Spieth comienza a demoler Augusta
Por primera vez en el siglo XXI un jugador que no se llama Tiger Woods juega al golf en una dimensi¨®n distinta a la de todos sus rivales
Construy¨¦ndola sobre falsos mitos literarios y mercantiles, el sur agradable y se?orial y los esclavos agradecidos de Lo que el viento se llev¨® digestivamente diluido en una botella de Coca-Cola, y en un pasado inexistente, los fundadores del Augusta National Golf Club crearon, tan recientemente como en 1934, una tradici¨®n all¨¢ donde no hab¨ªa m¨¢s que una plantaci¨®n de ¨ªndigo para te?ir el algod¨®n color blue jean. Desde el primer d¨ªa y hasta ahora, Augusta, y su Masters, dan la sensaci¨®n de haber existido toda la historia, lo que constituye su grandeza. Pero, puestos a elegir mitos y leyendas, y si no hubieran sido sure?os, Bobby Jones y Cliff Roberts podr¨ªan haber inventado su pasado siguiendo la epopeya tan cinematogr¨¢fica de la conquista del Oeste, el M¨ªo Cid de Estados Unidos.
Seguramente Jordan Spieth, el nuevo gran nombre del golf, se lo habr¨ªa agradecido. Y lo habr¨ªa merecido despu¨¦s de haber logrado el viernes, con una magn¨ªfica segunda vuelta de 66 golpes, un total de 130 (-14) tras los dos primeros d¨ªas, lo que es un r¨¦cord en Augusta y una marca que no se ha superado en ning¨²n grande. El anterior r¨¦cord, 131 golpes, perduraba desde 1976, cuando Raymond Floyd se convirti¨® en el ¨²ltimo jugador que gan¨® el Masters lider¨¢ndolo en solitario desde el primero hasta el ¨²ltimo d¨ªa. Dada la ventaja que Jordan Spieth cuenta sobre sus rivales (cinco al sorprendente californiano Charley Hoffman; siete a los ingleses Justin Rose y Paul Casey y al gigante norteamericano Dustin Johnson, un bombardero capaz de hacer lo que nunca nadie hab¨ªa hecho antes, tres eagles en una misma ronda. Tiger Woods est¨¢ a 12, los mismos que Bubba Watson, el campe¨®n saliente, y Rory McIlroy estaba en el par, a 14), no ser¨ªa imposible que el jugador tejano lo consiga 39 a?os despu¨¦s, uno de los pocos logros en Augusta que no est¨¢ etiquetado Tiger Woods. Los 130 golpes tienen el valor a?adido de que se han conseguido en el Augusta nuevo, el campo que se alarg¨® y en el que se dej¨® crecer rough para que Tiger Woods no lo siguiera ridiculizando despu¨¦s de sus 270 golpes en 1997.
Jordan Spieth, un ni?o de 21 a?os, maneja los hierros con la precisi¨®n y econom¨ªa con la que James Stewart disparaba su Winchester 73 y, seg¨²n su paisano de Texas, Ben Crenshaw, el putter como Wyatt Earp en OK Corral. El jueves, en la primera ronda, en el 64 que le hizo l¨ªder destacado, Spieth no cay¨® en ninguna trampa de arena, alcanz¨® 15 de los 18 greens con los golpes requeridos y solo tir¨® de putter 25 veces: 10 hoyos los emboc¨® a la primera para conseguir su serie de nueve birdies. As¨ª es el nuevo favorito de la afici¨®n, un chico de Dallas con carita de ni?o bueno, con la que ponen los catequistas el d¨ªa de su primera comuni¨®n. ¡°S¨ª, parece bueno como puede parecer cualquiera, pero su mirada es diferente. La primera vez que estuve con ¨¦l le vi pintas de Wyatt Earp. Y en su mirada hay fuego, fuego competitivo¡±, dijo Crenshaw, el ¨²ltimo tejano que gan¨® el Masters y que este a?o juega su 44?. ¡°Y no volver¨¦ m¨¢s¡±.
Tarjetas hist¨®ricas
El surafricano Nick Price (1986) y el australiano Greg Norman (1996) entregaron la mejor tarjeta en un d¨ªa con 63 golpes. Price lo hizo en la tercera ronda y Norman en la primera. Spieth se qued¨® el jueves a un golpe, con 64.
Spieth logr¨® ayer el r¨¦cord del campo en la segunda jornada con 130 golpes.
El ganador m¨¢s joven del Masters es Tiger Woods, que lo logr¨® en 1997 con solo 21 a?os, tres meses y 14 d¨ªas.
Spieth pudo convertirse en el ganador m¨¢s joven en la edici¨®n del a?o pasado, pero qued¨® segundo tras ser superado por Bubba Watson.
Texas es el estado de la uni¨®n que m¨¢s Masters ha ganado, 12, gracias a jugadores como Byron Nelson, Ben Hogan, Jimmy Demaret, Ralph Guldhal y Jackie Burke Jr. Y gracias tambi¨¦n a Crenshaw, que gan¨® dos, el ¨²ltimo justo hace 20 a?os. Emboc¨® su ¨²ltimo putt, se abraz¨® en a su caddie de toda la vida, Carl Jackson, el negro que le toc¨® por sorteo en su primer Masters y nunca quiso cambiar por otro, llor¨® en el mismo green porque se acordaba de su profesor, Harvey Penick, muerto unos d¨ªas antes y se fue a la casa de Cliff Stevens donde le esperaba Jos¨¦ Mar¨ªa Olazabal, ganador el a?o anterior, para ayudarle a ponerse su segunda chaqueta verde. ¡°Me encantar¨ªa que ganara otro tejano en Augusta, por supuesto¡±, dijo Crenshaw. ¡°Y Spieth lo puede hacer. Es un rematador que sabe lo que tiene que hacer¡±. Es un Greg Norman o, por citar a otro texano famoso, un Lance Armstrong, un depredador. Se diferencia de ellos, y tambi¨¦n de Woods, en que sus ojos no son de acero l¨ªquido, de los que asustan por su frialdad, sino tranquilos, dormilones. No celebra histri¨®nicamente como hac¨ªa Woods; sus grandes golpes no huelen a ¨¦pica, sino a cotidianidad. Un sheriff a lo John Wayne en R¨ªo Lobo: tan poco aparente que asusta . Mientras sus rivales, todos los grandes nombres del golf mundial, sufr¨ªan y penaban luchando contra el viento y contra un campo cada vez m¨¢s duro y complicado, para Spieth, tambi¨¦n magn¨ªfico con el wedge, hacer birdies fue una cuesti¨®n sobre todo mental, un dominio que le permiti¨® apretar el gatillo con el dedo relajado, sin crispaciones ni errores. Solo dud¨® en un golpe: despu¨¦s de fallar un putt de metro y medio en el 18, que le habr¨ªa valido un r¨¦cord para todos los grandes, se dispuso a remachar, pero lo pens¨®, se agach¨®, marc¨® la bola a apenas diez cent¨ªmetros del agujero, dej¨® que su pulso recuperara su calma y emboc¨®. Luego habl¨® de las virtudes de la paciencia.
El ¡°¨¢ngel¡± de Sergio Garc¨ªa
Pelearon y pelearon y perdieron con dignidad Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal y Miguel ?ngel Jim¨¦nez, quienes, tras el desastre del jueves, no pudieron evitar el corte, fijado en +2, una l¨ªnea baja que durante una parte de la tarde, calurosa a¨²n pero aligerada por una brisa que incrementaba las dudas de los jugadores, roz¨® Sergio Garc¨ªa. A su buen 68 del primer d¨ªa, el golfista de Castell¨®n sum¨® ayer 74 (+2), que pudieron ser m¨¢s si no se le hubiera aparecido un ¡°¨¢ngel¡± (as¨ª lo verbaliz¨® el jugador al que en Augusta acompa?a siempre un demonio chill¨¢ndole en la orejita) en forma de cuatro birdies en los ¨²ltimos cinco hoyos. ¡°Despu¨¦s del bogey en el 14 me dije que esa pel¨ªcula ya la hab¨ªa visto¡±, dijo Garc¨ªa, quien lleg¨® a estar +2 entonces, antes del ¨¢ngel.
¡°En este campo nunca he estado a gusto, dijo Garc¨ªa, de 35 a?os, quien el a?o pasado fall¨® el corte. ¡°No me entra por el ojo y nunca encuentro c¨®mo jugarlo, c¨®mo disfrutar jug¨¢ndolo. Lo que no quiere decir que a otros les guste. Creo que es algo que est¨¢ por encima de la voluntad. Hay gente que est¨¢ a gusto aqu¨ª y yo estoy m¨¢s a gusto en el campo del Players o Valderrama¡¡±, dijo Garc¨ªa en referencia al flechazo que experimentan otros golfistas nada m¨¢s entrar por la avenida flanqueada por 60 magnolios a¨²n no en flor. En referencia a Jordan Spieth, por supuesto, a su r¨¦cord de 130 golpes en las primeras dos jornadas. ¡°Es un r¨¦cord que se ve¨ªa venir, tal como est¨¢ jugando. Y a menos que un hurac¨¢n barra el campo el fin de semana, tal c¨®mo est¨¢ con los approach y el putter, seguro que no sube de menos dos o menos tres en cada ronda¡±. Caer¨ªa as¨ª una marca ¨²nica en el Masters: ning¨²n jugador, ni siquiera Woods, lo ha ganado con cuatro rondas inferiores a 70 golpes.
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