Mucho James
Hay goles ilusorios que mejor recordarlos como uno quiera que asumir la cruda realidad. Ning¨²n no gol como el de Pel¨¦ ante el portero uruguayo Ladislao Mazurkiewicz en el Mundial de 1970. Gerson filtr¨® un pase y el Rey brasile?o, sin tocar la pelota, hizo un regate sublime a aquel arquero de tan consonante fon¨¦tica. Su remate se fue por un dedo. Con Pel¨¦ y otros genios, el f¨²tbol es enso?aci¨®n.
Por supuesto, nunca alcanzar¨¢ la celebridad de Pel¨¦, la de sus goles francos y los otros, pero en estos tiempos tan prosaicos y materialistas, James hizo su modesto golazo imaginario en el primer asalto del derbi madrile?o por Europa. Pasada la media hora, tras un c¨®rner, la pelota le cay¨® al colombiano en el balc¨®n del ¨¢rea. Le pill¨® hacia su perfil tuerto, el derecho, el de patapalo, y como un zaguero se le vino encima tir¨® de un recurso fabuloso. Ajust¨® la mirilla entre una Amazonia de 28 piernas ¡ªlas de los 14 futbolistas contados que en ese momento abarrotaban la periferia de Oblak¡ª y con el empeine exterior dispar¨® junto al palo izquierdo del esloveno. La parada fue estupenda, por cegata. Solo James hab¨ªa visto despegar el bal¨®n.
A nadie pudo extra?ar la utop¨ªa de James. Este chico de C¨²cuta tiene la porter¨ªa entre ceja y ceja, a oscuras incluso, como certific¨® en su obra maestra a otro meta uruguayo, Muslera, en Brasil 2014. Entonces, vio la porter¨ªa de espaldas, con lentes en la nuca. Ante el Atl¨¦tico, por un rabillo de botas. El flirteo de James con el gol es innato. No importa que fuera un segundo delantero y ahora sea volante.
James es un futbolista de doble-doble, cualidad de la que en su equipo solo pueden presumir Cristiano (50 goles y 16 asistencias), Benzema (21-12) y Bale (15-10). Precisamente, por culpa de ellos, James, que lleg¨® como un intruso con vocaci¨®n ofensiva al precio de 80 millones de euros, tuvo que mutar y ser lo que no era, Di Mar¨ªa. Con 61 d¨ªas de baja, hoy suma 14 goles y 13 asistencias en 37 partidos. Ha sellado golazos como al Granada en Los C¨¢rmenes y ha hecho de mensajero de chistera en pases a CR. Como el que hizo, ante el Granada, pero en Chamart¨ªn, con un tobillo izquierdo de plastilina. En este James hay de todo. Muchos James en uno.
En ocho meses, el colombiano ha despejado las suspicacias que despert¨® su fichaje. Cab¨ªa pensar que llegaba demasiado joven (23 a?os reci¨¦n cumplidos), con los humos de su gran Mundial a cuestas, con un recorrido sospechoso para su acn¨¦ (tres clubes en seis a?os)... Los m¨¢s esc¨¦pticos tambi¨¦n rebobinaban para acentuar la dispersi¨®n t¨¢ctica tradicional del futbolista colombiano, aquellos esp¨ªritus libres que jugaban como bailaban, de Asprilla a Rinc¨®n.
Pese al cambio de puesto, el colombiano golea y asiste como solo pueden presumir Cristiano, Benzema y Bale
Para colmo, James, que no fue una ganga, ten¨ªa que casar en un club tan deportivo como mercantil. Ten¨ªa que empotrarse en un equipo donde le tapaban su campo natural de acci¨®n tres tenores como CR, Benzema y Bale. Uno es el p¨®ster planetario de la instituci¨®n y los otros dos tienen gui?o presidencial. Sobre el cafetero tambi¨¦n ca¨ªa otra presi¨®n a?adida. El Madrid hab¨ªa conquistado la D¨¦cima con Di Mar¨ªa al m¨¢stil. Es decir, James fue fichado a precio de megaestrella pero no pod¨ªa ejercer de tal en su zona habitual porque no hab¨ªa cupo. A cambio, deb¨ªa justificarse sin dejar ser quien era supliendo a quien en casi nada se le parec¨ªa. Un galimat¨ªas. Tambi¨¦n para James, m¨¢xime cuando Isco apareci¨® como otro cerco en su trance.
Paso a paso, sin otra demora que la de su lesi¨®n, el chico ha saltado todas las vallas y hoy luce como el mejor. El Madrid le necesita tanto como al que m¨¢s. Desde su posici¨®n de volante no desde?a del todo la faena de Di Mar¨ªa, tiene el arte de Isco, descodifica el ataque como Benzema y discute el gol con Bale. Porque si algo no ha perdido James es su vocaci¨®n para golear. El gol no se le ha alejado por replegarse, conoce los atajos como su palma. Si es necesario, con dos paredes, como ante el M¨¢laga el pasado s¨¢bado. O con un zurdazo, como cerr¨® esa misma jugada.
Cristiano al margen, llegado el momento culminante, m¨¢s a¨²n en este Madrid constipado por las bajas, no hay mejor gancho que James, que ahora tambi¨¦n tendr¨¢ que ser un poco Modric. Lo que le faltaba. Valla a valla se lo ha ganado con creces. Y con una sonrisa espont¨¢nea. Porque este precoz aventurero colombiano madura como un pretoriano del f¨²tbol y solo su gesto jovial en cada travesura en el campo delata su tierna edad.
Por ahora, su ¨²nica mala jugada, por indiscreci¨®n ajena, le lleg¨® como asesor musical del cumplea?ero Cristiano. Pecado de juventud.
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