Una huelga por pataletas
Se trata de dirimir qui¨¦n es el jefe a la hora de repartir el man¨¢ televisivo, el tanto y el c¨®mo
Juan Antonio Samaranch se quejaba amargamente de que Espa?a produjera grandes deportistas y escasos dirigentes con miras altas, imprescindibles en los cuarteles generales en los que se dirimen sedes ol¨ªmpicas y otras concesiones. Hoy se deprimir¨ªa al echar un vistazo al f¨²tbol, camino de una huelga con multimillonarios protagonistas tras los piques entre sus mandamases para repartir m¨¢s de mil millones de euros. Se trata de dirimir qui¨¦n es el jefe a la hora de repartir el man¨¢ televisivo, el tanto y el c¨®mo. Si el secretario de Estado al que ampara el Gobierno, la Liga a la que sostienen Madrid y Bar?a o la Federaci¨®n que se refugia en el nido de la todopoderosa FIFA. El duelo no es del todo ortodoxo: la FEF se ha aliado con el COE y un sindicato (AFE), un concordato contranatura.
En este conflicto, todos tienen tantas razones como son culpables por su incapacidad para el consenso
Al otro lado del cuadril¨¢tero, el CSD p¨²blico de Miguel Cardenal con la patronal privada del f¨²tbol, que tiene a un presidente, Javier Tebas, decidido a mover el avispero mientras se compromete a revalorizar un producto que ¨¦l mismo denuncia con poca prudencia por ama?os y otras verg¨¹enzas. Alucinante, como que a la FEF tampoco le espanten esas presuntas tachas. Ni a la AFE, que sindica megaestrellas y chicos modestos.
El caso merecer¨ªa una huelga, s¨ª, de aficionados, de esa clientela maltratada por horarios, precios y tantas cuestiones. Solo faltaban los eg¨®metros directivos. Pero el f¨²tbol se cree inmune desde hace un siglo. Lo garantiza la FIFA, que propaga su autoritarismo, en gran parte para blindar sus opacos intereses. A ella le debe fidelidad ?ngel Mar¨ªa Villar, que tambi¨¦n sostiene la innegociable independencia de su entidad. Al CSD le ancla un Gobierno proclive a pisar charcos entre el f¨²tbol y la televisi¨®n, pese a su proclamada pol¨ªtica liberal. En esta materia, al PP le va el intervencionismo, como ya demostr¨® en los 90 con el partido en abierto en contra de un grupo de comunicaci¨®n que no se pleg¨® a la evangelizaci¨®n aznarista. Ahora, el CSD argumenta que se tercia de nuevo a petici¨®n del f¨²tbol. Antes que decretar debi¨® mediar hasta el fin con todos, sin flirteos con la Liga y dardos a otros sectores. Como Villar debi¨® ahorrarse sus desplantes y colaborar con empe?o al s¨ªnodo, pese a la combusti¨®n permanente de Tebas. En este conflicto no hay inocentes y sobran culpables. Cada cual se ha enrocado en lo suyo y nadie quiere ceder un mil¨ªmetro de poder, hay que dejar claro qui¨¦n es el le¨®n en esta tribu directiva.
El CSD ha promovido un decreto para ordenar la gesti¨®n de un dinero privado en favor de una Liga que carece de todas las competencias que le gustar¨ªa, porque debe cohabitar de forma ineludible con una FEF que no se siente de este reino estatal. El deporte necesita su espacio reservado para no interferir m¨¢s de la cuenta en lo civil. A su vez, los poderes del Estado deben controlar desmanes y exigir transparencia, sin necesidad de barajar un dinero particular. Todos tienen muchas razones y ninguna, pero todos son culpables por no haber trazado una separaci¨®n de poderes que congenie libertad y transparencia.
Al fondo, la afici¨®n como pagana. Su partido id¨ªlico no lo arbitrar¨ªan Cardenal, Tebas, Villar y Rubiales. A¨²n pueden enmendar esta huelga por pataletas.
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