Wiggo y la soledad del sir

Ya hubo algunos, los m¨¢s sabios, que lo advirtieron en invierno cuando el furor limpiador y purificador del Sky se llev¨® por delante tambi¨¦n a Sean yates, de pasado dudoso para el nuevo ciclismo. ¡°Quien m¨¢s va sufrir por la marcha de Yates es Wiggins¡±, dijeron. ¡°Si no, al tiempo¡±. Y tambi¨¦n contaban que la sabidur¨ªa del director ingl¨¦s --el ¨²nico de todo el staff del Sky que de verdad entend¨ªa algo de qu¨¦ va esto del ciclismo, recordaban¡ªhab¨ªa sido tan importante, o m¨¢s, como los grandes entrenamientos, las planificaciones, la periodificaci¨®n inversa, el SRM, el jugo de agave para endulzar el caf¨¦ y el Ret¨¹l, para ganar el Tour pasado. Como ejemplo, una an¨¦cdota que cuentan sus antiguos compa?eros en el Discovery, su anterior equipo. ¡°Hice una etapa del Tour con ¨¦l en el coche¡±, cuenta un amigo, ¡°y nada m¨¢s montar me dice. Va a pasar esto y esto y esto, y se va a escapar este de este equipo y este otro de otro equipo. Y acert¨® en todo como por arte de magia. Y al final de la etapa le pregunt¨¦ si ten¨ªa truco la cosa. ¡®Truco, no, observaci¨®n¡¯, me respondi¨®. ¡®?No te has fijado al salir qu¨¦ bicis de repuesto hab¨ªan puesto en el primer coche los equipos de los corredores que se escaparon? Las suyas, justamente¡¯. Y esto es solo un peque?o detalle¡±.

En la traves¨ªa calabresa, en el descenso lluvioso hacia la meta de Serra San Bruno el martes, los vericuetos finales y las piedras resbaladizas y peligrosas, sir Bradley Wiggins se qued¨® solo y retrasado. Solo como alguien acostumbrado a viajar siempre acompa?ado puede sentirse, con sus compa?eros acompa?antes, Henao y Ur¨¢n, por delante y sin mirar atr¨¢s. ¡°Les di permiso para que intentaran ganar la etapa¡±, dijo m¨¢s tarde Wiggo, quien prefiri¨® admitir un error ciclista de primero de primaria ¨Ccon Yates, ahora retirado, al otro lado del pinganillo nunca habr¨ªa ocurrido eso: al l¨ªder nunca se le puede dejar solo por detr¨¢s¡ªantes que reconocer una posible traici¨®n de sus ¨¦quipiers, una asunci¨®n m¨¢s dolorosa para justificar una p¨¦rdida de 17s en la meta del clausurado convento de San Bruno: poco tiempo comparado con el infinito del Giro que queda, pero aun as¨ª m¨¢s tiempo que el que arranc¨® al Astana de Nibali en la contrarreloj por equipos y un s¨ªmbolo lacerante de las brumas que acechan.

En la Gazzetta, el peri¨®dico del Giro, la carrera de Italia, en el pa¨ªs en el que en vez de la cohabitaci¨®n se impone como norma de convivencia la ¡®combinazione¡¯ a lo Andreotti (el compromiso acrob¨¢tico), gusta m¨¢s, por supuesto, la teor¨ªa de la traici¨®n. Despu¨¦s de subrayar c¨®mo tambi¨¦n Chris Froome, su segundo en su Tour a su pesar, le abandonar¨¢ a final de a?o despu¨¦s de haber logrado que la direcci¨®n del Sky le nombre vencedor de las primarias internas por el liderato en el pr¨®ximo Tour (?cu¨¢nta soledad para el sir!), el rotativo rosa recuerda como quien no quiere la cosa que los presuntos traidores, Ur¨¢n y Henao, terminan contrato justamente este a?o y que su mayor preocupaci¨®n actual es m¨¢s que el triunfo del colectivo el acumular puntos UCI en su cuenta individual para canjearlos por sus buenos euros en un nuevo contrato o bien con Sky o con cualquier otro pretendiente.

Sobre estos sinsabores y sobre el convencimiento ¨ªntimo de que el Giro de las insidias y las emboscadas envenena todo lo aprendido y le obligar¨¢ a un esfuerzo al que quiz¨¢s no est¨¦ dispuesto (para ser como Indurain no basta con desearlo), pudo meditar con tranquilidad el caballero de Londres, mangas largas un rato para reforzar su extra?eza, a lo largo de la larga ruta que bordeando el J¨®nico, el mar de los sibaritas helen¨ªsticos, que llev¨® al Giro desgre?ado por la angustia y por el viento, y algunas gotas de lluvia, el mi¨¦rcoles hasta las cuevas de Matera. Rectas interminables, aburridas, ni siquiera animadas por la an¨¦cdota de un no intentado abanico, aunque s¨ª por el muro matador de Montescaglioso, la villa bien nombrada, un barco en la cresta de una ola recortada en el aire, endurecido hasta la muerte por el Movistar de Ventoso para dolor de Cav, que se qued¨® all¨ª clavado, y por la subida final a Matera de piedra, donde el patinazo de media docena de corredores en la cabeza, en la pen¨²ltima curva, resbalos¨ªsima por un diluvio previo, degener¨® en ca¨ªda masiva estilo fichas de domin¨®, pobres chicos, unos cuantos huesos rotos, el fin de las esperanzas de Ventoso y la victoria del afortunado fun¨¢mbulo alem¨¢n Degenkolb, de gran ¨¦xito y fama en la ¨²ltima Vuelta, por delante de Vicioso.

PRIMERA ETAPA: Wiggo viste de rosa a un amigo siciliano

SEGUNDA ETAPA: 181 elevado a la 25=Wiggo en rosa

TERCERA ETAPA: Lo viejo, lo nuevo, lo rosa

CUARTA ETAPA: Robinson en los Apeninos