La eternidad en cuatro segundos
Hace 20 a?os, Nayim chut¨® desde el medio campo, sobre la bocina, y coron¨® al Zaragoza campe¨®n de la Recopa
Era el aut¨¦ntico h¨¦roe de la final de la Recopa de 1995, el jugador que puso patas arriba el Parque de los Pr¨ªncipes de Par¨ªs y toda Zaragoza, por entonces ya echada a la calle para festejar el t¨ªtulo en la Plaza Espa?a, donde ondeaban las bufandas, se cantaba sobre todo el himno y la versi¨®n reconvertida del c¨¢ntico napolitano Yo he visto a Maradona, y donde los m¨¢s temerarios se encaramaban a las farolas. Pero en el cuartucho m¨¦dico del estadio donde se deb¨ªa pasar el antidoping, apagado el estruendo, Mohammed Al¨ª Amar, Nayim (Ceuta; 1966), llevaba un enfado morrocotudo porque el autocar del equipo se hab¨ªa marchado a una fiesta que nunca fue y le hab¨ªan dejado s¨®lo con el doctor Villanueva. Tras ingerir un par de litros de agua, pas¨® al fin el control y cogi¨® un taxi hacia el hotel. Se hab¨ªa perdido el piscolabis del Concorde Lafayette y ya s¨®lo le aguardaba su mujer. Por lo que pararon a un autob¨²s de aficionados que pasaba ante el hotel y les pidi¨® que los llevaran a alg¨²n restaurante de horario intempestivo. Acabaron en una hamburgueser¨ªa donde casualmente se encontraba gran parte de la plantilla, que se tuvo que montar su fiesta particular porque nadie del club la hab¨ªa previsto en caso de ganar. ¡°El ¨²nico error de la final¡±, se?ala Xavi Aguado. Hace 20 a?os, Nayim pas¨® a la eternidad.
ZARAGOZA, 2 ¨C ARSENAL, 1
Zaragoza: Cedr¨²n; Belsu¨¦, Aguado, C¨¢ceres, Solana; Poyet, Arag¨®n, Nayim; Pardeza, Higuera (Garc¨ªa Sanju¨¢n, m. 67, Geli, m. 115); y Esn¨¢ider.
Arsenal: Seaman; Dixon, Adams, Linigham, Winterburn (Morrow, m. 47); Parlour, Keown (Hillier, m. 46); Merson, Schwarz; Harston y Wright.
Goles: 1-0. M. 68. Esn¨¢ider. 1-1. M. 77. Wright. 2-1. M. 120. Nayim.
?rbitro: Piero Ceccarini (Italia). Amonest¨® a Hartson, Merson, Nayim, Higuera, Belsu¨¦ y Arag¨®n.
Unos 35.000 espectadores en el Parque de los Pr¨ªncipes de Par¨ªs. 10 mayo de 1995.
Linigham, central corpulento y expeditivo del Arsenal, despej¨® con la cabeza un saque de porter¨ªa de Cedr¨²n. El esf¨¦rico, manso, cay¨® al pecho de Nayim, reci¨¦n colocado en el flanco derecho y sobrepasada la medular porque V¨ªctor Fern¨¢ndez hab¨ªa decidido cambiar a Garc¨ªa Sanju¨¢n ¨Centr¨® como suplente y se march¨® entre l¨¢grimas al banquillo- por Geli porque quedaban apenas dos minutos para alcanzar la temida tanda de penaltis; resulta que Seaman par¨® tres al Sampdoria en las semifinales. ¡°Yo no sab¨ªa qu¨¦ minuto era, estaba fresco. Cog¨ª el bal¨®n y pens¨¦ en pas¨¢rsela a Esn¨¢ider al hueco. Pero el Arsenal tir¨® el fuera de juego, levant¨¦ la cabeza y vi a Seaman adelantado¡±, relata Nayim; ¡°fueron acciones muy r¨¢pidas. Pam, pam, pam. Y tras golpear el bal¨®n, pens¨¦: ¡®Ostia Nayim, le has dado bien¡ ?Va portero, c¨¢ete, tropieza, haz algo!¡±. Y as¨® lo hizo Seaman, que recul¨® tarde y salt¨® pronto para meterse con el bal¨®n en la porter¨ªa.
No fue casualidad. ¡°Gigi ¨Ccomo le conoc¨ªan en el vestuario a Nayim- ya nos hab¨ªa dicho que el portero jugaba adelantado y que lo prob¨¢ramos desde lejos¡±, revela Santi Arag¨®n, que antes ya hab¨ªa realizado un disparo similar de resultado bien distinto. ¡°Es que me conoc¨ªa a todos los del Arsenal hasta el punto de que el mister, unos d¨ªas antes, me pregunt¨® por su presi¨®n adelantada, por la profundidad de los laterales, por el lanzador Paul Merson y por la calidad rematadora de Ian Wright¡±, explica Nayim, rival acentuado del Arsenal porque jug¨® cinco temporadas en el Tottenham. Curiosamente, su paso por el club londinense tambi¨¦n le sirvi¨® para esa final.
Nada m¨¢s empezarla, en la primera ocasi¨®n que toc¨® el bal¨®n, Hartson le solt¨® una patada con los tacos por delante por debajo del gemelo. ¡°Si no me pilla en el aire me hubiese roto el tend¨®n de Aquiles. Pero nadie me iba a sacar del c¨¦sped; en Inglaterra aprend¨ª a jugar con dolor¡±, afirma. Una lecci¨®n que comprendi¨® en su debut con el Tottenham y en el campo del Liverpool, cuando un rival le tir¨® un codazo que ni siquiera le toc¨®. Nayim, entonces, simul¨® el golpe para provocar la cartulina roja. ¡°Pero escuch¨¦ una voz familiar que me dec¨ªa: ¡®Lev¨¢ntate gilipollas¡±, relata; ¡°abr¨ª un ojo y vi a mi capit¨¢n, Gary Mabbutt, de muy mal humor¡±. En el descanso, el t¨¦cnico Terry Venables ¨Cque tambi¨¦n estaba en el Parque de los Pr¨ªncipes como aficionado- le cambi¨® y le dijo: ¡°La pr¨®xima vez, si te pasa algo, te quedas en el suelo. Pero si no tienes nada, te levantas y a jugar¡±. Por lo que la patada de Hartson, tipo duro que se dedic¨® a insultarle durante todo el partido, s¨®lo le dio m¨¢s ganas de pelear.
Cog¨ª el bal¨®n y pens¨¦ en pas¨¢rsela a Esn¨¢ider al hueco. Pero el Arsenal tir¨® el fuera de juego, levant¨¦ la cabeza y vi a Seaman adelantado¡± Nayim, medio del Zaragoza
Tambi¨¦n les hab¨ªan insuflado energ¨ªa los 19.000 aficionados que acudieron a Par¨ªs. ¡°De camino al estadio, en el autob¨²s, que iba en silencio absoluto, s¨®lo ve¨ªa gente del Zaragoza¡±, cuenta Nayim; ¡°pero el cosquilleo en el est¨®mago me lleg¨® cuando entr¨¦ al campo a calentar¡±. Ni siquiera en las conversaciones de la noche con ??igo Lizarralde, su compa?ero de habitaci¨®n, le hab¨ªan quitado el sue?o. Estaba para jugar y competir, y por eso se tom¨® a risa cuando un aficionado gunner, en el paseo del d¨ªa anterior por la ciudad, le ofreci¨® varios billetes para dejarse ganar. ¡°Hemos llegado aqu¨ª con un estilo y vamos a morir con este estilo. S¨®lo es un esfuerzo, dejaros el alma por la gente que est¨¢ vi¨¦ndonos, anim¨¢ndonos, y disfrutar lo que queda¡±, dijo V¨ªctor Fern¨¢ndez antes de empezar la pr¨®rroga, despu¨¦s del delicioso tanto de Esn¨¢ider y la r¨¦plica de Hartson. Y ya sobre la bocina, en el mism¨ªsimo minuto 120, lleg¨® el gol de Nayim.
¡°Me sorprendi¨® que intentara el golpeo en ese momento¡±, explica Arag¨®n; ¡°el estadio, de repente, se call¨®¡±. Se suma Aguado: ¡°Si hubiera sido otro, pensar¨ªa que era un loco. Pero ya sab¨ªamos del talento de Nayim y entendimos que pod¨ªa pasar algo¡±. Interviene Gigi: ¡°Fueron los cuatro segundos m¨¢s largos de mi vida¡±. Y resuelve Lizarralde: ¡°Yo fui uno de los 19.000 zaragozanos que sopl¨® para que ese bal¨®n entrase¡±. Gol y caos, delirio y jarana. ¡°?Bendito sea Al¨¢!¡±, le gritaba Aguado, ya en la mel¨¦ de la celebraci¨®n. ¡°Le di un beso en los morros¡±, recuerda Belsu¨¦. ¡°S¨ª, s¨ª. Me lo quit¨¦ de encima y le dije de todo. Pero bueno, en ese momento me pod¨ªan hacer lo que fuera. S¨®lo o¨ªa: ¡®?Cabr¨®n Gigi! ?Qu¨¦ bueno eres! ?C¨®mo las has liado!¡¯. Y yo, lo ¨²nico que quer¨ªa, era volver a mi campo porque no se hab¨ªa acabado¡±. Pero dur¨® un suspiro, el tiempo para sacar de centro y nada m¨¢s.
¡°Todo el mundo que me habla del gol me explica lo que estaba haciendo en ese momento¡±, reflexiona ahora Nayim; ¡°y es por eso que creo que fue importante en sus vidas¡±. Los jugadores, adem¨¢s de la prima econ¨®mica, se llevaron un Rolex. ¡°Desde ese d¨ªa, lo llevo siempre. Voy a la playa, me ba?o con ¨¦l, todo, todo. Bueno, menos jugar a f¨²tbol porque puedo hacer da?o¡±, apunta Nayim. Detr¨¢s se puede leer: ¡°Real Zaragoza, campe¨®n de la Recopa. 10 de mayo de 1995¡±. Una fecha, un logro y un h¨¦roe que, m¨¢s all¨¢ del autob¨²s que se fue antes de tiempo del Parque de los Pr¨ªncipes, no se olvidar¨¢n.
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