Ni con la ayuda de san Calogero
El patr¨®n de Agrigento no dio esta vez a Italia la suerte que en 1982 y 2006
A la tercera, fall¨® san Calogero. As¨ª se llama el patr¨®n de Agrigento, una ciudad de 60.000 habitantes en la costa sur de Sicilia. Resulta que, en vista de que la procesi¨®n del santo y la final de la Eurocopa coincid¨ªan en el d¨ªa y la hora, los organizadores decidieron posponerla para que los fieles no se vieran en el brete de tener que elegir ¡ªy eligieran quedarse frente al televisor¡ª. Pero, lo cierto, es que hab¨ªa otro motivo, tal vez menos confesable. En los Mundiales de 1982 y de 2006, lo que son las cosas, tambi¨¦n coincidieron las finales y la procesi¨®n de Agrigento. En ambos casos se retras¨® la procesi¨®n e Italia gan¨®.
As¨ª que la situaci¨®n estaba clara. Para qu¨¦ tentar la suerte en un pa¨ªs tan supersticioso para las cosas del f¨²tbol. No hab¨ªa m¨¢s que retrasar la procesi¨®n y luego pasear a san Calogero entre fieles felices y agradecidos. Pero, a la tercera, san Calogero fall¨®.
La explanada del Circo M¨¢ximo fue una fiesta. Hasta que empez¨® el encuentro
La historia del santo con la p¨®lvora mojada es socorrida porque, por lo general, la noche fue bastante aburrida. Lo general fueron los miles de aficionados que acudieron al Circo M¨¢ximo con la esperanza de celebrar juntos, ante una pantalla gigante colocada por el Ayuntamiento, la victoria de Italia. La explanada fue una fiesta. Hasta que empez¨® el partido.
Los miles de aficionados romanos que acudieron pertrechados con toda la quincalla t¨ªpica ¡ªtambi¨¦n con las infernales vuvuzelas que se dieron a conocer en el Mundial de Sud¨¢frica hace dos a?os¡ª se dieron cuenta enseguida de que ni la ayuda de san Calogero ser¨ªa suficiente.
No hab¨ªa ni motivos para discutir. Italianos y espa?oles apuraban juntos la ¨²ltima cerveza
La selecci¨®n espa?ola domin¨® desde el primer momento y los aficionados italianos ¡ªque viven el f¨²tbol con pasi¨®n, pero tambi¨¦n con mucho conocimiento¡ª se percataron enseguida de que ser¨ªa muy dif¨ªcil ganarle a Espa?a. As¨ª que la fiesta, no solo en el Circo M¨¢ximo sino en cada uno de los bares y restaurantes de la ciudad, se convirti¨® en un velatorio.
Eso, por lo general. Lo particular fue comprobar que si hay alguna ciudad donde hay espa?oles ¡ªresidentes, de paso y mediopensionistas¡ª esa es Roma. Desde media tarde, el centro de la capital fue tomado por cuadrillas de espa?oles vestidos de ¨ªdem que, al final del partido, explotaron de alegr¨ªa sin cortarse un pelo ante el disgusto ajeno.
Al filo de las once de la noche, y dada la superioridad vista en el campo, no hab¨ªa ni motivos para discutir. Aficionados italianos y espa?oles apuraban juntos la ¨²ltima cerveza y miraban por la televisi¨®n la alegr¨ªa de Torres o la desolaci¨®n de Balotelli en amor y compa?a. En Agrigento, por cierto, la entrega de la copa de campe¨®n a Casillas coincidi¨® con el principio de la procesi¨®n.
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