La Real se estanca en Pamplona
El futbol aguerrido de 0sasuna frena la inspiraci¨®n de los de Montanier
Lo peor del baile es que no te dejen bailar. Lo peor del cante es que no te dejen cantar. Si no tienes nada que hacer ?qu¨¦ haces? Especulas, te escondes, zigzagueas. En el caso del f¨²tbol, te vas a un lado y luego al otro como solo un ni?o es capaz de esconderse en el filamento de una bombilla. En cuanto Osasuna le propuso cruzar guantes, pasar de tonter¨ªas en el centro del campo y afilar cuchillos en el ¨¢rea, a la Real se le cayeron los principios y, sobre todo, los finales. De pronto se vio que entre ??igo Mart¨ªnez y Griezmann (por poner al ¨²nico que apareci¨® en alguna cornisa del campo), hab¨ªa un desierto infinito, un arenal tupido por el que no entraba ni un cuatro por cuatro de los que usan los jeques en vez de los camellos tradicionales. Ese fue el principal m¨¦rito de Osasuna, convencer al enemigo de que sus balas estaban mojadas y que ganar era una tarea de titanes.
OSASUNA, 0 - R. SOCIEDAD, 0
Osasuna: Andr¨¦s; Oier, Arribas, Fla?o, Nano; Raoul. Silva; Cejudo, Armenteros, De las Cuevas: y Kike Sola. No utilizados: Riesgo; Masoud, Pu?al, Nino, Manuel, Lolo y Dami¨¤.
Real Sociedad: Bravo; Carlos Mart¨ªnez, Gonz¨¢lez, ??igo Mart¨ªnerz, Cadamuro; Bergara, Elustondo; Vela, Xabi Prieto, Grierzmann; y Agirretxe. No Utilizados: Zubikarai, Estrada Jos¨¦ ?ngel, Ros, Rub¨¦n Pardo, Chory Castro e Ifr¨¢n.
?rbitro: Mateu Lahoz. Amonest¨® a Arribas, Silva, Armenteros, Cadamuro, Vela, Griezmann.
Unos 20.000 espectadores en el Reyno de Navarra.
Mendilibar puso kilos, actitud, f¨ªsico y sentido t¨¢ctico en su equipo. Luego jug¨® a lo que surja, como en las grandes fiestas, mientras la Real, en su nube principesca, solo pensaba que iba a llover, que hab¨ªa mal tiempo, y la borrasca osasunista pod¨ªa da?ar el tejado de su estructura. No est¨¢ la Real para cielos nubosos, para rachas atemporaladas, sino que vive en el viento sur, al albur de los alisios jugando con la meteorolog¨ªa futbol¨ªstica, como un alquimista juega con sus enjuagues para que alguien haga una novela. Mucho ten¨ªa que ver con la falta del faro, el que emite las se?ales en la Real, un tal Illarramendi que se mueve por el campo como el viejo en el mar, y de Zurutuza, que se mueve por el campo como el viejo sin el mar.
Todos los grandes equipos exhiben alguna vez sus carencias. Nadie es perfecto. Y la Real exhibi¨® sus defectos con la misma virtud que Osasuna le propuso, mientras pudo, un pugilato que le quit¨® las ideas. Nunca esta temporada hab¨ªa dado la Real tantos pelotazos, ni tantos seguidos. Ni hab¨ªa sufrido tanto con las embestidas de Silva. Ni los caracoleos de Kike Sola mientras la Real decid¨ªa que hacer con el partido: si afrontarlo o resistirlo. Osasuna le rompi¨® el orden establecido a la Real y de ah¨ª escarb¨® el punto. Porque ocasiones no hubo para ninguno. En el sal¨®n de baile no bail¨® nadie. Hab¨ªa una m¨²sica ambiental, pero la gente charlaba. La tuvo una vez Griezmann, porque es revoltoso por naturaleza y se asom¨® Kike Sola un par de veces, pero nadie exigi¨® a los porteros m¨¢s all¨¢ de lo que la pereza les exig¨ªa. Estirarse no es un esfuerzo, sino una obligaci¨®n.
Y es verdad que achuch¨® m¨¢s Osasuna y que resisti¨® mejor la Real. Pero el equipo navarro se pareci¨® m¨¢s a s¨ª mismo que lo que la Real quiere ser y viene siendo. Dir¨¢n los optimistas que se tom¨® un respiro (salvo en aquel remate de Agirretxe al poste) y que Osasuna hizo el trabajo que le tocaba, apretar tornillos, buscar emociones, encontrar escondrijos.
Lo cierto es que para la Real, Illarramendi es como atracar con faro o sin faro. De las dos maneras se puede, pero no es igual. Si ¨¦l no est¨¢, los delanteros parecen islas, incluso n¨¢ufragos. Vela, por ejemplo, se fue a una isla a descansar en espera de batallas m¨¢s meritorias.
Lo bueno es que nadie se fue descontento. El empate, que suele ser un descr¨¦dito para los que disparan en un duelo, les dej¨® a todos a gusto. A la Real porque no se encendi¨® el sem¨¢foro rojo y a Osasuna porque aceler¨® su conducci¨®n. En realidad o pas¨® nada, pero los dos equipos pensaron que pas¨® de todo.
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