2-0) con un ejercicio de precisi¨®n y control, y se enfrentar¨¢ a Portugal en semifinales
Competir es otra de las variables que domina Espa?a, por lo general equipo con arte, pero tambi¨¦n con oficio y muchos recovecos, capaz de lo muse¨ªstico y de aplicarse como nadie en lo que requiera el juego seg¨²n c¨®mo vaya la funci¨®n. Para batir a Francia puso en pr¨¢ctica todos los registros que maneja. Primero la someti¨® desde el control de la pelota, luego apret¨® el colmillo cuando su rival meti¨® otra marcha, ya en el segundo acto, y puso el punto final con una jugada con m¨¢s v¨¦rtigo que toque. Esta selecci¨®n tiene m¨¢s de una partitura y en un torneo en el que los partidos son al l¨ªmite convienen todos los repertorios, no solo el virtuosismo. No lo tuvo Espa?a, que no da con la plasticidad de otras veces, pero sus futbolistas saben tocar otras teclas. A un partido con tantas vueltas, nadie mejor para el p¨®ster de la noche que Xabi Alonso, jugador que simboliza la versatilidad espa?ola. Alguien para el pico y la pala y tambi¨¦n para la geometr¨ªa, alguien que sabe c¨®mo gestionar el f¨²tbol desde el macizo central. Era su d¨ªa, el del centenario internacional, y el guipuzcoano marc¨® los dos goles que citan a Espa?a con Cristiano Ronaldo el pr¨®ximo mi¨¦rcoles. Para ello, esta Espa?a sin barreras, tuvo que romper uno de los pocos maleficios que le quedaban: ganar a Francia en un partido oficial.
ESPA?A, 2 - FRANCIA, 0
Espa?a: Casillas; Arbeloa, Ramos, Piqu¨¦, Jordi Alba; Xabi Alonso, Busquets; Silva (Pedro, m. 65), Xavi, Iniesta (Cazorla, m. 85); y Cesc (Torres, m. 67).
Francia: Lloris; Revelliere, Rami, Koscielny, Clichy; Cabaye, M'Vila (Giroud, m. 78), Malouda (Nasri, m. 64); Debouchy (Menez, m. 64), Benzema y Rib¨¦ry.
Goles: 1-0. M. 18. Xabi Alonso remata de cabeza un centro de Jordi Alba. 2-0. M. 89. Xabi Alonso, de penalti.
?rbitro: Nicola Rizzoli. Mostr¨® la cartulina amarilla a Sergio Ramos, Cabaye, Menez.
Dombass Arena. 48.000 espectadores.
Espa?a despierta tales tiritonas en sus rivales que no hay quien la ataque hasta que no tiene otro remedio. Lo frecuente, como hizo Laurent Blanc, es que los entrenadores adversarios se corrijan de inicio desde la alineaci¨®n. Francia no fue una excepci¨®n. Su seleccionador exili¨® a Nasri en favor del tajo de Malouda para candar a¨²n m¨¢s el pasillo central y duplic¨® al lateral derecho: el ofensivo Debuchy, el habitual, se adelant¨® y a su espalda el defensivo R¨¦veill¨¨re. Un equipo sin mucha magia, s¨ª forrado de m¨²sculo. Pero Espa?a sabe buscarse la vida de tal forma que, para desconsuelo de Blanc y su pizarra, se las ingeni¨® para producir el primer gol justo por el carril que alter¨® el t¨¦cnico franc¨¦s. Iniesta, al que quer¨ªan encapsular, conect¨® con Jordi Alba, al que quer¨ªan poner un dique. El lateral del Valencia lleg¨® al sprint, descarril¨® Debuchy y el espa?ol tuvo un respiro para levantar la barbilla. Curioso: en el equipo sin arietes, lleg¨® Xabi Alonso como si hubiera practicado el remate de cabeza en esa posici¨®n desde sus tiempos de El Antiguo. A la jugada contribuy¨® Cesc, el menos delantero de los delanteros, pero que conoce el oficio. Con sus movimientos y arrastres, los centrales franceses se hicieron un galimat¨ªas. Lo mismo que ante Iniesta, Xavi y Silva, que nunca ofrecen una marca fija porque flotan por todo el frente.
El tanto, magn¨ªfico de principio a fin, conden¨® a Francia por donde m¨¢s estiraba la manta. Y otra prueba de que el f¨²tbol desmiente y desmiente: el equipo sin extremos ni arietes ejecut¨® el gol de manual del extremo y el ariete. El f¨²tbol por encima del m¨¦todo, el de esta selecci¨®n empe?ada en rebelarse contra la ortodoxia, contra lo acad¨¦mico y convencional. Espa?a es una idea m¨¢s que un sistema de juego y desde hace 18 partidos oficiales no hay quien la derrote. Contra Francia no fue la apoteosis del juego, pero s¨ª un equipo curtido, de m¨¢rmol cuando fue necesario. No es la versi¨®n m¨¢s atractiva, pero en los campeonatos ganar requiere de m¨¢s de un atajo y esta selecci¨®n sabe explotar varias vetas y tambi¨¦n desmiente a quienes la toman por un conjunto de plastilina. Es un grupo acostumbrado a las finales y a ganarlas en su mayor¨ªa, se?al de su conocimiento no solo del juego, sino de c¨®mo concursar. Demuestra que el talento no conspira contra la eficacia.
Con ventaja en el marcador, se acentu¨® la sensaci¨®n de gobierno de Espa?a, que no solo es una selecci¨®n creativa. Tambi¨¦n domina el arte de la eficacia, c¨®mo competir en cada momento. Lo hizo sobremanera en el primer tiempo, bien ordenada, con la pelota grapada al pie y los espacios bien cubiertos, con Xabi Alonso como mariscal de campo, excelente para quitar, tirar de comp¨¢s y cubrir las zonas despobladas. Busquets y ¨¦l congenian porque se dan sombra y solo juegan en paralelo cuando el contrario tiene la pelota. Con la posesi¨®n a favor, uno de los dos rompe las cadenas y se descuelga. A Francia se le vieron los huesos, siempre a remolque, desconectados Benzema y Rib¨¦ry, se qued¨® a la intemperie. En un duelo sin muchas oportunidades, solo Cabaye, en una falta directa, dio la lata a Casillas, que respondi¨® con una mano al lanzamiento. Sometido en el centro del campo, el equipo de Blanc se parti¨® por el eje y sus excursiones hacia la porter¨ªa espa?ola se demoraron hasta el segundo tiempo. A Espa?a, por su parte, le cost¨® flirtear con el gol. La ausencia de un delantero genuino en favor de la arquitectura causa que muchas veces construya sin nadie por delante, sin referentes.
Sin otra alternativa, Francia, tan arrugada en el primer acto, se estir¨® despu¨¦s. Un paso adelante que en algunos momentos complic¨® a Espa?a, que se vio ante un guion alterado y tard¨® en encontrar respuesta. Blanc dio pista a lo mejor de su banquillo. Rescat¨® a Nasri y Menez y, finalmente, envid¨® con Giroud, un delantero puro. Entonces, poco a poco, el equipo espa?ol se hizo largo. Se vio ante un partido de ida y vuelta, lo que siempre resulta inquietante. Fue el momento de Torres y Pedro, que hizo de Navas. Con m¨¢s espacios, Espa?a perdi¨® algo de control, de dominio, pero nunca lleg¨® a sentirse contra las cuerdas por m¨¢s que Rib¨¦ry y Benzema remaran y remaran desde fuera del ¨¢rea. Y, como no hay cambio que no le salga de perlas a Del Bosque, fue Pedro, explosivo y revoltoso, quien evit¨® la trama final. Cruz¨® la defensa francesa en un desmarque y R¨¦veill¨¨re le anud¨® las piernas. Xabi Alonso, en su d¨ªa inolvidable, abroch¨® la semifinal desde el punto de penalti.
Sin ser por ahora el equipo de pasarela que acostumbra, Espa?a se garantiza como m¨ªnimo, por tercer gran campeonato consecutivo, un puesto entre los cuatro primeros. La selecci¨®n ha dado tal giro a su historia que hoy sabe jugar y sabe ganar.
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