Triunfo de Rafal Majka entre la indiferencia y el sudor
Mientras a Froome se le acosa con preguntas capciosas, Nibali sigue perdiendo tiempo
Son la base de la ret¨®rica de la falacia, los ingleses las llaman preguntas cargadas, son las preguntas capciosas de los espa?oles, las que se respondan como se respondan se responden mal, y son las que dominan el Tour cuando lo que sucede en la carretera aburre a la tribu period¨ªstica.
Quedan 10 etapas, una en los Pirineos y cuatro en los Alpes, tremendas, queda medio Tour, pero la sala de prensa ha decidido que la carrera ha acabado. Los periodistas italianos hacen las maletas, anulan hoteles, buscan cambiar los billetes de avi¨®n y cruzan apuestas sobre el d¨ªa en el que se retirar¨¢ su Vincenzo Nibali, sudoroso y derrotado, que nunca ser¨¢ Ottavio Bottecchia, el alba?il del Friuli. Los franceses, ombl¨ªguicos, lamentan las p¨¦rdidas cotidianas de sus Bardet, Pinot, P¨¦raud, el tr¨ªo que les emocion¨® en 2014, y se ilusionan pensando que Barguil, el h¨¢bil esquivador de vacas perdidas por el Tourmalet (¡°la mir¨¦ en los ojos, y se fren¨®¡±, dijo de la res que se le cruz¨® en el descenso), o Gallopin, el fogoso puncheur de los ojos claros, puedan darles vidilla a la sombra de los m¨¢s grandes. Los espa?oles interrogan a Contador con mirada compasiva, escuchan sus lamentos, sue?an con una gesta a la antigua sabi¨¦ndola imposible. Y los anglosajones, los que dominan la carpa en la que bajo el insano calor pirenaico se entrecruzan sudores y olores, y nunca superar¨¢n la depresi¨®n que les produjo haber admirado a Lance Armstrong, en vez de disfrutar de que de nuevo uno de los suyos domina de amarillo a placer, buscan razones para dudar, pues, como todo el mundo en el ciclismo sabe, aquello que es extraordinario es falso. Y tienden trampas, preguntas para arrancar al interlocutor una respuesta que pueda comprometerlo, o que favorezca prop¨®sitos de quien las formula, que es como el diccionario define capcioso.
Y todos (hay pocos polacos en la sala, si hay alguno) parecen olvidar que se ha corrido una etapa tremenda (33 grados a 2.000 metros de altura, en La Mongie, lo m¨¢s duro del Tourmalet, y ni una sombra) y que la ha ganado un escalador que parece que silba cuando pedalea, pues no parece sufrir nunca, llamado Rafal Majka. En el Tour pasado, Majka, el mejor escalador del equipo de Contador, recibi¨® carta libre cuando el espa?ol se cay¨® y gan¨® dos etapas; en el Tourmalet, con Contador a¨²n vivo, Majka repiti¨® el n¨²mero que dobl¨® en 2014, cuando gan¨® una etapa en los Alpes y otra en los Pirineos. Como Majka dedic¨® su victoria a Ivan Basso, al que, en Mil¨¢n, extirparon con ¨¦xito el tumor en el test¨ªculo izquierdo, y como la victoria alivia un poco la presi¨®n dentro del equipo, Contador y unos cuantos m¨¢s se alegraron y le felicitaron. Los dem¨¢s hablaban de Armstrong y de Nibali.
En el Tourmalet de todos los malos calores, Nibali parec¨ªa un hombre nuevo. Su equipo aceler¨®. El grupo empez¨® a sufrir. La fuga parec¨ªa condenada. Los aficionados, y los dem¨¢s rivales de Froome (Quintana, Contador, Valverde, TJ), cruzaban los dedos y med¨ªan las ¨²ltimas rampas del gigante de los Pirineos como la cuenta atr¨¢s del despegue de un cohete. Nibali es un gran descendedor, dec¨ªan todos. Atacar¨¢ bajando. Fue un cohete sin p¨®lvora que hizo fluff antes incluso de llegar a La Mongie y que en la cuesta final que llevaba al pueblo de Cauterets se desinfl¨® del todo ante un ataque nada menos que de Bauke Mollema, al que nadie quiso responder, y en nada perdi¨® un minuto m¨¢s.
De Armstrong se habl¨® porque el tejano, que se permiti¨® por Twitter de dudar de la limpieza de Froome, y sus Sky, sus Thomas y sus Porte, que tanto recuerdan a su US Postal y sus Landis y sus Hamilton, ha llegado al Tour para recorrer con un grupo de amigos dos etapas con 24 horas de adelanto con el loable objetivo de recaudar fondos para la fundaci¨®n de un amigo contra la leucemia. El jueves hace la del viernes, la que acaba en Rodez, y el viernes la de Mende.
Como la sombra de Armstrong sigue oscureciendo el ciclismo que se corre despu¨¦s de su retirada, a Froome, a quien (tambi¨¦n el Tour ha llegado a la fase delet¨¦rea de susurros, rumores, sobreentendidos y offtherecords gratuitos) se compara en voz baja con Armstrong, le preguntaron. Froome no es Armstrong, no es tan bruto como para insultar a quien le hace preguntas cargadas, ni tampoco es Wiggins, capaz de mirar con desprecio y no abrir el pico, ni tampoco es tan descarado como su amigo gal¨¦s Geraint Thomas, quien dijo que de Armstrong es la culpa de que ahora se sospeche de todos y que mejor har¨ªa no abriendo m¨¢s el pico. Froome es educado. Dijo que apoya la lucha contra la leucemia, que su madre muri¨® de esa enfermedad y que como Armstrong no corre el Tour para ¨¦l es como si no existiera. Antes, por supuesto, as¨ª es el Tour, tuvo que jurar que terminada la carrera se someter¨¢ p¨²blicamente a todos los an¨¢lisis fisiol¨®gicos que le quieran hacer y tuvo que disculparse por ser extraordinario, lo que, por supuesto, aument¨® su culpa, ya que es capaz de lograr extraer la m¨¢xima potencia de su motor (6,2 vatios por kilo) a solo 160 pulsaciones por minuto. Y el jueves, Plateau de Beille.
Plateau de Beille, donde todo empez¨®
¡°No me voy a entregar hasta que termine la monta?a¡±, dice, como un fugitivo, Nairo Quintana quien sigue creyendo en su ¡°sue?o amarillo¡±. ¡°Vine aqu¨ª a buscarlo y a¨²n espero encontrarlo¡±. Aunque la raz¨®n dice lo contrario, vistos Froome y sus Sky, quiz¨¢s el colombiano de blanco joven empiece a encontrar alguna pista en la ascensi¨®n m¨¢s dura de los Pirineos, el jueves en Plateau de Beille, all¨ª donde todo empez¨® para Alberto Contador.
Fue en 2007. Contador ten¨ªa 24 a?os, corr¨ªa su segundo Tour y se sent¨ªa tan fuerte que desafi¨® al l¨ªder intocable, el dan¨¦s Michael Rasmussen, al que le faltaba poco para caer en la desgracia eterna, en el terrible Plateau de Beille. "Me cost¨® cinco ataques pero al final lo solt¨¦, logr¨¦ escaparme y ganar la etapa", dice Contador, quien aquel d¨ªa hizo famosa su manera de celebrar las victorias (dos golpes en el pecho y un disparo con la mano derecha), se gan¨® el apodo de pistolero y, sin saberlo, empez¨® a ganar su primer Tour. "Ya me gustar¨ªa tener ahora las piernas de entonces", dice Contador, ya nost¨¢lgico incluso, quien teme m¨¢s que nada al calor que le impide respirar, que dispara la alerta al¨¦rgica. "Ya me gustar¨ªa incluso tener las piernas del a?o pasado. En el Tourmalet he estado mejor que la v¨ªspera en Soudet, pero, claro, no se ha subido tan fuerte". En 2014, cuando se sent¨ªa en la mejor forma de su vida, Contador abandon¨® el Tour antes de llegar a la monta?a tras sufrir una ca¨ªda. Este a?o, despu¨¦s de ganar el Giro, no ha vuelto a encontrarse bien, y reza para que pasen los Pirineos, para que pase el calor, para que lleguen los Alpes y sus cuatro etapas, para dar la vuelta al Tour, pues a¨²n se siente capaz de ganarlo. Le alegr¨® el d¨ªa la victoria de su compa?ero Majka y la buena intervenci¨®n quir¨²rgica a su amigo Basso; le fastidi¨® el abandono por ca¨ªda de su fiel Daniele Benatti, un gregario menos.
Quintana habl¨® de los Alpes pero no desespera de los Pirineos. ¡°Tenemos que intentarlo¡±, dijo. ¡°El d¨ªa de ayer [Soudet] pas¨® factura a los rivales, el cansancio se acumula, y si hay buenas sensaciones y piernas intentaremos conquistar el Plateau. Y si Nibali y Contador, que aman atacar y el espect¨¢culo, animan la carrera, mejor para nosotros¡±.
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