¡°Zatopek corri¨® para escaparse de las dictaduras¡±
El fondista, evocado por el escritor Echenoz, logr¨® en Londres 1948 el primero de sus cuatro oros ol¨ªmpicos
Para Emil Zatopek (1922-2000), La locomotora humana, Londres siempre qued¨® asociado a unos anillos, pero no porque all¨ª se colgara dos medallas durante los Juegos Ol¨ªmpicos de 1948 (oro en 10.000m y plata en 5.000m). Una tarde, el campe¨®n checoslovaco se dio un paseo por Picadilly Circus. All¨ª se meti¨® en una joyer¨ªa. Compr¨® algo y se lo regal¨® a Dana Zatopkova, lanzadora de jabalina. La entrega de esos anillos de compromiso, el preludio de esa boda y de ese amor que durar¨ªa toda la vida, fue un raro episodio de felicidad en la existencia de un atleta que cuatro a?os despu¨¦s, en los Juegos de Helsinki 1952, se convertir¨ªa en el primer hombre capaz de conquistar el oro en las tres distancias de largo aliento (5.000, 10.000 y marat¨®n). Como dice el escritor franc¨¦s Jean Echenoz, premio Goncourt que fabul¨® su vida en Correr (Anagrama): ¡°Zatopek corri¨® para escaparse de las dictaduras¡±.
As¨ª transcurri¨® su vida. Zatopek vio c¨®mo a su Checoslovaquia natal llegaban los Messerschmitt monomotores de los alemanes, y c¨®mo luego se fueron expulsados por los cazas sovi¨¦ticos. En medio, ¨¦l, un chico que trabajaba en una f¨¢brica, simp¨¢tico y abierto, se convirti¨® en un atleta de correr sufriente, v¨ªctima de la censura que tergiversaba sus palabras en las entrevistas, convirti¨¦ndolas en cr¨ªticas al capitalismo, h¨¦roe en Londres y en Helsinki gracias a sus brutales entrenamientos, que inclu¨ªan la s¨¢dica costumbre de contener la respiraci¨®n mientras esprintaba por los bosques.
¡°Emil fue un corredor ¨²nico, incomparable, que sin el fen¨®meno del terror de la guerra, de la ocupaci¨®n nazi y comunista, puede que no hubiera existido como le conocemos, con esa voluntad de hierro tan caracter¨ªstica¡±, explica por tel¨¦fono Echenoz, quien se empap¨® de la figura del corredor, rastre¨¢ndola a trav¨¦s del tiempo por hemerotecas y archivos fotogr¨¢ficos. ¡°Lo que no pude imaginar es la relaci¨®n entre su vida y su carrera con la ¨¦poca hist¨®rica en la que vivi¨®, la relaci¨®n entre su vida personal y la pol¨ªtica de su tiempo¡±, a?ade. ¡°Son inseparables¡±. ¡°Fue un deportista ejemplar al que usaron los reg¨ªmenes pol¨ªticos en los que vivi¨®. Primero, experiment¨® la desaparici¨®n de su pa¨ªs. Luego, la Segunda Guerra Mundial y la ocupaci¨®n nazi. En esa situaci¨®n, empez¨® a correr, algo que no le gustaba, y acab¨® convertido en un emblema y un reh¨¦n del comunismo¡±, argumenta el escritor sobre el atleta, que llegar¨ªa a coronel y acabar¨ªa de barrendero por apoyar la primavera de Praga en 1968. ¡°Como met¨¢fora, dir¨ªa que Zatopek corri¨® para escaparse de las dictaduras¡±.
Creci¨® bajo los nazis, vivi¨® con los sovi¨¦ticos y compr¨® sus anillos de compromiso en Picadilly
En 1948, sobre la pista de Londres, empezaron a construirse varios de los mitos de Zatopek. Antes de acabar tom¨¢ndose un par de pintas en un pub, el checoslovaco arroll¨® en la competici¨®n con ese estilo tan suyo, que le dec¨ªa al p¨²blico sin palabras cu¨¢n cruento era su sufrimiento ¡ª¡°A cada segundo, es visible la lucha que mantiene contra s¨ª mismo y contra el mundo¡±, resume Echenoz¡ª. Luego, el fondista se dej¨® celebrar por el p¨²blico que abarrotaba el m¨ªtico y ya desaparecido estadio de Wembley. Despu¨¦s, se fue a Picadilly y compr¨® un par de anillos. Finalmente, camin¨® hasta la Villa ol¨ªmpica de las mujeres, y se acerc¨® a la ventana de su amada, entre los gritos de quienes le recordaban que su presencia estaba prohibida. Tantos a?os despu¨¦s, la vuelta de los Juegos a Londres hace que retumben en la memoria sus dos medallas del 48, y las tres de los siguientes; que reverdezca el recuerdo de aquellos anillos en una lanzadora de jabalina ganadora de un oro y una plata ol¨ªmpicas. ¡°Cada vez que vienen los amigos¡±, le cont¨® Zatopkova a AP mientras se?alaba a una urna azul; ¡°le ponemos entre nosotros, hablamos con ¨¦l, le ofrecemos un vino, y brindamos¡±.
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