El salto de los Gasol, el p¨®ster definitivo del deporte espa?ol
Lo ocurrido en el partido de las estrellas de la NBA trasciende con creces al propio imperio NBA. Desde la ¨®ptica espa?ola, no se trata de baloncesto. No es solo una fecha subrayada para el deporte nacional, ni siquiera un grandioso verso de dos hermanos geniales. Es m¨¢s, mucho m¨¢s que todo eso. Gasol y Gasol no son dos maestros de lo imposible, como se les hubiera retratado hace no muchos a?os, cuando en la caverna espa?ola el deporte de ¨¦lite era de otro planeta. Hoy, por suerte, hay muchos ¡°gasoles¡± posibles. Pocos sectores han tenido el proceso evolutivo del deporte. Un reflejo del progreso social espa?ol en todos los aspectos. Pau naci¨® en 1980, cuando a¨²n hab¨ªa telara?as de la dictadura y la talla media de los espa?oles era 171,3 cent¨ªmetros. El Gasol mayor ha saltado en Nueva York con 213 cent¨ªmetros, tres menos que su hermano Marc, nacido cinco a?os despu¨¦s. En un pa¨ªs con unos ocho cent¨ªmetros m¨¢s de altura media que cuando se alumbr¨® el mayor de los Gasol, estos hermanos no son hoy los ¨²nicos p¨ªvots espa?oles que pueden competir en lo m¨¢s alto.
Son muchas las gestas espa?olas y el mural es ya muy extenso, desde aquellos quijotescos h¨¦roes de la debilidad como Santana, Nieto y Ballesteros, y tantos y tantos predecesores. Pero la foto de los hermanos Gasol en salto hacia el infinito simboliza como ninguna el despegue infinito. Es Nueva York, es el Madison. La apoteosis so?ada. Esa imagen podr¨ªa ser el logo definitivo del deporte en Espa?a, el que luciera en todas las sedes oficiales, en colegios y universidades, en techos de estadios y pabellones. Un p¨®ster de por vida, al modo de lo que expresa la NBA con la silueta de Jerry West. No porque sea la mayor proeza, que cada cual tendr¨¢ la suya favorita, sino porque expresa como ninguna el bote sideral de una actividad que ha sido una catarata de alegr¨ªas para el pa¨ªs. Un asombro para muchas generaciones que jam¨¢s hubieran so?ado hace un suspiro con que, por sufragio popular, dos compatriotas fueran bandera de una liga que a los espa?olitos nos parec¨ªa propia de Marte, solo al alcance de un intr¨¦pido lun¨¢tico como el inolvidable Fernando Mart¨ªn. La proeza de los Gasol dispara la fabulosa dimensi¨®n del reto que asumi¨® el jugador madrile?o, al que pertenece buena parte del ¨¦xito de sus sucesores.
La foto de los hermanos Gasol en salto hacia el infinito simboliza como ninguna el despegue infinito. La apoteosis so?ada
Pues ah¨ª est¨¢n dos hermanos del extrarradio de Barcelona, dos aventureros que se pusieron en ¨®rbita para abrirse paso entre la selva NBA, territorio afro, reducto supremo de los ¡°play grounds¡±, donde nadie regala nada, donde los egos bullen sin control. Pau lleg¨® huesudo, Marc, con la b¨¢scula en alerta. Sus cuerpos amplificaban las sospechas de que ya de por s¨ª despiertan esos europeos de tez blanca que invaden el coto privado de gigantes musculados y funambulistas que podr¨ªan sobrevolar los aros mientras comen pipas. Primero se hicieron un hueco, luego se ganaron el respeto de sus franquicias, m¨¢s tarde la admiraci¨®n de sus adversarios y, ahora, definitivamente, el m¨¢ximo reconocimiento universal. Es el sello de una Espa?a, la Espa?a deportiva, abierta, plural, sin barreras, enso?adora, capaz de hacer de la necesidad virtud, como el ejemplarizante caso de las mujeres.
La carrera de Ferm¨ªn Cacho en Montju?c a¨²n fue con los pies en el suelo, como hab¨ªa sido epis¨®dica la sutil mu?eca de Manolo Santana, el ¡°cristo¡± de Joaqu¨ªn Blume, el imparable pedaleo ascendente de Federico Mart¨ªn Bahamontes, el descenso vertiginoso de Paco Fern¨¢ndez Ochoa, el gas de ?ngel Nieto o el ¡°swing¡± de Severiano Ballesteros. Ya en ebullici¨®n lleg¨® ¨¦xtasis del gol de Iniesta y el para¨ªso con Rafa Nadal. Todas ellas, instant¨¢neas de museo grabadas de por vida en la retina, secuencias que se narrar¨¢n de prole en prole. Pero el salto de los Gasol retrata un brinco polideportivo descomunal: del f¨²tbol, el tenis, el balonmano, el motociclismo, la vela¡ Es un brindis por David Cal, Joan Llaneras y Gervasio Deferr, los espa?oles con m¨¢s medallas ol¨ªmpicas. Y por Javier G¨®mez Noya, Javier Fern¨¢ndez, Joel Gonz¨¢lez. Es la cima en la que habitan como en casa Carlos Soria y Edurne Pasab¨¢n. Y, c¨®mo no, es el vuelo magistral de las deportistas espa?olas, de Lil¨ª ?lvarez a Mari Paz Corominas, de Arantxa S¨¢nchez Vicario a Mireia Belmonte, de las ¡°Guerreras¡±, de las ¡°Delfinas¡±, de las ¡°Sirenas¡±. De todas ellas, que ya son tantas y tantas, sin excepci¨®n.
Cainismos aparte, por una vez sin caspas y cutrer¨ªos patrios u auton¨®micos, el logo no ser¨ªa un homenaje al basket, incluso trascender¨ªa la estela de los Gasol. Por supuesto, tampoco ser¨ªa asunto de ¡°csds¡± o ¡°coes¡±, sino una oda al deporte espa?ol en general, una foto fija de ese estallido que surgi¨® tras Barcelona 92 y que ha sido la fiesta mayor de este pa¨ªs desde entonces. Una alegor¨ªa del talento, la superaci¨®n, los complejos vencidos, la tenacidad y el esfuerzo. El nexo de todos. Un paneg¨ªrico de los que fueron y un espejo para los que son y ser¨¢n. Se puede saltar muy alto. Ah¨ª est¨¢ esta foto eterna.
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