Incumplidor de promesas
Presidente del club entre julio de 2008 y junio de 2009, la palabra de Soriano se convirti¨® en papel mojado
En las distancias cortas, el poder de persuasi¨®n de Vicente Soriano (Pu?ol, Valencia, 1953) era su punto fuerte, capaz de convencer a los accionistas del Valencia, cuando fue presidente del club entre julio de 2008 y junio de 2009, de que ten¨ªa vendidas las parcelas del viejo Mestalla, que siguen sin venderse seis a?os despu¨¦s. Lo hab¨ªa prometido por activa y por pasiva. Su rotundidad y seguridad en s¨ª mismo hac¨ªan dif¨ªcil dudar de su palabra.
Pero solo la cumpli¨® en el terreno deportivo, neg¨¢ndose a vender a Villa y a Silva pese a las penurias econ¨®micas del club, arruinado por la gesti¨®n anterior de Juan Soler. Esa negativa a desprenderse de las principales figuras le vali¨® la enemistad del principal acreedor, Bancaja, cerr¨¢ndole el grifo de la financiaci¨®n y precipitando su salida de la entidad.
Los domingos por la tarde, Soriano acud¨ªa puntual a la misa celebrada en el campo de futbito de la urbanizaci¨®n de El Puig en la que veranea, due?o de un lujoso chalet a orillas del Mediterr¨¢neo. En ese lugar de recreo se le ve¨ªa cada vez menos en las cenas con los amigos en las terrazas. Su embrollo en el Valencia empezaba a pasarle factura. Aunque su pasado ya invitaba a la desconfianza. Empez¨® de exportador de naranjas y alg¨²ns agricultor le acus¨® de dejar de pagarle. En los noventa, Soriano se pas¨® a la construcci¨®n como intermediario en la compra-venta de terrenos, posteriormente fue promotor y representante de grupos inversionistas. Viento en popa en los negocios, el Valencia era una tentaci¨®n demasiado fuerte para quien hab¨ªa admirado tanto a su paisano Pepe Claramunt, capit¨¢n valencianista de los a?os setenta.
Soriano lleg¨® al Valencia en 2004 de la mano de una candidatura, Cor i for?a (coraz¨®n y fuerza), encabezada por el expresidente Paco Roig. Fracasada esa opci¨®n, se puso a comprar acciones y se convirti¨® en el segundo m¨¢ximo accionista de la sociedad de Mestalla, por detr¨¢s del nuevo propietario, Soler, que lo nombr¨® vicepresidente. La lucha entre ellos por el control del club fue feroz, intercalada incluso por una fugaz alianza de Soriano con Juan Villalonga, el expresidente de Telef¨®nica, que no fructific¨®.
En su trabajo de buscador de inversores, Soriano entr¨® en contacto con un grupo uruguayo de muy dudosa reputaci¨®n, Inversiones Dalport, que supuestamente le recomprar¨ªa las acciones que ¨¦l se hab¨ªa comprometido a pagar a Soler. Con la ampliaci¨®n de capital impulsada por Manuel Llorente en 2009, los t¨ªtulos se convirtieron en papel mojado. Y Soriano tampoco cumpli¨® esta vez su palabra.
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