M¨¦xico exporta sus iconos de televisi¨®n al Mundial de Brasil

El Chapul¨ªn Colorado decidi¨® viajar a Brasil para el Mundial. Como si el antih¨¦roe mexicano hubiera dicho ¡°s¨ªganme los buenos¡±, cientos de aficionados de ese pa¨ªs han viajado a la sede del Mundial de f¨²tbol con la maleta llena de disfraces para apoyar a su selecci¨®n. Por las calles de Brasil se puede reconocer a los hinchas mexicanos vestidos tambi¨¦n del Chavo del 8 o con sombreros de mariachi y m¨¢scaras de lucha libre. Est¨¢n orgullosos de sus s¨ªmbolos y los comparten con aficionados de otros pa¨ªses.

Lejos de la samba y la capoeira, tradicionales iconos de Brasil, los mexicanos han cautivado a los seguidores de otros equipos de la Copa del Mundo con el canto del Cielito Lindo, pero sobre todo con los disfraces de los personajes creados en la d¨¦cada de los 70 por el actor y guionista Roberto G¨®mez Bola?os, conocido como Chespirito. ¡°El Chavo del 8 y El Chapul¨ªn Colorado se usan de disfraz para que la gente les ubique que somos de M¨¦xico. Es como venir con la bandera mexicana, el mariachi o el tequila¡±, comenta Joselyn Batis, una aficionada mexicana que ve los partidos de su selecci¨®n en un bar en Sao Paulo.

Tanto los brasile?os como la mayor¨ªa de los latinoamericanos recuerdan bien a los personajes creados por Chespirito que desde 1971 fueron exportados de M¨¦xico a toda la regi¨®n y que muchos a?os despu¨¦s se siguen retransmitiendo en la televisi¨®n. Por un lado el Chapul¨ªn Colorado, un h¨¦roe venido a menos que siempre es salvado casi m¨¢s por casualidad que por m¨¦rito; o el Chavo del 8, un chico de barrio pobre que sue?a como comer torta (bocadillo) de jam¨®n y beber agua de tamarindo (zumo de un fruto agridulce).

Pero en el Mundial las caracter¨ªsticas de los personajes trascienden m¨¢s all¨¢ y se popularizan como s¨ªmbolos de la hinchada. ¡°En nuestra cultura (la mexicana) tenemos mucho apego a los s¨ªmbolos patrios, religiosos, y televisivos. El uso de los s¨ªmbolos mexicanos trasciende y el resto de la afici¨®n se identifica con nosotros¡±, explica Diana Marenco, especialista en semi¨®tica de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM). Los aficionados no necesitan conocer la historia de los personajes para demostrar simpat¨ªa por ellos e incluso adoptarlos como propios, apunta.

¡°Creo que la gente se viste as¨ª porque tienen arraigado lo que es de M¨¦xico. Al Chapul¨ªn y al Chavo toda Sudam¨¦rica los conoce. Los ven como buena gente, nos identifican y eso es bueno. Nosotros los mexicanos tenemos muchas creencias y muchas tradiciones y nos encanta presumirlas¡±, dice Fernando Palacios, otro mexicano en Sao Paulo. A M¨¦xico le gusta exportar sus s¨ªmbolos. Est¨¢, por ejemplo, la ola de estadio que se populariz¨® en en Mundial de 1986, una coreograf¨ªa de la afici¨®n para simular el oleaje del mar en los estadios. Y m¨¢s recientemente el grito homof¨®bico a los porteros oponentes, por el que la FIFA busc¨® sancionar a la selecci¨®n mexicana, y que fue copiado por la afici¨®n brasile?a en el partido de la primera ronda de M¨¦xico ante Brasil.

En las tribunas de los estadios los mexicanos destacan tambi¨¦n por los penachos aztecas de plumas, los sombreros gigantes de paja y las pelucas tricolor, pero sobre todo por el entusiasmo que ponen para animar a su equipo.¡°El error est¨¢ en pensar en que los productos son locales, creo que cuando uno analiza los c¨®digos y las convenciones sociales nos vamos dando cuenta que en realidad nos parecemos mucho¡±, comenta Marenco.

En las calles de M¨¦xico, los aficionados tienden a uniformarse con la camiseta verde de su selecci¨®n y en general hay menos disfraces que en los estadios --algunos usan sombreros de mariachi cuando salen a las calles a celebrar-- como si sus s¨ªmbolos fueran m¨¢s un producto de exportaci¨®n que un bien dom¨¦stico.