F¨²tbol y barbacoa con alemanes
Estos vecinos m¨ªos de Hann¨®ver son aficionados a hacer barbacoas e invitarse los unos a los otros. Desde que Espa?a qued¨® eliminada de la Copa Mundial se muestran particularmente hospitalarios conmigo. A alguno s¨®lo le ha faltado darme el p¨¦same. Total, que el ¨²ltimo jueves me invitaron a ver en su casa el partido de Alemania contra Estados Unidos y ?c¨®mo me iba a negar? Hay que saber perder.
Por lo dem¨¢s, son buena gente; pero, claro, les tira lo suyo y me la ten¨ªan guardada desde el gol de cabeza de Carles Puyol en Sud¨¢frica y a¨²n antes, desde aquel otro de Fernando Torres en 2008. Enseguida me percat¨¦ de que necesitaban carne. La que le hab¨ªan comprado al carnicero, que fue a parar a la parrilla, sobre las brasas, y la m¨ªa para alimentar su autoestima.
En 2006, cuando organizaron ellos el Mundial, descubrieron el patriotismo festivo, con m¨²sica, mejillas pintadas y toda clase de objetos adornados con la bandera nacional. Tambi¨¦n llevan la bandera en el autom¨®vil e incluso unas fundas con los colores negro, rojo y amarillo en los espejos laterales. Me pregunta uno de los invitados si en Espa?a la gente tambi¨¦n luce banderas. ?Qu¨¦ hago?, digo para m¨ª. ?Le cuento la verdad? Tras pens¨¢rmelo unos instantes, le respondo que lo mismo que en Alemania, s¨®lo que entre nosotros se estila la variedad de banderas.
Cuando suena el himno a todos los presentes se dan a inspeccionar si los jugadores cantan
Y suena el himno, con m¨²sica de Haydn que les pone la carne de gallina, y todos los presentes se dan a inspeccionar si los jugadores cantan. El m¨¢s vigilado es ?zil. Una vez no movi¨® los labios y el pa¨ªs entero lo acribill¨® a reproches. Y s¨ª, todos cantan: los futbolistas, el entrenador, los asistentes, los seguidores en las gradas. Las c¨¢maras de televisi¨®n no se olvidan de enfocar a ninguno.
Entretanto, ya estoy preparado para la inevitable pregunta que, en efecto, no tarda en llegar. ?Es verdad que el himno espa?ol carece de letra? Esto ya es abiertamente provocador. Animado por los varios tragos de cerveza (de trigo, oscura) que llevo bebidos, les respondo con aplomada socarroner¨ªa, incluso con profesoral empaque, que eso no es verdad, que nuestro himno tiene letra y que esta reza la, la, la, hasta que termina la m¨²sica. Incluso con dicha letra ganamos una vez el Festival de Eurovisi¨®n. Asombro general. ?Espa?a gan¨® Eurovisi¨®n con su himno? Esta gente me va a dar la tarde y todav¨ªa quedan noventa minutos de partido.
Alemania se define a s¨ª misma como el pa¨ªs de los poetas y pensadores (Dichter und Denker). Y yo a?adir¨ªa, el de los quejumbrosos. No paran de lamentarse. Que ya es mala suerte que llueva. Que por qu¨¦ no juega Klose. Que Lahm deber¨ªa volver a su puesto de otros a?os en la defensa y achacan a L?w que se deje influir por Guardiola.
Fingen sufrimiento. En el fondo, no albergan la menor duda de que pasar¨¢n a octavos. Tanto a alemanes como a estadounidenses les basta el empate. Ambos entrenadores son amigos, adem¨¢s de compatriotas, y trabajaron juntos. Para fastidiar un poco mientras sirven la primera salchicha, les recuerdo aquel vergonzoso tejemaneje con Austria durante el Mundial de Espa?a, en El Molin¨®n, a?o 82. Siento un placer cercano al ¨¦xtasis cada vez que un ciudadano alem¨¢n intenta pronunciar el nombre de Gij¨®n. Guill¨®n, Llill¨®n, Gill¨®n, Llij¨®n. Algunos m¨¢s avanzados llegan hasta la forma Guij¨®n. Claro que un espa?ol diciendo Schweinsteiger no lo hace mejor.
Hacer un M¨¹ller consiste en celebrar un gol con la boca abierta, las piernas y los brazos extendidos, y el ¨ªndice de cada mano se?alando el cielo
Pasan los minutos, se ponen nerviosos, ya no me hacen preguntitas sobre Espa?a, el tiqui-taca ni la edad de Del Bosque. Mientras como y bebo, me dedico a verlos sufrir ante el televisor. No se dan cuenta ni de lo que se llevan a la boca. Lo mismo masticar¨ªan sin darse cuenta la chapa de una botella.
Y, a todo esto, Alemania mete gol. Dios, qu¨¦ gritos. ?Este el pa¨ªs de los poetas y los pensadores? A continuaci¨®n, varios de ellos se ponen a hacer un M¨¹ller. Hacer un M¨¹ller consiste en celebrar un gol a la manera de este jugador, o sea, con la boca abierta, las piernas y los brazos extendidos, y el ¨ªndice de cada mano se?alando el cielo.
Visiblemente relajados, sirven una ronda de estad¨ªsticas. Alemania no ha sido nunca eliminada en la primera ronda, Klose (que ha salido a jugar) podr¨ªa superar el r¨¦cord de goles de Ronaldo Naz¨¢rio en un Mundial. Tambi¨¦n, alg¨²n d¨ªa, Thomas M¨¹ller, que lleva nueve tantos en nueve partidos. De vez en cuando se mofan del locutor, justo por lo que a m¨ª m¨¢s me gusta. Y es que en ocasiones permanece durante medio minuto o m¨¢s en silencio. ?Para qu¨¦ va a hablar si no tiene nada que decir? ?Para contarnos lo que todos vemos? Los presentes se preguntan si habr¨¢ dejado el puesto para ir al servicio o para echarse un cigarrillo.
Termina el partido con victoria alemana por 1 a 0. Anfitri¨®n e invitados reparan de pronto en m¨ª. En previsi¨®n de posibles preguntas, me apresuro a alabar el juego de su selecci¨®n. Tambi¨¦n alabo la carne y la cerveza. Me miran sonrientes, como diciendo: amiguito del sur de Europa, no siempre se gana.
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