Alain Mimoun, a la sombra de Zatopek
El atleta franc¨¦s lleg¨® por detr¨¢s del checo en tres carreras ol¨ªmpicas y logr¨® ganarle el marat¨®n de Melbourne 1956
Hay estrellas del deporte que brillan tanto, que protagonizan gestas tan improbables, momentos imborrables, que sus competidores quedan inevitablemente ensombrecidos para la historia. Alain Mimoun, que muri¨® el pasado jueves a los 92 a?os, fue uno de los mejores fondistas de su ¨¦poca, pero tambi¨¦n fue uno de esos atletas eclipsados a pesar de sus cuatro medallas ol¨ªmpicas entre los Juegos de Londres 1948 y Melbourne 1956. Precisamente fue en esta ¨²ltima cita donde consigui¨® sobreponerse a su monstruo particular, que tambi¨¦n fue su amigo y que no fue otro que el gran Emil Zatopek, la locomotora checa, el chico que no sab¨ªa correr y que lo gan¨® todo.
Mimoun naci¨® como Ali Mimoun O¡¯Kacha el 1 de enero de 1921 en el seno de una familia de granjeros de una poblaci¨®n cercana a Or¨¢n, en la Argelia francesa, y fue tambi¨¦n uno de esos atletas cuyas carreras y vidas quedaron marcadas para siempre por la II Guerra Mundial. Con el uniforme del Ej¨¦rcito franc¨¦s combati¨® en esa contienda y en una de sus batallas, la de Montecassino, donde los aliados pugnaban por llegar a Roma result¨® gravemente herido en una pierna. ¡°Pensaron que hab¨ªa que amputar¡±, reconoc¨ªa risue?o en una entrevista para la televisi¨®n hace unos a?os.
Por suerte para ¨¦l y para el atletismo franc¨¦s los m¨¦dicos consiguieron evitarlo. Tan solo cuatro a?os despu¨¦s, el joven Mimoun se plantaba en la pista de ceniza ol¨ªmpica de Londres 1948 para correr en los 10.000m. All¨ª estaba Zatopek, un a?o menor que el franc¨¦s, con su estilo inconfundible, los brazos desarbolados, el gesto desencajado y su correr implacable. A dos vueltas del final, el checo dio un golpe de autoridad y empez¨® a engullir corredores. Solo se salv¨® el peque?o Mimoun, que gan¨® la plata y un amigo.
Tras los Juegos, Mimoun visit¨® a Zatopek en Praga, estrecharon su relaci¨®n. Y se volvieron a citar en Helsinki 1952, los Juegos de Zatopek. El checo gan¨® las dos pruebas de fondo en la pista (5.000m y 10.000) y el marat¨®n. Mimoun se tuvo que conformar con la plata en las dos primeras.
Esa final ol¨ªmpica de 5.000m bien puede resumir como pudo sentirse el atleta franc¨¦s durante la mayor parte de su carrera. A falta de una vuelta, Zatopek se hab¨ªa quedado rezagado y ocupaba la cuarta posici¨®n. ¡°Era la ¨²ltima vuelta e iba detr¨¢s de m¨ª y me dije: ¡®se ha rendido¡±, recordaba d¨¦cadas m¨¢s tarde en la misma entrevista. En la recta final el checo super¨® a todos sus rivales en un instante, a Mimoun por tres metros.
Cultiv¨® una gran amistad con su eterno rival a pesar de la competencia
El enjuto atleta franc¨¦s tuvo que esperar otros cuatro a?os para vivir su primer momento de gloria ol¨ªmpica, el mismo que su amigo le hab¨ªa robado en las tres ocasiones anteriores. Los Juegos de Melbourne no empezaron bien para Mimoun, que ya ten¨ªa 35 a?os y solo pudo ser 11? en los 10.000.
El corredor se empe?¨® en inscribirse en el marat¨®n, una distancia que nunca hab¨ªa intentado. ¡°Me dijeron: ¡®est¨¢s loco¡±, recordaba en la entrevista, como recordaba el calor asfixiante de ese d¨ªa en Melbourne, que ese mismo d¨ªa naci¨® su hija Olimpia, que no bebi¨® ni una gota de agua en los 42 kil¨®metros y que el pa?uelo con el que se proteg¨ªa la cabeza le pesaba ¡°una tonelada¡±. Pero solo una cosa le hac¨ªa sonre¨ªr. Era revivir ese momento en que entr¨® solo en el estadio, los gritos y aplausos de los espectadores y c¨®mo mir¨® hacia atr¨¢s esperando ver a su gran rival, a su amigo. Zatopek no estaba all¨ª.
El checo entr¨® minutos despu¨¦s, en la sexta posici¨®n. ¡°Me alegro por ti, amigo¡±, dice el franc¨¦s que dijo. Mimoun logr¨® tres Juegos despu¨¦s su primer oro ol¨ªmpico. Corri¨® tambi¨¦n en Roma 60, a los 39 a?os, pero se hundi¨® en la clasificaci¨®n. Zatopek ya no estaba por ah¨ª.
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