El ¡®Tigre de Madr¨¢s¡¯ no muerde
Carlsen empata con negras y mantiene su ventaja frente a Anand (4,5-3,5) a falta de cuatro partidas
Viswanathan Anand s¨®lo podr¨¢ destronar a Magnus Carlsen si arriesga m¨¢s. Es la conclusi¨®n de muchos expertos cuando el noruego domina por 4,5-3,5 tras ocho partidas de las 12 previstas. La 8? termin¨® en tablas tras s¨®lo 2,5 horas porque el indio no pudo lograr ventaja alguna con las piezas blancas, que el campe¨®n conducir¨¢ el jueves en la 9?. Ambos pasaron el obligatorio control antidopaje.
Los defensores estrictos de la cortes¨ªa y los buenos modos tienen motivos para criticar a Carlsen, por su recital de gestos durante la partida, y sobre todo al principio. Cuando lleg¨® a la mesa dej¨® caer su cuerpo en la silla de ejecutivo y cerr¨® los ojos como si tuviera sue?o. De pronto record¨® que se hab¨ªa dejado su refresco favorito en el camerino, pregunt¨® al ¨¢rbitro cuando tiempo quedaba para el inicio del 8? asalto (dos minutos) y fue a por ¨¦l corriendo. Tras la 3? jugada de Anand se tap¨® los ojos como si estuviera recordando alg¨²n an¨¢lisis. Y tras introducir una nueva idea en la 9? se quit¨® la chaqueta y desapareci¨® del escenario durante casi diez minutos, dejando plantados a los reporteros gr¨¢ficos, que s¨®lo disponen de ese tiempo para disparar de cerca.
Grandes maestros critican al indio por plantear esquemas con las piezas negras en los que el escandinavo se encuentra muy a gusto
Lo mejor vino despu¨¦s. Primeros planos de Carlsen repantingado en su silla, casi tumbado hacia el lado derecho, con la cabeza apoyada en su mano y el codo en el reposabrazos, como si fuera a echar una siesta, ante el semblante impert¨¦rrito del indio, quien parece acostumbrado ya a esas exhibiciones. Cierto es que la novedad en el 9? movimiento dio al noruego una posici¨®n muy c¨®moda, aburrida incluso, de claro empate. Pero tales enormidades posturales son raras en el ajedrez de ¨¦lite.
?Qu¨¦ le pasaba a usted que parec¨ªa dormido?, le preguntaron despu¨¦s en la rueda de prensa. ¡°Hoy no estaba en las mejores condiciones¡±. Pero Carlsen cort¨® por lo sano cualquier intento de profundizar en la materia: ?Puede explicar por qu¨¦? ¡°No¡±. Uno de sus entrenadores, el dan¨¦s Peter Heine Nielsen (quien, hasta hace dos a?os trabajaba para Anand) dec¨ªa poco antes por los pasillos que hab¨ªa logrado convencer a Carlsen de preparar un poco la partida por las ma?anas, en lugar de su rutina habitual: levantarse despu¨¦s del mediod¨ªa, comer algo y mantenerse en reposo hasta la hora de ir a la sala de juego, con el fin de ahorrar el m¨¢ximo de energ¨ªa. Quiz¨¢ en ese cambio de r¨¦gimen horario est¨¦ la causa del destemple del campe¨®n. Y tal vez influyan las seis horas y 20 minutos del empate del lunes.
Hoy no estaba en las mejores condiciones¡± Magnus Carlsen
Pero no es en la compostura de Carlsen donde est¨¢ ahora la clave del duelo. Muchos grandes maestros, como el italiano Fabiano Caruana (2? del mundo), el brit¨¢nico Nigel Short (subcampe¨®n del mundo en 1993) o el espa?ol Paco Vallejo (campe¨®n del mundo sub-18 en 2000) critican a Anand por no arriesgar m¨¢s en general, y concretamente por plantear esquemas con las piezas negras en los que el escandinavo se encuentra muy a gusto.
Es indiscutible que el aspirante est¨¢ jugando mejor que hace un a?o, cuando fue destronado por Carlsen en Chennai, su ciudad natal. Pero sigue adoleciendo de esa falta de instinto asesino que ha impedido al pentacampe¨®n del mundo ser a¨²n m¨¢s grande (por ejemplo, derrotando a Gari Kasp¨¢rov en el duelo de Nueva York 1995). Para tumbar a Carlsen hay que hacer trapecio sin red, rebasar la raya de la prudencia; no basta con aguantar sus torturas durante horas. Quedan s¨®lo cuatro partidas, de las que, en teor¨ªa, Anand jugar¨¢ dos con blancas. Pero la ¨²ltima no se jugar¨¢ si Carlsen gana una de las tres siguientes y empata las otras dos. El Tigre de Madr¨¢s se parece m¨¢s, de momento, a un gato aburguesado. Necesita morder ya.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.