S¨ªndrome del parado
Brajkovic termin¨® la etapa pen¨²ltimo, a 10.48 del ganador, el alem¨¢n Andr¨¦ Greipel
Cuando he visto a Brajkovic sentado en el asfalto a menos de 11 kms de la meta de Montpellier, inm¨®vil e aparentemente relajado, sin prisa para levantarse, he pensado que o bien se hab¨ªa fracturado algo y siendo consciente de ello ni se mov¨ªa, o bien estaba totalmente desorientado. O ambas cosas a la vez, que tampoco son incompatibles.
Con respecto a la desorientaci¨®n, no puedo olvidarme de aquella que sufri¨® hace un par de a?os, tras una de estas montoneras tan t¨ªpicas de la primera semana de Tour, un antiguo compa?ero de Brajkovic, Chris Horner. Horner se levant¨® y sigui¨® adelante; aparentemente todo normal, al margen de los consabidos rasponazos en la piel. Pero comenz¨® a hacer preguntas extra?as a sus compa?eros: ?Por qu¨¦ vais tan r¨¢pido?, ?d¨®nde vamos?, ?esta qu¨¦ carrera es?. Viendo la incoherencia del discurso, al principio pensaron sus compa?eros que pod¨ªa tratarse de una broma del norteamericano. Pero los resultados m¨¦dicos posteriores confirmaron que aquella confusi¨®n era resultado del traumatismo que hab¨ªa sufrido en la cabeza, que lo hab¨ªa dejado totalmente conmocionado. Horner cruz¨® la meta de aquella etapa del Tour como un aut¨®mata; sin saber qui¨¦n era, ni d¨®nde estaba ni qu¨¦ era lo que estaba haciendo por all¨ª entre tanta gente.
Otra an¨¦cdota en este sentido la protagoniz¨® C¨¦sar Solaun, del Euskaltel, hace ya muchos a?os. Se cay¨® en una montonera, se levant¨® lo m¨¢s r¨¢pido que pudo, y fruto de la conmoci¨®n, inici¨® la marcha en direcci¨®n contraria a la carrera. Tras cruzarse con un par de coches que se llevaron adem¨¢s una buena bronca por parte del corredor, ¨¦ste cay¨® en la cuenta de la confusi¨®n y reanud¨® la marcha de manera ordinaria. ?l lo contaba entre risas al d¨ªa siguiente, pero en el momento seguro que no tuvo ni la m¨¢s m¨ªnima gracia.
Ca¨ªda, golpe seco y de repente¡la calma. Los coches frenan para esquivarte pero contin¨²an su marcha
Y ayer viendo a Brajkovic as¨ª de parado me acord¨¦ de lo que un d¨ªa me dijeron que se llamaba el s¨ªndrome de la autopista, aunque buscando informaci¨®n me he dado cuenta de que es precisamente algo parecido a lo que llaman el s¨ªndrome del parado. Brajkovic iba inmerso en su rutina, especialmente concentrado en un d¨ªa que exig¨ªa un mayor grado de atenci¨®n por la circunstancia del viento y la amenaza de abanicos en el momento menos pensado que ello conlleva. Calma tensa, valga la contradicci¨®n. De repente una isleta central, una m¨¢s entre cientos de rotondas, pero una que por alguna circunstancia no es avistada con la suficiente antelaci¨®n. Ca¨ªda, golpe seco y de repente¡la calma. Los coches frenan para esquivarte pero contin¨²an su marcha pasando de largo a tu altura. Ves miradas furtivas que el reflejo del cristal no te ayuda a identificar. El coche de tu equipo para; el mec¨¢nico desciende con un par de ruedas en la mano pero antes se acerca a tu altura para ayudar a que te levantes. Tu director, que ha aparecido de repente, le ayuda en la tarea. Otro coche para mientras los dem¨¢s siguen sorte¨¢ndote de cualquier manera. Aparece el m¨¦dico de carrera que te pregunta algo en un idioma desconocido. Suena el claxon de un coche mientras una moto parada con un c¨¢mara en la parte trasera permanece inm¨®vil cerca de ti. Todo transcurre muy lentamente en ese momento, aunque m¨¢s tarde en el recuerdo todo transcurrir¨¢ incre¨ªblemente r¨¢pido. Y cuando reanudas la marcha, te sorprende la velocidad de la vida. La vida, en este caso la carrera, contin¨²a sin ti a la misma velocidad. T¨² est¨¢s desenganchado y ves como el tren est¨¢ cada vez m¨¢s lejos. Y lo que m¨¢s perplejo te deja, es pensar que hace unos minutos t¨² eras capaz de circular a ese ritmo.
Ayer el pobre Brajkovic termin¨® la etapa pen¨²ltimo, a 10.48 del ganador, el alem¨¢n Greipel. Poco le importaba al esloveno que, por cierto, tras unos puntos de sutura, est¨¢ ya fuera de carrera.
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