El rey del rock and roll
En su programa televisivo ¡®De Zurda¡¯, lo ¨²nico que le faltaba, Maradona es un maestro en el arte de poner el dedo en la llaga
![Maradona, durante el Argentina-Irán.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/O62H4GLVNOE7QSCKEGOJTV6UTE.jpg?auth=b54dbedf0532f42842217054353bb0a48f5f23682b0b453521a1e422e4b60292&width=414)
Conocemos toda la vida de Diego Armando Maradona.?Le hemos admirado goles imposibles y trampas incre¨ªbles. Lo hemos visto entrar y salir de la desintoxicaci¨®n de drogas. Lo hemos seguido como m¨¢xima estrella y tambi¨¦n como entrenador de la selecci¨®n de f¨²tbol argentina. Hemos contemplado su tatuaje de Fidel Castro, y a Castro en persona admirando el tatuaje. Hemos escuchado canciones de rock y de cumbia villera dedicadas a ¨¦l. Maradona ha sido estrella del horario de televisi¨®n nocturno y protagonizado un documental de Emir Kusturica.
Y ahora tiene lo ¨²nico que le faltaba: un programa de an¨¢lisis deportivo en la televisi¨®n.
El programa se llama De Zurda, y Maradona lo comparte con el uruguayo V¨ªctor Hugo Morales, precisamente el periodista que narr¨® su hist¨®rico gol contra Inglaterra y bautiz¨® al 10 como barrilete c¨®smico. Pero si usted est¨¢ pensando en un programa normal de conversaci¨®n, olv¨ªdelo.
En la primera entrega, Maradona apareci¨® vestido con traje de raya diplom¨¢tica, tres aretes en las orejas y un reloj en cada mu?eca. Y lo primero que hizo fue presumir de todas sus ilegalidades deportivas: el gol con la mano en el mundial del 86 y otro gol que salv¨® con la mano y que el ¨¢rbitro tampoco vio. Al menos esta vez no se ufan¨® de haber drogado al equipo brasile?o d¨¢ndole agua con tranquilizantes para que perdiese en el tiempo suplementario. Pero en todo caso, dej¨® claro que este programa no ser¨ªa pol¨ªticamente correcto.
Maradona no es un periodista: es un protagonista. Es el ¨²nico cronista deportivo con quien todos quieren hablar
Las sucesivas entregas del programa han mantenido el tono, salvo por el traje, remplazado por camisas estampadas con cruces y camisetas con arabescos dorados. Maradona reparte bofetadas y sentencias con la autoridad de un sacerdote y la eficacia medi¨¢tica de una estrella. Al equipo de su pa¨ªs, que ¨¦l mismo hab¨ªa entrenado en el Mundial anterior, le dijo:
¡ªA Argentina la veo sin aire, hasta a veces desganada. Me parece que no encuentra la posici¨®n en la cancha.
Cuando Espa?a perdi¨® con Holanda, Maradona lanz¨®:
¡ªMi amigo Mourinho dijo que Casillas ya no era el arquero. Y bien caro le cost¨®. Se tuvo que ir del Madrid. Hoy le doy la raz¨®n a mi amigo Mourinho.
Maradona no es un periodista: es un protagonista. Es el ¨²nico cronista deportivo con quien todos quieren hablar. Radamel Falcao no ha jugado el Mundial, pero ha ido al programa de Maradona. Julieta Venegas canta en la sinton¨ªa de apertura. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha asistido como invitado. Incluso el uruguayo Luis Su¨¢rez entr¨® por tel¨¦fono desde su concentraci¨®n, o el entrenador de Chile despu¨¦s de ganarle a Espa?a, cuando cualquier periodista habr¨ªa matado por una declaraci¨®n exclusiva. A ellos, Maradona no los entrevista: los anima. Les dice lo que han hecho bien y mal, y ellos son felices de escucharlo.
Tambi¨¦n tiene palabras para sus enemigos. Cuando Argentina anot¨® en el ¨²ltimo minuto contra Ir¨¢n, Maradona acababa de abandonar su asiento en el estadio. Julio Grondona, vicepresidente de la FIFA, sugiri¨® que el ex jugador le daba mala suerte al equipo. La respuesta del astro no tuvo pelos en la lengua:
Lo que dice Maradona sobre el deporte y la pol¨ªtica puede gustarte o no. Pero no puedes dejar de verlo
¡ªPobre est¨²pido. Esto es m¨¦rito de Messi, no es porque yo me haya ido. Pero quiero decirle a Grondona que lo que tengo puesto, me lo gan¨¦ trabajando. Y lo que tiene puesto ¨¦l, se lo compr¨® con la FIFA.
Precisamente la FIFA, a la que Maradona considera una transnacional, es el blanco preferido de sus dardos. Ha denunciado que Joseph Blatter se embolsa 4.000 millones de d¨®lares ¡°sin hacer nada. Ni siquiera sabe patear un c¨®rner, ya no te digo un penal¡±. Ha acusado a la federaci¨®n de programar el partido Jap¨®n-Costa de Marfil a una hora en que los japoneses pudiesen verlo y los africanos no, porque pagan menos. Y se ha escandalizado por que la FIFA haya cobrado la transmisi¨®n del mundial a Hait¨ª, un pa¨ªs en ruinas.
Y es que, en el fondo, De Zurda es un programa pol¨ªtico, incluso en el t¨ªtulo. Su coprotagonista, V¨ªctor Hugo Morales, es cercano al Gobierno argentino y afirma haber sido acosado por la dictadura uruguaya. En su compa?¨ªa, Maradona cuenta an¨¦cdotas de la Revoluci¨®n Cubana que le ha narrado Fidel Castro, se declara seguidor de Cristina Kirchner desde el primer momento, defiende a Dilma Rousseff, y aplaude la lucha contra la pobreza en la Bolivia de Evo. El programa se emite por Telesur, la cadena p¨²blica venezolana, y est¨¢ patrocinado por la empresa estatal Petr¨®leos de Venezuela.
Lo que dice Maradona sobre el deporte y la pol¨ªtica puede gustarte o no gustarte. Pero no puedes dejar de verlo. En un mundo en que la pol¨ªtica es espect¨¢culo y el f¨²tbol es dinero, Maradona es un maestro en el arte de poner el dedo en la llaga, dentro y fuera de la cancha. Podemos llamarlo eg¨®latra, prepotente, tramposo o panfletario, pero al fin y al cabo, desde Elvis Presley, esas han sido siempre las cualidades de los reyes del rock and roll.
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