Wiggins, en su burbuja
El Liquigas dibuja un podio final sin Evans, con el brit¨¢nico en la cima y Nibali tercero
Tourmalet es una palabra que se mastica, tres s¨ªlabas que se paladean, que hacen chillar de gusto a la imaginaci¨®n. El Aspin es una serpiente sinuosa. En el Aubisque, cuando hay niebla, el ganado se queda clavado en el asfalto, se refugia en los t¨²neles. El Peyresourde tiene un descenso f¨¢cil y veloz, de curvas anchas, no retorcido como un deseo, como desear¨ªa Nibali.
Clasificaciones
16? etapa:
1. Thomas Voeckler (Fra./Europcar), 5h 35m 2s
2. Chris Sorensen (Din./Saxo Bank), a 1m 40s
3. Gorka Izaguirre (Esp./Euskatel), a 3m 22s
4. Alexandre Vinokourov (Kaz./Astana), m.t.
General:
1. Bradley Wiggins (G.B./Sky), 74h 15m 32s
2. Christopher Froome (G.B./Sky), a 2m 5s
3. Vincenzo Nibali (Ita./Liquigas), a 2m 23s
4. Jurgen Van den Broeck (Bel./Lotto), a 5m 46s
5. Haimar Zulbeldia (Esp./RadioShack), a 7m 13s
La gran traves¨ªa de los Pirineos son cuatro puertos que a la afici¨®n hace so?ar la v¨ªspera, tumbada en las cunetas, mirando las estrellas, una noche c¨¢lida y gozosa. Para Evans, pobre Cadelito, son el recuerdo de los d¨ªas grandes, de su victoria en el ¨²ltimo Tour, y tambi¨¦n el calor del infierno, y son tambi¨¦n la se?al del sufrimiento, de la derrota. Evans, hinchado, pesado, sin agilidad, solo su cabez¨®n, su voluntad, tirando de su bicicleta, sin fuerzas, se arrastra en el Aspin. Por delante, Ivan Basso (¡°mi gregario de lujo¡±, dice Nibali, sin verg¨¹enza por utilizar una frase hecha para resaltar un trabajo ¨²nico) ha empezado a acelerar para ver no si Wiggins, inmaculado amarillo, afilado, cede, sino para ver si su equipo se descompone, o si no, para ver al menos si quitan del medio a Boasson Hagen, su gregario de cuarto nivel, el velocista noruego que ha marcado el ritmo en el padre Tourmalet. Sin embargo, para su sorpresa, quien cede al aumento casi imperceptible de velocidad es Evans, que empieza a boquear. Es la se?al.
Luz Saint Sauveur, al pie del Tourmalet, es una caldera recalentada por el sol, que da duro despu¨¦s de unas semanas en las que la bruma lo velaba, y sus rayos, que al amanecer se cuelan por las rendijas de las persianas como si fuera humo claro, una niebla que invade la oscuridad, rebotan en el asfalto y machacan a todos. Pero a Wiggins, que odia el calor, ni le rozan. Wiggins viaja en una burbuja delimitada, por delante, por el gran culo de Porte, su gregario de tercer nivel, y, por detr¨¢s, por el aliento de Froome, su fiel segundo. Para Wiggins los Pirineos no existen, no hay ni Tourmalet, ni Aubisque, ni Aspin, ni Peyresourde, no hay resonancias hist¨®ricas, ni miedo, ni sue?os, escondidos en cada s¨ªlaba. Wiggins quiere ser una m¨¢quina sin sentimientos para quien cada subida, cada puerto, se reduce a unos cuantos minutos, 20, 30 o 50, depende, en los que su producci¨®n de electricidad no debe superar un n¨²mero determinado de vatios, 300, 350, 380; en los que su consumo energ¨¦tico est¨¢ calculado al gramo por minuto, y tambi¨¦n la sed. Sabe que el Tour est¨¢ ah¨ª y no en ning¨²n otro sitio.
Para el l¨ªder no hay Tourmalet, ni Aubisque, ni Aspin, ni Peyresourde, ni historia, ni miedo
Wiggins est¨¢ en los Pirineos, pero para ¨¦l, que no ve el p¨²blico que grita, en espa?ol, sobre todo, ¡°?Ataca, Nibali, ataca!¡±, que no ve, mucho menos, la vegetaci¨®n, el verdor absoluto, para ¨¦l como si fueran las desoladas laderas del Teide en cuyas cuestas se ha preparado, se ha entrenado para resistir el calor, para hacerlo parte de su piel, porque la alternativa, hacer rodillo en un cuarto de ba?o con el grifo del agua caliente abierto, habr¨ªa sido aburrido.
Nibali ataca cuando ya Basso ha provocado la definitiva crisis de Evans
M¨¢s tarde, en el Peyresourde, a cuatro kil¨®metros de su cima, cuando Nibali ataca, ya hay brisa fresca. Nibali ataca cuando ya Basso, ¨¦l solito, ha provocado la definitiva crisis de Evans, de Cadelito, quien, orgulloso, se hab¨ªa negado a rendirse en el Aspin y hab¨ªa enlazado en el valle. Los escaladores que hac¨ªan da?o a Indurain, el Wiggins de hace 20 a?os, Pantani, Chiappucci, atacaban con las tripas, con furia y un mensaje de todo o nada. Con su primera pedalada romp¨ªan cualquier v¨ªnculo con el realismo, con el c¨¢lculo. Nibali, el ¨²nico rival finalmente de la pareja Sky, porque Froome sigue ah¨ª, ataca con la cabeza. Es decir, no ataca. En sus palabras, acelera, y Froome, primero, y Wiggins despu¨¦s, aceleran tambi¨¦n, pero poquito a poco, con m¨¢s caballos, como el motor perezoso y ronroneante de un Rolls Royce al que no le gustan los sobresaltos, y avanza sin tropiezos. ¡°He pegado tres, cuatro aceleraciones, pero no les he podido dejar¡±, dice El Tibur¨®n de Messina, tan en su papel que hasta intenta lucirse en el veloz, sencillo, descenso hacia la meta, pero in¨²til, pues entran los tres de acuerdo, la foto del podio final.
Terminado el d¨ªa, Zubeldia, resistente, est¨¢ contento porque ha cedido Evans y ya es quinto; Nibali est¨¢ contento porque han cedido Evans y un poquito Van den Broeck, y ya tiene asegurado el podio en Par¨ªs. ¡°Aunque me gustar¨ªa tambi¨¦n ganar una etapa¡±, dice, ilusionado. Queda una sola etapa de monta?a, hoy. Wiggins sigue en su burbuja, en la que no entra ni un soplo de aire exterior.
Pr¨®logo: Las variaciones Cancellara
Primera etapa: Los domingos generosos
Segunda etapa: Contra la melancol¨ªa, Cavendish
Tercera etapa: La construcci¨®n del personaje Sagan
Cuarta etapa: ?Ser¨¢ Greipel el bos¨®n de Higgs?
Quinta etapa: Y una monta?a en San Quint¨ªn
Sexta etapa: Una guerra de guerrillas
S¨¦ptima etapa: El 'nuevo ciclismo' toma el poder
Octava etapa: Wiggins y sus 'enemigos'
Novena etapa: Wiggins, un Indurain muy locuaz
D¨¦cima etapa: Los maquis del Grand Colombier
Und¨¦cima etapa: Cuando el segundo es mejor que el primero
Duod¨¦cima etapa: Pedaleando en la luz
Decimotercera etapa: 14 de julio en S¨¨te con Wiggins
Decimocuarta etapa: Luis Le¨®n, la memoria gen¨¦tica y el instinto
Decimoquinta etapa: Una victoria sobre una garrapata
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