Sobresaltos en el caos
El miedo, las curvas y dos m¨ªnimas cotas generan un final loco plagado de ca¨ªdas para una etapa tonta, que gana Trentin a Sagan por un cent¨ªmetro
No llovi¨® y la etapa, llana, llan¨ªsima, salvando dos m¨ªnimas cotas de cuarta cerca de meta, iba de ?pernay (cita para la salida: esquina Mo?t y Chandon con la Viuda, as¨ª se las gasta el Tour) a Nancy, y se esperaba tranquila dentro del estr¨¦s habitual, con lo cual, para adornar las pedaladas, se podr¨ªa escribir tanto de champagne como de la conjetura de Poincar¨¦, el pol¨ªmata decimon¨®nico que naci¨® en la ciudad lorena. Pero el primer asunto es tan repetido, est¨¢ tan gastado, que no tiene m¨¢s fuerza que la contenida en una botella espumosa abierta hace un mes; y el segundo, que una mente tan obtusa que ni siquiera entiende de qu¨¦ van la topolog¨ªa y el ¨¢lgebra como para entender la existencia de esferas en la tercera dimensi¨®n pueda intentar metaforizar con ello es tan imposible como conseguir que una polic¨ªa de Nancy, tambi¨¦n obtusa al m¨¢ximo, pueda entender que las vallas hay que apartarlas cuando pasa un coche acreditado con un periodista al volante.
CLASIFICACI?N
ETAPA
1. Matteo Trentin (ITA/Omega Pharma Quick Step), los 234,5 kil¨®metros en 5h 18' 39''
2. Peter Sagan (Esl/Cannondale) mismo tiempo
3.. Tony Gallopin (Fra/Lotto-Belisol) m. t.
12. Alejandro Valverde (Esp/Movistar) m. t.
GENERAL
1. Vincenzo Nibali (ITA/Astana) 29:57:04.
2. Jakob Fuglsang (DIN/Astana) a 2.
3. Peter Sagan (SVK/Cannondale) a 44.
9. Alejandro Valverde (ESP/MOVISTAR) a 2:11.
16. Alberto Contador (ESP/Tinkoff) a 2:37.
Mejor, sin duda, hablar del viejo Zubeldia (si a un ciclista de 37 a?os se le puede llamar viejo), en el que nadie se fija (quiz¨¢s por el uniforme negro con que el Trek viste a sus chavales), pero que est¨¢ ah¨ª (el tercer espa?ol mejor clasificado, a 3m 59s de Nibali). Para el guipuzcoano de Usurbil el del 14 es su 13? Tour, lo que hace de ¨¦l, el ciclista quiz¨¢s m¨¢s regular en la resistencia que se pueda conocer, el espa?ol con m¨¢s grandes boucles en el bolsillo (una m¨¢s que Indurain, dos m¨¢s que Perico Delgado y Paco Galdos), y aparece por el control de firmas impoluto, perfectamente afeitado, sin una mala venda a la vista, rodeado de ciclistas heridos y doloridos por tan mala vida que les han dado las primeras etapas de una carrera cuyas carreteras parece que las carga el diablo, como el lenguaje. ¡°Ya me acuerdo de primer Tour, de las ca¨ªdas y las heridas que resist¨ª¡±, dice Zubeldia, cuya mirada muestra una tranquilidad inhabitual, no huye buscando resquicios por los lados, no se altera. ¡°Despu¨¦s ya he aprendido. La experiencia es vital para no caerse. El d¨ªa de Reims, por ejemplo, justo antes de la rotonda en la que se produjo la gran montonera vi que hab¨ªa gasoil en el asfalto tan mojado. Fren¨¦ un poco y me patin¨® la rueda, as¨ª que fui prudente. Al segundo siguiente, delante de m¨ª se cayeron 20¡±.
La aspiraci¨®n de Zubeldia (quinto en dos Tours y sexto en otro) es quedar entre los 10 o 15 primeros, as¨ª que puede guiar la bicicleta con la sabidur¨ªa de quien prefiere perder tiempo a romperse los huesos, sin arriesgar, porque sabe adem¨¢s que el tiempo se puede recuperar en una fuga tonta, mientras que los huesos cuestan la retirada. Valverde, sin embargo, por ejemplo, aspira a ganar el Tour, no puede permitirse no arriesgar para estar siempre delante y llega a firmar con la barba de cuatro d¨ªas que se deja cuando tiene la cabeza absorbida por la carrera, por los nervios y la tensi¨®n, la lengua r¨¢pida y la mirada disparada. Habla, nervioso, de la tensi¨®n nerviosa y reza por que llegue la monta?a donde todo se calme y se acaben los cap¨ªtulos de caos y sobresaltos en esta novela. Pero antes de los Vosgos, que se anuncian espl¨¦ndidos para el puente del 14 de julio, lunes, estaba Nancy, otra dura prueba de supervivencia.
Y no solo Valverde, que se manej¨® bien finalmente, r¨¢pido como en las cl¨¢sicas, en su sitio, y no solo Contador, siempre afilado, siempre bien acompa?ado por alg¨²n fosforito, sino todo el pelot¨®n corrieron los ¨²ltimos kil¨®metros de una etapa veloc¨ªsima (44 de media) como v¨ªctimas de una crispaci¨®n colectiva, agarrotados sobre el manillar, el sill¨ªn y los pedales, el tri¨¢ngulo ciclista, v¨ªctimas de la famosa fatiga nerviosa que convirti¨® dos repechitos en la entrada de Nancy en verdaderos tourmalets en los que se quedaban agotados hombres hechos y derechos, y que hizo de cualquier frenazo extempor¨¢neo el pr¨®logo de ca¨ªdas dolorosas (y con consecuencias a largo plazo) de las que fueron v¨ªctimas, entre otros, los ilustres aspirantes Van Garderen, el habitual Van den Broeck y tambi¨¦n Talansky, el polaco de Miami, que se cay¨® en la ¨²ltima recta.
La etapa fue para el italiano Matteo Trentin, uno del clan de lanzadores de Cavendish que qued¨® liberado con la retirada del ingl¨¦s, y que con su bigotito pelirrojo y media perilla, y la gorra antigua llevada a la antigua, con la visera levantada, es la viva imagen de un p¨®ster de la modernidad. Ya ganador en Lyon hace un a?o, Trentin le gan¨® por un cent¨ªmetro a Sagan (su tercer segundo puesto), quiz¨¢s gastado porque hab¨ªa atacado antes.
Dicen en el pelot¨®n que Contador tiene ganas de devolverle a Nibali el golpe del pav¨¦s y que en la llegada empinada a G¨¦rardmer podr¨ªa hacerlo. Cuando lo oye, el chico de Pinto sonr¨ªe. ¡°A Nibali y a todos¡±, dice. ¡°Tengo que reducir la ventaja desde ya, pero G¨¦rardmer es muy explosivo para m¨ª, es m¨¢s de Valverde y otros clasic¨®manos. A m¨ª esperadme el lunes¡±. Y Nibali dice: ¡°No le quitar¨¦ ojo a Alberto. Es el maestro de los ataques inesperados¡±.
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