La Real maquilla su victoria ante un C¨®rdoba heroico

El partido real dur¨® escasamente cinco minutos, cuando Pantic se fue expulsado al vestuario con la camiseta limpia y seca. Derrib¨® a Agirretxe y como era el ¨²ltimo hombre fue el primero en abandonar el campo. Comenzaba entonces otro partido, uno de esos que no se preparan porque los imprevistos no se conciben. Ni siquiera la Real pod¨ªa esperar un C¨®rdoba ultradefensivo porque al equipo de Romero, un punto inicialmente le val¨ªa para muy poco. Evitar el descenso supone escalar a zancadas completas. Y a fe que el C¨®rdoba no se arrug¨® ante la adversidad. La Real si que prefiri¨® mirar el paisaje presuponiendo un rival ahogado. Y mientras observaba el cielo plomizo de Donostia, Andone se le col¨® en el ¨¢rea y cabece¨® a la red un saque de esquina de Beb¨¦. Anoeta se congel¨® viendo a su defensa imitar a la b¨ªblica estatua de sal en el gol y en otros dos cabezazos en la misma jugada de ??igo L¨®pez que midieron los buenos reflejos de Rulli. La Real, tocada, estuvo a punto entonces de ser hundida. Entonces s¨ª, entonces el C¨®rdoba, se refugi¨® en su campo, confiando en las cabalgadas de Beb¨¦ y el ardor guerrero del rumano Andone, suficientes para incordiar a la Real.

Lleg¨® el mon¨®logo, pero el discurso de la Real era tosco, poco creativo, rutinario. El C¨®rdoba defend¨ªa con algunos despistes, con el esloveno Krhin reconvertido en central, pero sin arrugar demasiado su papel en el partido. En esos casos, el desatascador tiene que utilizar alguna t¨¦cnica genial. Lo hizo Agirretxe, habitual en reparaciones de urgencia. Un centro desde la izquierda lo cabeceo de espaldas, en un escorzo inverosimil dejando el bal¨®n en el lateral de la red, pero por dentro.

Una expulsi¨®n, dos goles, dos cabezazos, dos paradas de Rulli... Faltaban los hechos circunstanciales y la madera de las porter¨ªas reclam¨® su presencia en un partido de hierro. Beb¨¦ le arre¨® al larguero de Rulli y Zaldua, al de Juan Carlos. Hab¨ªa sido mejor el disminuido C¨®rdoba frente a la desangelada Real. M¨¢s promiscuo el C¨®rdoba que la recatada Real, aunque pareciera que el equipo de Moyes insist¨ªa e insist¨ªa, pero de forma rutinaria que Anoeta estall¨® en murmullos.

El calvario le lleg¨® al C¨®rdoba en la segunda mitad. Le pas¨® de todo y todo malo. Tuvo el gol en los pies de Beb¨¦ al que detuvo otra vez Rulli y en el camino de vuelta Chory Castro marc¨® el segundo gol. Se qued¨® con nueve futbolistas por expulsi¨®n de I?igo L¨®pez, es decir con los dos centrales en el vestuario antes de tiempo. La monta?a era ya inalcanzable. Anoeta respir¨®, aunque no dej¨® de fruncir el ce?o hasta que salt¨® al campo Carlos Vela, su mago particular, que volv¨ªa al f¨²tbol desde que se lesion¨® en el Santiago Bernab¨¦u. Incluso disfrut¨® del primer gol en Liga de Finnbogason, regalado por un gran pase del mexicano. ?Qu¨¦ m¨¢s le pod¨ªa pasar al C¨®rdoba? Acabar con ocho, porque en tiempo de prolongaci¨®n Velasco Carballo expuls¨® directamente a Pinillos por alg¨²n improperio tras el gol. El hero¨ªsmo del C¨®rdoba no tuvo premio. La rutina de la Real encontr¨® el maquillaje del gol. Y la victoria.