George Lowe, ¨²ltimo miembro de la expedici¨®n que conquist¨® el Everest
Su dur¨ªsimo trabajo en un segundo plano fue crucial para el ¨¦xito de Hillary y Norgay
En los anales expedicionarios, proclives a la grandilocuencia, probablemente haya pocos discursos que reflejen con menos prosopopeya una gran haza?a que las palabras que el neozeland¨¦s Edmund Hillary dirigi¨® a su amigo y compatriota George Lowe cuando este sali¨® a su encuentro y al de Tenzing Norgay mientras descend¨ªan de una escalada hist¨®rica: ¡°Bueno, George¡±, dijo Hillary, ¡°hemos acabado con el cabr¨®n¡±. ¡°Imagin¨¦ que lo habr¨ªais hecho¡±, replic¨® Lowe. Era el 29 de mayo de 1953 y el lac¨®nico di¨¢logo se?alaba la culminaci¨®n de un empe?o que, a lo largo de tres d¨¦cadas y una decena larga de expediciones, se hab¨ªa resistido a las mejores cordadas del mundo: hollar por primera vez la cima de la monta?a m¨¢s alta de la Tierra, el monte Everest (8.848 metros). El pasado d¨ªa 20 mor¨ªa a los 89 a?os Lowe, ¨²ltimo superviviente europeo del equipo del que se tiene constancia de que lo lograra.
La contribuci¨®n de Lowe al ¨¦xito de la ascensi¨®n no fue desde?able. Antes de que Hillary y Norgay lograran la cima, Lowe hab¨ªa formado parte de la vanguardia que tall¨® escalones en las heladas pendientes que conduc¨ªan al Collado Sur, punto clave de la ruta seguida por los primeros ascensionistas, que es la que ahora repite la mayor¨ªa de las expediciones posteriores. Pero, sobre todo, hab¨ªa formado parte del equipo que mont¨® el campamento m¨¢s avanzado, a unos trescientos metros por debajo de la cima. Durante toda la expedici¨®n mostr¨® su competencia y tenacidad en un dur¨ªsimo trabajo en segundo plano que result¨® crucial para el ¨¦xito del equipo.
Todo ello pese a que John Hunt, el l¨ªder de la expedici¨®n, hab¨ªa sido reacio en un primer momento a incorporar a Lowe en el equipo; fue Mallory quien, afortunadamente, le hizo cambiar de idea. Jan Morris ¡ªque acompa?aba a la expedici¨®n como corresponsal de The Times¡ª le describi¨® como ¡°un caballero en el antiguo sentido de la palabra: muy amable, lleno de fuerza, reflexivo y tambi¨¦n un aut¨¦ntico aventurero, una combinaci¨®n infrecuente¡±.
Antes de que Hillary y Norgay lograran la cima, Lowe hab¨ªa formado parte de la vanguardia que tall¨® escalones en las heladas pendientes que conduc¨ªan al Collado Sur
Lowe, hijo de agricultores escoceses emigrados a Nueva Zelanda, naci¨® en Hastings (Isla Norte) en 1924. Tras estudiar Magisterio en Wellington se hizo cargo de una escuela rural, dedicando los veranos a formarse como gu¨ªa de monta?a; fue en esa ¨¦poca cuando conoci¨® a Hillary, con quien en 1951 organiz¨® una expedici¨®n ligera al Himalaya del Garhwal, en India. Un a?o despu¨¦s, otra leyenda del himalayismo, Eric Shipton, les invit¨® a ambos a tomar parte en la expedici¨®n al Cho Oyu (sexta monta?a m¨¢s alta del planeta), en la que se puso a prueba el equipo humano y los materiales que se emplearon en el ascenso del Everest de la primavera siguiente.
Tras el ¨¦xito de 1953, muchos otros proyectos (la ascensi¨®n al Makalu, quinta cumbre del Himalaya, la traves¨ªa de Groenlandia, viajes de exploraci¨®n a Etiop¨ªa...) contaron con el concurso de Lowe. Pero entre todos ellos destaca la Expedici¨®n Transant¨¢rtica (1955-1958), primera traves¨ªa terrestre del continente helado por la ruta del Polo Sur, en la que tambi¨¦n tom¨® parte muy destacada Hillary. Lowe fue el fot¨®grafo del equipo.
A comienzos de los a?os sesenta Lowe se instal¨® como profesor en Santiago de Chile, pa¨ªs en el que nacieron sus tres hijos y que muy a su pesar se vio obligado a abandonar tras el golpe de Estado de Pinochet en 1973.
Lowe era el responsable de la rama brit¨¢nica de la Fundaci¨®n para el Himalaya de Hillary, dedicada a recaudar fondos para proyectos humanitarios y de protecci¨®n del medio ambiente en la regi¨®n del Everest.
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