Hipertensi¨®n en La Catedral
Aduriz da la victoria al Athletic ante un Granada que remat¨® al poste en el minuto 92
Hay peligro en San Mam¨¦s. Peligro de hipertensi¨®n por un estr¨¦s acumulado que no encuentra ni paciencia ni sosiego. Y se juega con miedo, con nervios, con un f¨²tbol impreciso, acelerado. Y se conduce en direcci¨®n contraria, y se provocan atascos defensivos por acumulaci¨®n de futbolistas. Y el rival transita, a poca parsimonia que tenga, como un dominguero pegado al volante del bal¨®n sin obst¨¢culos de frente ni a su espalda. Por eso San Mam¨¦s tembl¨® cuando Aduriz mand¨® el bal¨®n a la red, como se celebran los goles con futuro. Y por eso San Mam¨¦s tembl¨® en el periodo de prolongaci¨®n cuando Brahimi, el mejor jugador del partido, dispar¨® al poste. Entonces, La Catedral tuvo la sensaci¨®n de que San Mam¨¦s hab¨ªa movido la madera en su ¨²ltimo acto de servicio.
ATHLETIC, 1 - GRANADA, 0
Athletic: Iraizoz; Gurpegui, Ekiza, Laporte; Iraola, Herrera, San Jos¨¦, De Marcos; Susaeta, Aduriz (Llorente, m. 79) e Ibai G¨®mez (Muniain, m. 68) (Toquero, m. 89). No utilizados: Ra¨²l, Aurtenetxe, Isamel L¨®pez y Ramalho.
Granada: To?o; Nyom (Buonanotte, m. 68), ??igo, Mainz, Brayan; Juanma, Brahimi, Mikel Rico, Nolito; El Arabi (Aranda, m. 67) e Ighalo. No utilizados: Roberto, Diakhat¨¦, Lucena, Borja y Recio.
Gol: 1-0. M. 67. Aduriz cabecea picado un centro de Ibai G¨®mez.
?rbitro: Del Cerro Grande. Expuls¨® a Susaeta (m. 80) por doble amonestaci¨®n. Mostr¨® tarjeta amarilla a Herrera, ??igo L¨®pez.
Unos 38.000 espectadores en San Mam¨¦s
Ni el viento, que soplaba fuerte y a r¨¢fagas por Bilbao, decidi¨® entrar en San Mam¨¦s. Se qued¨® por las afueras, patrullando las calles aleda?as y molestando a los pocos viandantes que, de regreso de las vacaciones (era fiesta en Bilbao), no pudieron o no quisieron adentrarse en ese territorio insospechado en el que se ha convertido La Catedral en su ¨²ltimo a?o de vida. Ni el viento, ni el Athletic ni el Granada comparecieron en San Mam¨¦s. Hicieron acto de presencia, eso s¨ª, y se aplicaron con denuedo a la tarea, pero su esfuerzo era equivalente a su desacierto, su inter¨¦s incompatible con su aptitud.
Nada puede adormecer m¨¢s un partido que el noviazgo de la impotencia y el miedo. Y ambos equipos lo ten¨ªan casi por igual. Bielsa lo asumi¨® de salida poniendo una defensa de cinco (s¨ª, de cinco, no de tres, porque Iraola y De Marcos apenas atacaban) y dejando al resto de la tropa en la condici¨®n de guerrilleros individuales con un machete y un mosquet¨®n. M¨¢s a¨²n si uno de los pivotes centrales, San Jos¨¦, es un central habilitado atento al corte y poco dado a la confecci¨®n. El Granada, m¨¢s aseado en sus l¨ªneas, con m¨¢s agilidad en el campo, ten¨ªa dos delanteros (El Arabi e Ighalo), pero condenados a entenderse entre ellos m¨¢s que con sus compa?eros.
Pocas veces se ha visto a un Athletic en San Mam¨¦s con tantos futbolistas por detr¨¢s del bal¨®n y tan desperdigada su cuadrilla de gastadores. Algo ten¨ªa que ver con las enormes dificultades para sacar el bal¨®n de su ¨¢rea, tarea condenada para sus cinco defensas y solo encomendada a Ander Herrera que, sin compa?¨ªa, tiende m¨¢s al encaje de bolillos que al sencill¨ªsimo punto de cruz: al centro, a la izquierda, a la derecha y adelante.
Nada puede adormecer m¨¢s un partido que el noviazgo de la impotencia y el miedo
Aun as¨ª, porque el f¨²tbol suele ser generoso con el esfuerzo, Nolito cabece¨® al larguero una buena contra del Granada y a cambio Laporte cabece¨® una falta que rechaz¨® To?o con el susto en el cuerpo y el bal¨®n en los pu?os. Concesiones del juego, cafe¨ªna contra el sue?o.
El adormecimiento se siente cuando en vez de ver se escucha a los futbolistas en el campo. Y se o¨ªan los di¨¢logos, los improperios entre los ?ays! y los ?uys! del respetable. En esa mara?a, gustaba ver el f¨²tbol el¨¦ctrico de Brahimi, un futbolista que nunca reduce la cuarta velocidad. En tercera y con algunos problemas al volante, Ibai G¨®mez pon¨ªa un poco de piment¨®n picante con remate espor¨¢dicos, m¨¢s llamativos que bellos, con m¨¢s olor que sabor.
Y en esto, cuando m¨¢s ins¨ªpido estaba el plato, cuando la siesta amenazaba molicie, en un saque de esquina efectuado en corto, Aduriz caza el centro de Ibai G¨®mez con un cabezazo picado, perfecto, solo al alcance de los delanteros centro capaces de vivir colgados del cielo durante varios segundos. Llevaba 757 minutos sin marcar y fue a hacerlo cuando el Athletic m¨¢s fam¨¦lico estaba y a la vieja usanza. Por eso le premi¨® San Mam¨¦s con una ovaci¨®n puesto en pie cuando fue sustituido. Una ovaci¨®n que apag¨® los pitidos a Llorente, su sustituto. Luego Brahimi dispar¨® al poste y un poco despu¨¦s un bal¨®n llovi¨® de la grada. To?o lo devolvi¨® enfurecido, fuera de su marco y eso aprovech¨® Herrera para marcar a puerta vac¨ªa. Pero hab¨ªa dos balones en el campo y no pod¨ªa ser gol. An¨¦cdotas para una novela sin m¨¢s historia que el desenlace.
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