Un Nadal de rayos y truenos
El espa?ol abruma 6-4, 6-2 y 6-2 a Harrison en su debut neoyorquino, moment¨¢neamente interrumpido por la lluvia
¡°El Matador¡± de Los Fabulosos Cadillacs vuelve a atronar por los altavoces de la central del Abierto de Estados Unidos. Es una se?al inconfundible. Rafael Nadal, ausente por lesi¨®n en 2012, est¨¢ de vuelta: el espa?ol gan¨® 6-4, 6-2 y 6-2 al local Ryan Harrison en primera ronda y sobre la misma pista que le vio proclamarse campe¨®n (2010) y finalista (2011) en sus dos ¨²ltimas participaciones. Nadal jug¨® con autoridad. Al n¨²mero 97 se le hizo de noche al mismo ritmo que el cielo se fue oscureciendo convocando a la tormenta. Cuando lleg¨® el agua y el partido se interrumpi¨® (6-4, 2-1 y saque del espa?ol), el n¨²mero dos comenz¨® un baile fren¨¦tico. De salto en salto, como un canguro, intent¨® mantener activa la musculatura. Luego, estir¨® intensivamente los cu¨¢driceps. Convertido en un ogro de cemento (suma 16 victorias y ninguna derrota en 2013), el espa?ol mantuvo la chispa en las piernas para que alimentara el fuego de su juego. As¨ª, con los tendones y las articulaciones protegidos de la humedad y el fr¨ªo, abras¨® a Harrison.
Nadal est¨¢ iluminado para lo fino y para lo grueso, listo hoy para jugar un tenis poli¨¦drico
Harrison es un tenista con talento, saque, movilidad y decisi¨®n. La raqueta de Nadal, que escribi¨® el guion del duelo con sus brillos y sus borrones, le impidi¨® tener continuidad y dictado en el partido. El estadounidense vivi¨® un mal trago desde el arranque. Al primer break a favor, que fue en el juego inaugural del duelo, lleg¨® el espa?ol recuperando un remate franco de Harrison con un mu?ecazo de squash. Pocos tiros pueden retratar mejor que ese el momento dulce del que disfruta el campe¨®n de 12 grandes, iluminado para lo fino y para lo grueso, listo hoy para jugar un tenis poli¨¦drico, lleno de matices, en el que lo mismo cabe el pelotazo poderoso que la sutileza en la red. La grada se lo reconoci¨® rompi¨¦ndose las manos. En Nueva York, que alberga el grande m¨¢s ruidoso, lleno de acordes de rock en los descansos y de gritos durante los puntos, Nadal juega en casa. El p¨²blico se identifica con su esp¨ªritu irreductible y su pasi¨®n competitiva. Ni Harrison, que sali¨® a la pista invocando la bandera (¡°Juego ante los m¨ªos¡±, dijo segundos antes del partido), pudo hacer dudar a la gente sobre hacia d¨®nde dirigir su aliento.
Ahora, el tenista espa?ol se enfrentar¨¢ al ganador del Pospisil-Silva
Nadal no se enfrent¨® a ning¨²n punto de break hasta la tercera manga, cuando ya el partido estaba decidido. Gobern¨® un doble pulso, el que le propusieron Harrison y los elementos. Soplaba el viento, chispeaba la lluvia, y el espa?ol, un maestro en las condiciones m¨¢s dif¨ªciles, porque tiene un activo juego de piernas que le permite golpear la pelota en posiciones seguras, mandaba con la derecha. Una y otra vez, Nadal sac¨® de posici¨®n a Harrison con su mejor golpe. El estadounidense, que tiene tacto para las recuperaciones, acab¨® inclin¨¢ndose ante el mazo del espa?ol, insistente como el dentista y su instrumental en busca de la caries. Desesperado, acab¨® lanzando su raqueta contra el raquetero.
Ahora, el n¨²mero dos se enfrentar¨¢ al ganador del Pospisil-Silva. Este es un Nadal nuevo, no solo en las estad¨ªsticas (campe¨®n de los Masters 1000 de Montreal y Cincinnati) y en las sensaciones (m¨¢s agresivo y decidido, de menos desgaste), sino tambi¨¦n en los planteamientos. ?l, que ha hecho carrera planeando sutiles pero irrevocables ¡®in crescendo¡¯ en los torneos del Grand Slam, so?ando con una puesta a punto que le viera en plenitud f¨ªsica y ten¨ªstica en la segunda semana de los grandes, acaba de empezar de dulce el Abierto de Estados Unidos. Por primera vez en su vida, Nadal puede sentirse como el m¨¢ximo favorito en un torneo de la categor¨ªa sobre cemento, el terreno de Murray, el reino de Federer, el cielo de Djokovic. Para empezar, dej¨® un partido lleno de rayos y truenos.
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