Extraterrestres
Las victorias de Brasil son celebradas con apoteosis enfebrecidas que duran horas, hasta la madrugada del d¨ªa siguiente
Una publicaci¨®n de cachondeo brasile?a asegura que, seg¨²n el C¨ªrculo Qu¨¢ntico de Expansi¨®n Humana de la ciudad de Goi?nia, en el Estado central de Goi¨¢s, los extraterrestres est¨¢n muy interesados en la Copa del Mundo y hasta re¨²nen sus naves en la vertical de los estadios no s¨®lo para contemplar el partido sino para aprovecharse de la energ¨ªa que exhalan 60.000 almas enardecidas.
Bueno.
Si un extraterrestre de esos (dicen los de ese c¨ªrculo que a veces pasean de inc¨®gnito) hubiera llegado al barrio de la Vila Madalena en el oeste de S?o Paulo, hace una semana, a la hora en que la selecci¨®n brasile?a vapuleaba a Camer¨²n, tambi¨¦n habr¨ªa podido extraer energ¨ªa suficiente para volver a Andr¨®meda (o donde fuere). La afluencia de gente es tal en esos d¨ªas de partido de Brasil que la polic¨ªa ya se ha resignado a bloquear las calles al tr¨¢fico. Hab¨ªa un tipo que enchuf¨® una televisi¨®n no s¨¦ a qu¨¦ clavija de su coche y consigui¨® sintonizar el partido colocando la pantalla en el techo. La encendi¨® media hora antes de que el ¨¢rbitro pitara el inicio. Ah¨ª se reunieron una treintena de brasile?os, entre los que se contaban 10 barrenderos que, por azares de la vida, llevaban uniforme amarillo y verde y no desentonaban nada del paisanaje total.
Dicen los que viven aqu¨ª que en los barrios m¨¢s populares la fiesta es a¨²n m¨¢s enloquecedora
El partido empez¨® y la calle se volvi¨® loca. Los vendedores de bocadillos aparecieron a la llamada, los que vend¨ªan bebidas tambi¨¦n, los que vend¨ªan banderas, gorros y trompetas, lo mismo, las pandillas de amigos con la camiseta de Brasil, las pandillas de amigas, tipos solos, mujeres en batall¨®n, los millares y millares de gentes con ganas de alegr¨ªa y de ganar la calle y el partido o lo que fuera tomaron cada una de las esquinas del barrio, que se inund¨® de una marea amarilla imparable. Para ocupar sitio en algunos bares hab¨ªa que reservar con d¨ªas de antelaci¨®n (como en el campo) y comprometerse a gastar al menos 80 reales (unos 25 euros) en lo que uno quisiera, en caipirinhas con fresas, por ejemplo, una bebida que les recomiendo. Los goles de Brasil en un partido casi de tr¨¢mite contra la endeble Camer¨²n eran coreados como si se jugase la final del Campeonato del Mundo. En el intermedio, los que hab¨ªan pagado reserva en los bares salieron afuera a codearse y a empaparse de la euforia y del frenes¨ª de los que estaban en la calle y que ve¨ªan el partido atisbando por las ventanas pero con el mismo arrebato. Al final del partido ya no hubo excusa y todo el mundo sali¨® a llenar la ciudad en una apoteosis enfebrecida que dur¨® horas, hasta la madrugada del d¨ªa siguiente. Dicen los que viven aqu¨ª que en los barrios m¨¢s populares (Vila Madalena es de clase media alta) la fiesta es a¨²n m¨¢s enloquecedora.
Y todo esto no era nada comparado a la que se form¨® el s¨¢bado, despu¨¦s de ganar a Chile en los penaltis y pasar a cuartos.
Uno no puede ni imaginarse lo que ser¨¢ la final en esta parte del planeta llamada Brasil si su selecci¨®n llega y gana.
Uno tampoco puede imaginarse la cara que pondr¨¢ el extraterrestre cuando lo vea.
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