Aquella primera Copa Intercontinental...
Para 1960 se llevaban jugadas cinco ediciones de la Copa de Europa, todas ellas ganadas por el Madrid. El ¨¦xito de la Copa de Europa movi¨® a Sudam¨¦rica a copiar la iniciativa. Se cre¨® la Copa Libertadores para enfrentar a los clubes campeones de cada pa¨ªs. Aquella primera edici¨®n la gan¨® el Pe?arol de Montevideo, que bati¨® en la final al Olimpia de Asunci¨®n. Antes, en la semifinal, hab¨ªa eliminado al San Lorenzo de Almagro, con su fenomenal Sanfilippo, quiz¨¢ el favorito a priori.
Surgi¨® entonces la idea de enfrentar al campe¨®n de Europa con el de Sudam¨¦rica, gestada en contactos entre Pierre Delauney, secretario de la UEFA, y Jos¨¦ Ram¨®n de Freitas, que lo era de la CSF. El acuerdo fue r¨¢pido: doble partido, ¨¢rbitros del continente donde se jugara el partido pero de pa¨ªs distinto del campe¨®n, se cuentan los puntos, no la diferencia de goles, desempate a las 48 horas del partido de vuelta y alternancia anual en el orden de partidos. El sorteo design¨® que en esa primera edici¨®n se jugara la ida en Am¨¦rica. La FIFA no autoriza a utilizar el nombre de Copa Mundial, puesto que s¨®lo se dirime entre dos confederaciones, no est¨¢n presentes los dem¨¢s continentes. Se opta por el nombre de Copa Intercontinental, que gusta mucho. Como gusta el trofeo, un bal¨®n de oro sobre un soporte met¨¢lico.
En 1960 surge la idea de medir al campe¨®n europeo y al americano: se cruzan el Madrid y el Pe?arol de Montevideo
La fecha para el partido de Montevideo es el 3 de julio. El 26 de junio se ha cerrado la temporada en Espa?a con la final de Copa, a la que acude el Madrid con su flamante quinta Copa de Europa reci¨¦n ganada (7-3 en Glasgow) y tras aplastar con un 8-1 al Athletic en la semifinal. El rival es el Atl¨¦tico, el escenario el Bernab¨¦u, y se da por sentada una gran fiesta madridista. Era frecuente escuchar: ¡°Siete al Eintracht, ocho al Athletic¡ ?A estos les caen nueve!¡±. Pero gana el Atl¨¦tico, 3-1, una bomba s¨®lo comparable a la intempestiva retirada a las primeras de cambio de Bahamontes en el Tour, al que acud¨ªa tras ganar la edici¨®n anterior y con las mejores perspectivas.
La noche siguiente, mientras el Atl¨¦tico celebra su t¨ªtulo con una cena al aire libre en el restaurante El Bosque, en su barrio de Cuatro Caminos, el Madrid vuela a Montevideo, con una derrota a cuestas y encima sin Gento, lesionado en la final. La misma noche se produce una curiosa concentraci¨®n de la selecci¨®n con vistas a una gira por Sudam¨¦rica: s¨®lo acuden tres jugadores, Araquistain (Real Sociedad), Garay (Athletic) y Pereda (Sevilla). ?C¨®mo as¨ª? Porque los del Atl¨¦tico (tres) tienen permiso para la cena-fiesta, los del Bar?a (seis), por un amistoso esa misma noche ante el Santos, y los del Madrid (cuatro), se incorporar¨¢n ya en Lima.
El Madrid encuentra en Montevideo un invierno dulce, que un cronista compara con ¡°abril en Barcelona¡±. Hay una expectaci¨®n grand¨ªsima ante el partido, visto como un desaf¨ªo en toda regla entre los dos continentes. De hecho, cada equipo lucir¨¢ en el pecho el escudo de su confederaci¨®n, no el del club. No deja de haber comentarios all¨¢ sobre el hecho de que el campe¨®n europeo cuenta con cuatro jugadores nacidos en Sudam¨¦rica: Dom¨ªnguez y Di St¨¦fano, argentinos, Santamar¨ªa, uruguayo, y Canario, brasile?o, mientras que todo el Pe?arol es americano. Tiene tres figuras importadas, pero del propio continente: Salvador, brasile?o, Linazza, argentino, y Spencer, ecuatoriano. Uruguay es pa¨ªs fuerte entonces. Su peso es la gran moneda sudamericana, se conoce a Uruguay como la Suiza de Sudam¨¦rica. Las 71.872 localidades del m¨ªtico Estadio Centenario est¨¢n vendidas desde d¨ªas antes. Habr¨¢ una recaudaci¨®n de un mill¨®n de pesos, r¨¦cord en el continente. La colonia espa?ola en Buenos Aires se ha hecho con 2.000 entradas.
La tarde anterior al partido, el abril barcelon¨¦s se convierte en noviembre belga. Entra un fr¨ªo brusco y llueve, llueve mucho. A la hora del choque (las 15:30 all¨ª, las 19:30 aqu¨ª, donde ser¨¢ transmitido por Radio Nacional, en las voces de Mat¨ªas Prats y Enrique Mari?as), el campo es un charco.
El Madrid sale con los de la final de Glasgow salvo Gento, al que sustituye Manol¨ªn Bueno: Dom¨ªnguez; Marquitos, Santamar¨ªa, Pach¨ªn; Vidal, Z¨¢rraga; Canario, Del Sol, Di St¨¦fano, Puskas y Bueno. Arbitra el argentino Jos¨¦ Luis Praddaude. El partido, sobre agua, es malo. Malo para la t¨¦cnica uruguaya, malo para la velocidad del Madrid. El p¨²blico abuchea a los americanos del Madrid, tenidos por desertores, en especial a Santamar¨ªa, que encima proced¨ªa del rival directo, el Nacional. Pero juega muy bien. ?l y Dom¨ªnguez est¨¢n entre los mejores. Pasa poco o nada. Empate a cero.
La vuelta es en el Bernab¨¦u, el 4 de septiembre, una semana antes de que empiece la Liga. Los uruguayos llegan seis d¨ªas antes. Se les agasaja, se les pasea, van a los toros, a Chicote, de compras. Se quejan del calor. Hace mucho esos d¨ªas en Madrid. Se entrenan mal por ello. El Madrid no lo sufre, porque se ha concentrado en El Escorial. La v¨ªspera, Roberto Scarone, entrenador, confiesa que le da miedo el partido. No ve a los suyos bien. Encima, la ¨²ltima noche causa baja Gon?alvez, el medio centro, cacique de la parte de atr¨¢s, clave del entramado defensivo. En el madridismo hay locura. En el Bernab¨¦u entran 120.000 personas, las entradas de a pie se venden sin tasa. El equipo es el de la ida, pero con diferentes extremos. A la izquierda, Gento. A la derecha, el joven Chus Herrera, jugador de dinast¨ªa: hijo de Herrerita (el de Herrerita y Emil¨ªn del Oviedo) y de una hermana de Chus Alonso, elegante interior del Madrid de posguerra. Est¨¢n en marcha los Juegos de Roma. La antev¨ªspera ha ca¨ªdo el ¨²ltimo r¨¦cord de Jesse Owens al cabo de seis olimpiadas: Ralph Boston ha saltado 8,12m en longitud. Pero en Madrid se habla de f¨²tbol. El partido es de noche, a las 20:30, y atruena el ¡°?Hala Madrid!¡±. Se televisa, pero hay pocos televisores. Bares, escaparates y unos cuantos plut¨®cratas. Arbitra el ingl¨¦s Ken Aston.
Esa noche el Bernab¨¦u alcanza el ¨¦xtasis. En nueve minutos gana 3-0, los tres de Puskas, el segundo en autor¨ªa compartida con Di St¨¦fano, que desv¨ªa de tac¨®n su disparo. El Pe?arol vigila a Gento y Di St¨¦fano carga el juego por la derecha, donde Chus Herrera se sale. El propio Herrera marcar¨¢ al filo del descanso. Luego, en el minuto 62, Gento har¨¢ el quinto. El que sufre en sus costillas la goleada es Maidana, el meta al que la historia reserva un lugar equ¨ªvoco porque a ¨¦l le tocar¨¢ encajar a?os despu¨¦s el gol n¨²mero 1.000 de Pel¨¦. Cuando el Madrid afloja, el Pe?arol luce al fin su f¨²tbol elegante, de toque, y marca el gol del honor.
Acaba 5-1 y la multitud invade el campo mientras el capit¨¢n, el guechotarra Z¨¢rraga, levanta la Copa al cielo de Madrid, entregada por el dan¨¦s Ebbe Schwartz, presidente de la UEFA. Herrerita aparece en todas las fotos. ?l y Rogelio Dom¨ªnguez pasean a hombros al capit¨¢n, entre la multitud. La final ha durado en realidad nueve minutos, pero Jean Eskenazy, de L¡¯Equipe, que se ha fugado de los Juegos de Roma para verla, deja una frase gloriosa: ¡°He viajado desde Roma a Madrid para ver una final que ha durado 10 minutos, pero viajar¨ªa gustoso otras 10 veces por ver el primer gol de Puskas¡±.
?El Madrid es campe¨®n del mundo! De todo el mundo menos Espa?a, dir¨¢n los atl¨¦ticos. Y es que ese a?o en que el Madrid gan¨® Copa de Europa e Intercontinental, aqu¨ª gan¨® la Liga el Bar?a y la Copa del Atl¨¦tico. As¨ª era nuestro f¨²tbol en esos a?os.
Herrera no tendr¨¢ suerte. Pronto empezar¨¢ a jugar mal, a sentirse mal. Pierde el puesto, va cedido a la Real en el traspaso de Araquist¨¢in, pero s¨®lo juega ocho partidos. No se sabe qu¨¦ le pasa. ?l, que empieza a estudiar Medicina, intuye lo que tiene y se lo dice un d¨ªa a Manol¨ªn Bueno: ¡°Yo s¨¦ lo que tengo y es muy malo. Pero voy a luchar¡±. Lo que ten¨ªa era un c¨¢ncer, enfermedad entonces m¨¢s terrible que hoy. Morir¨¢ el 20 de octubre de 1962, con 24 a?os. Hac¨ªa dos de aquella final que le encumbr¨®. Dur¨® poco en el f¨²tbol, pero estuvo presente el d¨ªa que el Madrid alcanz¨® su c¨¦nit.
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