La noche m¨¢s larga del Atl¨¦tico contra el Bayern
Entre el primer partido de la final del 74 (1-1) y el segundo de desempate (4-0), 48 horas despu¨¦s, los rojiblancos apenas durmieron y le dieron mil vueltas al gol de Schwarzenbeck
¡°No puede ser, no puede ser, no puede ser¡±, mascullaba incr¨¦dulo Adelardo Rodr¨ªguez, el 15 de mayo de 1974, camino de los vestuarios del estadio Heysel de Bruselas. Instantes previos al gol de Schwarzenbeck que forzaba el segundo partido, Adelardo, que era el capit¨¢n rojiblanco, incluso hab¨ªa dirigido su mirada a las gradas. Buscaba el acceso al palco donde le ser¨ªa entregado el trofeo por Artemio Franchi, presidente de la UEFA. A falta de 30 segundos para el final de la pr¨®rroga, todo lo que ya imaginaba, el levantamiento de la primera Copa de Europa para el Atl¨¦tico, el abrazo con su suegro y presidente del club, Vicente Calder¨®n, el j¨²bilo de los 25.000 aficionados desplazados que tomaron Bruselas, se chaf¨®. Schwarzenbeck, que era un corpulento central, les hab¨ªa arrebatado el t¨ªtulo y la gloria con un tiro lejano y raso que neutraliz¨® el majestuoso lanzamiento de falta de Luis Aragon¨¦s seis minutos antes. Aquel disparo imposible, que se col¨® en la historia negra colchonera entre muchas piernas, el meta Miguel Reina y el poste ¡ª¡°no se lo cree ni ¨¦l¡±, apunta el defensa Eusebio¡ª, forz¨® el partido de desempate 48 horas despu¨¦s.
Me tir¨¦ todo el d¨ªa en la cama. Esa espina clavada te dura toda la vida¡±, lamenta Adelardo
La misma ciudad, el mismo estadio, pero dos equipos en din¨¢micas dispares. El Bayern, crecido. El Atl¨¦tico, hundido, incapaz ya de recuperarse. Cuarenta a?os despu¨¦s, los recuerdos de algunos de los protagonista de lo que pas¨® entre el primer partido y el segundo son vagos, pero todos coinciden que la noche despu¨¦s del primer partido, en un hotel a 40 kil¨®metros de Bruselas, fue la m¨¢s larga y dura de la historia del club. ¡°No pod¨ªamos dormir, estuvimos por los pasillos y las habitaciones hablando entre nosotros hasta las cinco o las seis de la ma?ana¡±, rememora el extremo derecho Armando Ufarte, al que una lesi¨®n le impidi¨® jugar el segundo encuentro desde el inicio. ¡°Fue una noche muy dura, vi a verdaderos hombres llorar porque era la ¨²ltima oportunidad que ten¨ªan de ganar la Copa de Europa¡±, evoca el excentrocampista Jabo Irureta.
¡°No nos dorm¨ªamos, est¨¢bamos descentrados, era algo que ten¨ªamos ganado y est¨¢bamos saboreando la victoria. Era impensable que le gan¨¢ramos al Bayern de Maier, Beckenbauer, Breitner, M¨¹ller, H?eness¡ y lo ten¨ªamos hecho. Ese empate final fue un trauma. No paramos en toda la noche de darle vueltas, las habitaciones fueron una lamentaci¨®n constante¡±, relata el fino ariete Jos¨¦ Eulogio G¨¢rate con la voz temblorosa. ¡°Habiendo tenido la Copa entre las manos... No descansamos nada por el estr¨¦s y la decepci¨®n. No se me olvida la cara de Luis Aragon¨¦s, destrozado, aunque como uno de los veteranos tratara de animar a los dem¨¢s. Por la ma?ana nos enteramos de que los alemanes fueron a entrenarse. Yo fui con los suplentes por la tarde, pero no hice casi nada porque descansamos muy mal esa noche¡±, asegura Eusebio. ¡°?Y qui¨¦n iba a dormir?¡±, se pregunta Miguel Reina, uno de los m¨¢s afectados por haber encajado ese gol ¡°al que un portero siempre tiene que llegar¡±. ¡°Pero yo no llegu¨¦¡±, a?ade.
¡°Como no hab¨ªamos dormido, yo me tir¨¦ todo el d¨ªa en la cama al d¨ªa siguiente porque tambi¨¦n ten¨ªa una molestia en el gemelo. Ahora existe el descanso activo, pero antes era el reposo absoluto. Comer¨ªamos lo de siempre, un consom¨¦, pescado, carne y fruta, pero est¨¢bamos jodidos, jodidos. Esa espina clavada te dura toda la vida¡±, cuenta Adelardo.
En esas condiciones de agotamiento psicol¨®gico y f¨ªsico, en el segundo partido, el Bayern pas¨® por encima del Atl¨¦tico (4-0). Irureta, sostiene una teor¨ªa que va m¨¢s all¨¢ de que f¨ªsicamente existiera una desigualdad notable entre los alemanes y los espa?oles. ¡°Hab¨ªa que haber trabajado m¨¢s los aspectos emocionales. Entre nosotros quiz¨¢ ten¨ªamos que habernos animado m¨¢s, pero en el subconsciente estaba su gol. Adem¨¢s de las bajas que ya ten¨ªamos por las sanciones de la semifinal contra el Celtic, yo no pude jugar el segundo partido por la maldita tarjeta que vi en el primero¡±.
¡°La recuperaci¨®n no fue buena, salimos al campo en unas condiciones an¨ªmicas que no era las id¨®neas¡±, corrobora G¨¢rate. ¡°Influy¨® la recuperaci¨®n f¨ªsica, la suya fue mejor que la nuestra¡±, discrepa Ufarte. ¡°Por entonces ninguno ten¨ªa la carrera de psicolog¨ªa¡±, ironiza Reina. ¡°El Toto Lorenzo, que era el entrenador, trat¨® de animarnos, aunque s¨ª recuerdo que ese d¨ªa, no son¨® el Viva Espa?a en el casette que siempre llevaba a cuestas¡±, dice Adelardo. ¡°Lorenzo era muy supersticioso, antes de jugar ten¨ªamos que pasar por delante de una funeraria con el autob¨²s y esta vez no fuimos a buscarla¡±, abunda Reina.
El rodillo f¨ªsico alem¨¢n lo describi¨® hace poco Heredia al explicar el primer gol de ese segundo duelo: ¡°Fui al cruce con H?ness, pero me pas¨® como un tren¡±. Se habl¨® de sospechas de dopaje en el Bayern, pero ¡°eso es una barbaridad, no tiene ni pies ni cabeza¡±, asevera Irureta.
¡°Ellos eran m¨¢s fuertes y ten¨ªan grandes jugadores. Es un recuerdo triste, pero ya no afecta, es como cuando se muere un padre o una madre, 40 a?os despu¨¦s lo tienes asumido, aunque es cierto que sigo pensando que pod¨ªamos haber cambiado la historia del Atl¨¦tico en el primer partido¡±, concluye G¨¢rate.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.