El devorador de campeones
Nadal abusa de Federer en la final y certifica que es el tenista m¨¢s en forma: n¨²mero uno de 2013 y vencedor de nueve top-10
¡°Os hubiera tratado de locos¡±. En 1h 09m, Rafael Nadal desarbola 6-1 y 6-3 al suizo Roger Federer en la final del Masters 1000 de Roma, recupera con su triunfo el n¨²mero cuatro, que le permitir¨¢ tener un cuadro m¨¢s amable en Roland Garros (desde el domingo) y certifica que es el tenista m¨¢s en forma de 2013. Lo gritan sus tiros, lo afirman los datos. Nadie ha ganado m¨¢s puntos que Nadal en lo que va de curso (5000, por los 4310 de Novak Djokovic, el campe¨®n del Abierto de Australia). Nadie ha devorado a m¨¢s campeones que ¨¦l (9-1 contra los otros diez mejores tenistas del planeta). Nadie ha celebrado m¨¢s Masters 1000 (tres) ni llega m¨¢s lanzado a Par¨ªs. ¡°Os hubiera tratado de locos¡±, acierta a contestar cuando le preguntan si habr¨ªa cre¨ªdo a quien le dijera que todas esas estad¨ªsticas estaban en su futuro mientras penaba durante siete meses una lesi¨®n de rodilla que le impidi¨® volver a las pistas hasta febrero.
En Roma, no hay partido. El espa?ol destruye golpe a golpe y tiro a tiro al m¨ªtico Federer. Eso no es un encuentro, es una masacre, una paliza. El suizo nunca se parece a s¨ª mismo. Nadal, que sigue jugando con una venda alrededor de la rodilla izquierda, no le deja rebuscar en su infinito repertorio. Le destruye a pelotazos, le desborda por intensidad, se impone porque ¨¦l juega con la mente limpia y Federer hipotecado por el 19-10 de su cara a cara. ¡°?Roger! ?Que hemos pagado la entrada!¡±, grita un espectador, desesperado, mientras el n¨²mero tres encaja un 0-9 y solo se apunta 36 puntos en todo el partido (un p¨ªrrico 37% de los peloteos).
Con la victoria, el espa?ol recupera el n¨²mero cuatro de cara a Roland Garros
La 20? final entre los dos rivales legendarios es monocrom¨¢tica. Federer la ataca a toda mecha y protagoniza un inicio que augura batalla. El n¨²mero tres mundial aborda la red, acorta los puntos, dispara con acierto su saque. Intenta jugar a toda velocidad, no entrar en el cara a cara, huir del duelo a pecho descubierto. A los 31 a?os, Federer sabe que no tiene posibilidades si el pulso se decide desde la intensidad, los pulmones y el ritmo. Quiere ser fuego en campo de trigo seco, liebre corriendo en los caminos, que el v¨¦rtigo presida la final y se imponga al comp¨¢s aguerrido de su contrario. Nadal no cae en la trampa. Abre una trinchera y se defiende. Desde la trinchera empieza a avanzar poco a poco a campo abierto, mirando de frente al partido. Pronto deja su zona de seguridad y con la raqueta en la mano asalta la de su contrario, que acaba con la suya por los suelos. El mallorqu¨ªn pasa de invadido a invasor en cuanto acaban esos dos primeros juegos.
Frente al cambio de escenario, el suizo no tiene un arranque de genio ni reacciona a la altura de su leyenda, apenas se deja ver rompiendo el saque de Nadal cuando este sirve 6-1 y 5-1 por el duelo. Es un Federer menor, dimitido en la primera manga, uno que asume enseguida que la remontada es imposible. El campe¨®n de 17 grandes siempre se ha distinguido por su talento infinito y su hambre inagotable. En Roma, abusa de lo primero, fi¨¢ndose demasiado de su mu?eca antes que de las piernas, y nada tiene de lo segundo: compite como si con llegar a la final ya tuviera la panza llena.
¡°No ha sido mi d¨ªa, ha sido m¨¢s el d¨ªa de Rafa, cosa que se da con frecuencia sobre la tierra¡±, dice a¨²n sobre la pista el derrotado, al que el vencedor castiga duramente desde el resto. Federer solo suma el 30% de los peloteos que lanza con su segundo servicio. Durante la semana hizo suyos el 66% de esos intercambios. Sin saque, juega a merced de su contrario.
¡°Esto es m¨¢s que un sue?o¡±, dice en Tve Nadal, coronado por sexta vez en ocho torneos tras su vuelta a las pistas. ¡°Valoro todo lo que me est¨¢ pasando m¨¢s que nunca porque s¨¦ d¨®nde estaba¡±, cierra tras lograr su s¨¦ptima corona romana.
El duelo entroniza a Nadal. Es su 24? Masters 1000, el r¨¦cord absoluto, y su victoria 250 en los torneos de la categor¨ªa. Pese a que no compiti¨® en el Abierto de Australia, el espa?ol ya es el mejor tenista de lo que va de 2013. Falta, por supuesto, la prueba de Djokovic, el n¨²mero uno mundial, que le derrot¨® en la final de Montecarlo; falta, est¨¢ claro, el examen de Andy Murray, que durante su ausencia celebr¨® un oro ol¨ªmpico y un Abierto de EEUU; y falta, finalmente, que el curso quede coronado por la conquista de un torneo grande. Sin embargo, en Roma Nadal volvi¨® a firmar otro sorprendente cap¨ªtulo en la incre¨ªble historia de su vuelta a la competici¨®n. A una semana de Roland Garros, vive un sue?o.
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