Los chicos malos
La primera fase del Mundial dej¨® grandes sorpresas, entre ellas una interesante colecci¨®n de suicidios.
El defensa portugu¨¦s Pepe, por ejemplo, no recibi¨® una tarjeta roja por darle un cabezazo a M¨¹ller, sino por amenazarlo. Pepe ya le hab¨ªa quitado la pelota ¡ªmanotazo de por medio¡ª y despejado el peligro. Pero furioso tras dos goles en contra, volvi¨® a donde el alem¨¢n segu¨ªa derribado, le habl¨® al o¨ªdo y le dio un topet¨®n con la frente. No sabemos qu¨¦ dijo, pero s¨ª a qu¨¦ son¨® m¨¢s o menos: ¡°La pr¨®xima vez te rompo las piernas¡±.
Pepe no es precisamente un jugador cerebral. En 2009, durante los ¨²ltimos minutos de un partido entre el Real Madrid y el Getafe, cometi¨® un penal contra Casquero, y despu¨¦s, le pate¨® la cabeza. El ¨¢rbitro lo expuls¨®. El portugu¨¦s, fuera de s¨ª, insult¨® al ¨¢rbitro y le dio un pu?etazo a otro. Pepe ve en el rival a un enemigo, est¨¢ dispuesto a todo, y en situaciones de estr¨¦s, puede perder el control.
Otro estilo emplea Kevin Prince Boateng, jugador de la Liga inglesa y estrella de Ghana. No es el neur¨®tico, es el rebelde. No es el combatiente febril, sino el subversivo m¨¢s kamikaze.
Aunque hijo de africano, Boateng naci¨® en Alemania y jug¨® en el equipo juvenil de ese pa¨ªs. Pero era demasiado indisciplinado. El entrenador lo ech¨®, y Boateng tramit¨® su pasaporte de Ghana para jugar en la selecci¨®n de ese pa¨ªs.
Este a?o, Boateng empez¨® a dar que hablar cuando lesion¨® a Ballack en una falta del Portsmouth-Chelsea. Boateng ya sab¨ªa que se enfrentar¨ªan en el mismo grupo de la Copa del Mundo, y la lesi¨®n dej¨® a Ballack fuera de ella. Sospechoso. A¨²n as¨ª, sus principales v¨ªctimas no son los rivales, sino ¨¦l mismo y los suyos. Ya en Brasil, Boateng se dej¨® fotografiar con una cerveza y fumando un cigarrillo mientras esperaba el test antidoping. Para colmo, el jugador pele¨® con el seleccionador y fue retirado del equipo justo antes de su partido decisivo.
Ghana perdi¨® ese partido. Lo gan¨® precisamente el Portugal al que volv¨ªa Pepe tras un partido suspendido, aunque tampoco eso le sirvi¨® para llegar a octavos.
Un jugador no es s¨®lo una m¨¢quina de patear. Juega con sus pies, pero tambi¨¦n con su temperamento. Con su car¨¢cter, sus defectos y sus miedos
Sin duda, el n¨²mero uno en la antolog¨ªa de futbolistas que no pueden con su genio ha sido Luis Su¨¢rez. Su mordida al central italiano Chiellini le vali¨® una suspensi¨®n de nueve partidos, cuatro meses y 82.000 euros. Pero no es un rebelde nato ni un bulldozer. Simple o incre¨ªblemente, de vez en cuando, muerde.
Ya es la tercera vez que lo hace. Un noruego gan¨® 670 euros en una casa de apuestas por jugar dinero a que Su¨¢rez volver¨ªa a morder en el Mundial. El uruguayo ya hab¨ªa sido duramente suspendido por hacerlo. Pero no pudo evitarlo.
Lo m¨¢s extra?o de la mordida es su falta de sentido. No tiene que ver con la pasi¨®n del momento, porque ocurri¨® en una jugada sin pelota. Tampoco se debe a la desesperaci¨®n descontrolada de un inexperto, porque Su¨¢rez es el cerebro de Uruguay. Le dio el alma y los goles cada vez que jug¨®. Uruguay, de hecho, se clasific¨® para octavos en ese partido contra Italia. Pero en el siguiente, frente a Colombia, no pudo sobrevivir a la expulsi¨®n del l¨ªder. La mordida fue un suicidio sin explicaci¨®n. Una peque?a locura.
Pepe con su ira, Boateng con su rebeld¨ªa, Su¨¢rez con su man¨ªa, recuerdan que un jugador no es s¨®lo una m¨¢quina de patear. Juega con sus pies, pero tambi¨¦n con su temperamento. Pone en escena su t¨¦cnica, pero tambi¨¦n su car¨¢cter, sus defectos y sus miedos. Como un actor. Y en las pel¨ªculas, no s¨®lo hay chicos buenos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.