?Esto es la Vuelta!
Froome se impone por la m¨ªnima en la contrarreloj a Contador, Purito y Valverde, y siente el aliento de los espa?oles en los Alpes
Antes de que anegaran el valle y sus pueblos, y su vida viva, para convertirlo en aguas muertas, uno de los lagos artificiales m¨¢s grandes de Europa, la iglesia de Saint Michel dominaba el pueblo de Chorges, orgullosa sobre un mont¨ªculo. Cuando terminaron de construir el dique que cerraba el paso al r¨ªo Durance, y cuando estaban a punto de derribar la linda iglesia blanca, los ingenieros calcularon que por mucho que subieran las aguas nunca llegar¨ªan al nivel del mont¨ªculo, y decidieron salvarla, convertida ahora en un peque?o islote, m¨ªnimo, con la ermita y su torre puntiaguda respirando por encima, y unos ¨¢rboles, un peque?o milagro. Quiz¨¢s as¨ª, a salvo del diluvio y las aguas tumultuosas, con la naricilla por encima, y tambi¨¦n gran parte de la cabeza, se podr¨ªa ver a Froome, rodeado pero a¨²n superior (aunque no tan totalmente seguro como podr¨ªa pensarse dada su ventaja en la general, 4m 34s sobre Contador, ya segundo, y dada su superioridad manifiesta en todos los terrenos, incluida la curiosa contrarreloj, ni monta?a ni descenso ni nada, que gan¨® sin esperarlo).
Los que pugnaban por convertir el Tour de las 100 ediciones en el primer Tour se?alado de su vida se enteraron al fin de lo que es bueno
La causa de su margen de inseguridad, que crecer¨¢ en los tres d¨ªas alpinos que restan hasta Par¨ªs (Alpe d¡¯Huez en doble raci¨®n el jueves; Madeleine y Glandon, viernes; Semnoz el s¨¢bado), podr¨ªa encontrarse en el s¨²bito cambio de paisaje sufrido por el Tour, donde el sol que quemaba ha sido sustituido por nubes oscuras que descargan al atardecer lluvia en gotas gordas (pero, este mi¨¦rcoles al menos, lo hicieron a lo grande despu¨¦s de que hubieran terminado de arriesgar los corredores sus espinazos por cuestas salvajes con bicis ingobernables, como si toda la energ¨ªa el¨¦ctrica de la tormenta que se preparaba ruidosa se hubiera transformado en energ¨ªa cin¨¦tica para sus piernas finas), y donde el paisaje monta?oso casi calc¨¢reo de las tierras de Gap y sus alrededores se hubiera transformado en unos Pirineos de bolsillo (los de la vertiente espa?ola, claro) en los que bulliciosos los espa?oles hubieran encontrado ox¨ªgeno nuevo y piernas renovadas, lo que hasta ahora les faltaba para acompa?ar a lo que siempre les ha sobrado, su alma guerrera, generosa e inoxidable. Y tanto fue as¨ª la contrarreloj entre Embrun y Chorges (32 kil¨®metros con dos puertos de segunda empotrados en ella, dos ascensos y dos descensos, y bicis de todos los gustos, y cambios, montadas seg¨²n la fantas¨ªa del mec¨¢nico de cada equipo: Contador sali¨® con bici normal con acoples y rueda lenticular trasera para hasta subir los puertos, todo un invento, mientras que los dem¨¢s salieron con bici normal m¨¢s o menos tuneada y cambiaron a cabra para el ¨²ltimo descenso) que si a cualquier aficionado al ciclismo se le ense?aran los cinco primeros puestos de la etapa (Froome, Contador, a 9s; Purito, a 10s; Kreuziger, a 23s y Valverde, a 30s) sin decirle de qu¨¦ carrera se trataba, este habr¨ªa exclamado: ?Esto es la Vuelta! ?Sin duda es la Vuelta! Porque all¨ª estaban ellos, adem¨¢s del Kreuziger guadianesco al que la compa?¨ªa de Contador ha transformado en checo seguro, los mismos que tanto juego dieron la ¨²ltima Vuelta: ?el bullicioso tr¨ªo hispano y el ingl¨¦s al que sacaron los ojos!
Y los otros, los que pugnaban por convertir el Tour de las 100 ediciones en el primer Tour se?alado de su vida, se fueron volando, se enteraron al fin de lo que es bueno: los holandeses de los p¨®lders, el gran Mollema (al que el esfuerzo ag¨®nico para el que est¨¢ preparado le hace retorcerse sobre la bici como en sus a?os Escart¨ªn, y en el equipo, por eso, le cantan el Fernando de los Abba cuando le quieren tomar el pelo) y Ten Dam, que estuvieron al nivel que esperaban (pero no esperaban que el nivel saxo-espa?ol fuera tan alto); el gran Quintana, que pese a todo logr¨® acabar sexto un contrarreloj de su primer Tour¡
Y mientras duraba el ¨¢nimo caliente, antes de la cena y del fr¨ªo an¨¢lisis sin vino ni emociones sobre los perfiles y las tropas de lo que queda de carrera, las declaraciones de los ciclistas estuvieron a su altura. ¡°Pero si esto no era una contrarreloj, esto era como una escapada¡±, dijo el feliz Purito, de habitual al¨¦rgico a las cabras y lo que las rodean y capaz de terminar a 10s de Froome, nada menos. Y este, el ingl¨¦s, dijo que no pensaba que pudiera ganar porque se hab¨ªa reservado, no se hab¨ªa entregado a tope, y que le sorprend¨ªa tanto la victoria como se esperaba estos d¨ªas ataques de espa?oles por todas partes. Y Contador dijo que ten¨ªa la rodilla hinchada y que seguir¨ªa intent¨¢ndolo, pero que no hab¨ªa arriesgado.
Y lo queda puede ser menos de lo que figura en el libro de ruta, pues una corriente interna se mueve para que se suspenda, en caso de lluvia, el ins¨®lito descenso del primer Alpe d¡¯Huez por un verdadero camino de cabras, a lo que Bjarne Riis, el director del Saxo, respondi¨® que esto es el Tour, se?ores, no una excursi¨®n escolar, seguramente con el mismo tono de superhombre con el que Vincent Lavenu, el director del Ag2r, convenci¨® a su ciclista Peraud de que saliera a compartir despu¨¦s de haberse roto la clav¨ªcula unas horas antes entrenando. El gesto le vali¨® a Lavenu varias horas de publicidad televisiva intensa, con un comentarista llamando h¨¦roe al pobre pedalista, que, inseguro como aquel que llevaba el destornillador para apretarse los tronillos de la clav¨ªcula reci¨¦n operada, volvi¨® a caerse inevitablemente y acab¨® la prueba en coche.
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