La rutina paraliza al Bar?a
La derrota de Milan, excepcional por su dureza, reabre los frentes abiertos en la gesti¨®n del equipo
El Barcelona es un club de fama mundial no solo por los t¨ªtulos ganados, sino tambi¨¦n por su facilidad para explicar los partidos perdidos, como si fueran un accidente del juego, algo incontrolable o fatalista, ajeno a su de concebir el f¨²tbol. A partir de un relato que ha funcionado igual de bien en la victoria que en la derrota, siempre con el referente de la Masia, ha proyectado una imagen de equipo positivo y muy benigno.
?Aunque dolorosas, las ca¨ªdas ante el Inter y el Chelsea en la Copa de Europa y el Madrid en la Liga fueron asumibles para el barcelonismo, que culpabiliz¨® al contrario. La del mi¨¦rcoles en Mil¨¢n, en cambio, resulta reprobable por inesperada y novedosa, contra natura, lo nunca visto. Aunque siempre pena en la ida de los octavos de la Champions, jug¨® el Bar?a el peor partido en a?os, circunstancia suficiente para preguntarse si fue casualidad o es el s¨ªntoma de algo, de un problema serio.
Sin Tito, que no estar¨¢ en la vuelta, hay menos capacidad de intervenir en el equipo
En un partido se advirtieron los defectos disimulados por los triunfos. El equipo ha perdido tensi¨®n competitiva, el dramatismo de las citas exigentes, y tira en exceso del piloto autom¨¢tico. Hay la sensaci¨®n, por otra parte, de que se visualizan peor los partidos y menos a los rivales, de la misma manera que no se ha progresado el trabajo t¨¢ctico ni de campo. Hay rutina en el Camp Nou.
El estatus del equipo se refleja en las alineaciones, en los cambios, en las convocatorias y en las renovaciones. Hay una barrera entre titulares y suplentes que dificulta la competencia y se echa en falta capacidad de sorpresa, correcci¨®n e innovaci¨®n. A veces pareci¨® que se impon¨ªa la autogesti¨®n. Ocurre que la gesti¨®n del vestuario se ha complicado mucho despu¨¦s de la salida de Guardiola y la enfermedad de Vilanova.
El equipo ha pasado de la sobreexcitaci¨®n con Guardiola, un t¨¦cnico obsesivo en el m¨¦todo, a la expectaci¨®n por no decir contemplaci¨®n actual. Vilanova asumi¨® un reto may¨²sculo por la renuncia de Guardiola y Roura ha pasado de visionar v¨ªdeos a sentarse en el banquillo por la enfermedad de su amigo, quien continuar¨¢ hasta marzo en Nueva York y no estar¨¢ para la vuelta con el Milan. Aunque Roura y Vilanova se coordinan a diario, ha menguado la capacidad de intervenir en el equipo y en el juego.
No se trata de responsabilizar a los t¨¦cnicos sino de buscar respuestas colectivas a una situaci¨®n dif¨ªcil de corregir. El momento exige la implicaci¨®n de los diferentes estamentos del club, y por supuesto de los directivos, obsesionados con los pleitos y los esp¨ªas, para provocar la reacci¨®n de los jugadores, protagonistas de las muchas cosas buenas y tambi¨¦n de la derrota en San Siro. Hay un doble trabajo a corto y medio plazo, ambos relacionados. Al Bar?a le aguardan dos partidos muy comprometidos: el de Copa con el Madrid (26) y la vuelta de la Champions ante el Milan (12 de marzo). El reto es in¨¦dito para un equipo triunfal: se impone un remonte europeo y la continuidad copera o en caso contrario le resultar¨¢ muy dif¨ªcil sobrevivir cuatro meses con una la Liga tan bien trabajada que se da por conquistada.
Los azulgrana necesitan corregirse en la vuelta de la Copa de Europa despu¨¦s de constatar los errores de la ida
Los azulgrana necesitan corregirse en la vuelta de la Copa de Europa despu¨¦s de constatar los errores de la ida: no se puede ser tan previsible y por tanto m¨¢s f¨¢cil de contrarestar y se impone una mayor agresividad con el bal¨®n. La laxitud del plantel se plasma en el dibujo: ha cambiado un delantero ¡ªAlexis es presa del miedo y no se sabe qu¨¦ pasa con Villa ¡ª, por un cuarto medio (Xavi, Busquets, Iniesta y Cesc) y ya no presiona a la defensa rival. A veces funciona, y muy bien, como en M¨¢laga, y a ratos va mal, como en Mil¨¢n. Inm¨®vil y destensado, jug¨® el Bar?a el mismo partido 95 minutos, y no funcion¨® colectiva ni individualmente. No hubo manera de activar a Messi. El 10 no le ha marcado un gol de jugada a un equipo italiano en los ocho partidos jugados: s¨®lo transform¨® tres penaltis ante el Milan.
Necesita el Bar?a del mejor 10. No le queda m¨¢s remedio de momento que confiar en el talento de los jugadores, interesados en mantener su privilegiada situaci¨®n, y estimular a los t¨¦cnicos para propiciar que el equipo compita en las mejores condiciones. Aumenta la percepci¨®n, en cualquier caso, que al club no le quedar¨¢ m¨¢s remedio que afrontar unas cuantas cuestiones aplazadas, justificadas o no, como los fichajes de un delantero ¡ªdeber¨¢ decidir sobre Neymar con o sin la complicidad de Messi¡ª y un central, incluso despu¨¦s que Abidal recibiera ayer el alta m¨¦dica.
Ya lo advirti¨® Guardiola: ¡°Mejor me marcho porque acabar¨ªamos mal¡±. Vilanova se ha desvivido por contradecir a su valedor con la complicidad de Zubizarreta, que siempre dio con la mejor soluci¨®n. Aguarda el Bar?a a Tito, al mejor Messi y a la versi¨®n excelsa del equipo. Nada fuera de lo com¨²n. Lo insospechado fue la ca¨ªda en Mil¨¢n y, como tal, exige tambi¨¦n una remonte ins¨®lito. Ha entrado el Bar?a en la excepcionalidad despu¨¦s de menguar poco a poco en lo que se supon¨ªa com¨²n.
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