Un ataque innoble cura el orgullo herido de Vincenzo Nibali
El italiano cobr¨® ventaja en la Croix de Fer al aprovechar que Froome se par¨® por una aver¨ªa
Los personajes, pasados y presentes, del Tour, el lugar que nunca cambia, est¨¢n en todas partes, flotando, y no es extra?o que sus historias, sus vidas, se crucen a diario en cualquier carretera, que los nombres de ayer se repitan hoy, cada vez interpretando un papel diferente, en la ascensi¨®n a La Toussuire, por ejemplo, donde el viernes Vincenzo Nibali repar¨® con un solo ataque su orgullo, su sed de victorias, su Tour torcido, y logr¨® que Froome, f¨¢cil de boca, volviera a insultarle; donde Nairo Quintana atac¨® como hab¨ªa anunciado; donde Chris Froome, a solo dos d¨ªas de Par¨ªs, perdi¨® el tiempo que hab¨ªa previsto, no m¨¢s de medio minuto ¡ªsu ventaja en la general sobre el colombiano es a¨²n de 2m 38s¡ª, un rasgu?o de nada. As¨ª acab¨® una etapa intensa y sosa, varias horas de preparaci¨®n para un ataque que la mayor¨ªa de espectadores se pasaron pregunt¨¢ndose: ?a qu¨¦ esperan? ?a qu¨¦ esperan?
Al Tour solo le queda el Alpe de Huez, un lugar en el que quien gana tiene un p¨®ster dedicado para la eternidad, y un traslado en tren a los Campos El¨ªseos.
La Toussuire no es el Alpe d'Huez. No es una estaci¨®n de esqu¨ª cara sino de segundo nivel; no tiene curva de holandeses sino de franceses con boina y sombrilla, no se asciende por 21 horquillas numeradas y dedicadas a viejos ganadores de carretera asfaltada de lujo sino por una ruta saltarina de asfalto irregular, viejo, malamente bacheado.
Nunca entrar¨¢ La Toussuire, all¨ª, rodeada de Galibier, Croix de Fer y Glandon, los puertos de los Alpes antiguos, en pelea ic¨®nica con la subida al Alpe de Huez, pero a la hora de escribir la historia del Tour, cualquier narrador con un m¨ªnimo de sentimientos, recordar¨¢ como extraordinarias las solas tres ocasiones en las que la carrera hizo etapa en el perdido rinc¨®n de Saboya, donde a¨²n los campesinos desayunan polenta para calorizarse. En la primera, en 2006, Floyd Landis, que inici¨® la ascensi¨®n de amarillo, perdi¨® dos veces el Tour: la primera, con una p¨¢jara monumental que dej¨® de l¨ªder amarillo al sorprendido ?scar Pereiro; la segunda, cuando entre los aromas de varios wiskis de bourbon que traseg¨®, prepar¨® la etapa del d¨ªa siguiente, una incre¨ªble resurrecci¨®n en Morzine que acab¨® con su muerte por dopaje unas semanas despu¨¦s.
Seis a?os despu¨¦s, en 2012, no en su ascensi¨®n traicionera y enga?osa, sino en el hotel de dos estrellas en el que estaba confinado, Chris Froome, el mismo hombre de amarillo de hoy, sus mismas piernas-palillo, su mismo estilo feo, su misma eficacia terrible, perdi¨® el que deber¨ªa haber sido su primer Tour.
Y ganar en el Alpe d'Huez
Con su fuga lejana, Nibali se ha acercado al podio de Valverde, que tiene a 1m 19s, pero no parece que el italiano piense que en la ¨²ltima etapa alpina, la llegada al Alpe d'Huez, le sirva para alcanzarlo. Tampoco lo cree as¨ª Nairo Quintana, quien dijo que Nibali hab¨ªa ganado tiempo con un ataque lejano pero que en el cuerpo a cuerpo no puede con Valverde.? Quintana, de 25 a?os, est¨¢ a 2m 38s de Froome, a quien en su historial Tour ha distanciado tres veces con ataques de ¨²ltima hora en los ¨²ltimos d¨ªas: 29s le sac¨® en Semnoz en 2013, cuando gan¨® la etapa el colombiano y de paso el maillot de lunares de rey de la monta?a; 1m 12s le hab¨ªa sacado dos d¨ªas antes en Alpe d'Huez, justamente, cuando Froome se qued¨® sin gel para sus m¨²sculos, y 30s le sac¨® en La Toussuire 15. Para Quintana, y el Movistar, una victoria en la subida m¨¢s popular ser¨ªa el punto que redondeara un Tour que acabar¨¢ con dos corredores en el podio y ganadores de la clasificaci¨®n por equipos. Y ese ser¨¢ el objetivo el s¨¢bado, donde esperan un Froome a la defensiva y calculador.
En la carretera, acompa?ado del mismo Nibali de hoy, persiguiendo al mismo Rolland escapado, Froome ridiculiz¨® a su jefe, Brad Wiggins de amarillo, con un ataque que solo los insultos y promesas que le llegaron por el pinganillo desde el coche de mando frenaron. La promesa se concret¨® por la noche: Froome record¨® al equipo que en su contrato hab¨ªa una prima de un mill¨®n de libras por ganar el Tour, un dinero que no pensaba regalarle a Wiggins. El jefe del equipo le calm¨® dici¨¦ndole que aunque acabara segundo, como as¨ª ocurri¨®, recibir¨ªa su prima.
Viejos conocidos
Despu¨¦s de esos antecedentes, cualquier cosa podr¨ªa haber ocurrido en la Toussuire en 2015, donde a los viejos conocidos Nibali, Froome y Rolland se sum¨® un cuarto protagonista, Nairo Quintana. Quiz¨¢s su influencia, la de una persona aparentemente racional y sosegada que esconde un temperamento de fuego, influy¨® para que el final se desarrollara can¨®nicamente, sin traiciones ni hundimientos, sin los grandes elementos del gran teatro, dramas, celos o errores.
Despu¨¦s de el de Bardet la v¨ªspera, el honor herido que sanaron los Alpes en su regreso a la cara oculta del Glandon, su progresi¨®n hasta la cruz de hierro que marca la cima de la Croix de Fer y la ascensi¨®n final, fue el de Vincenzo Nibali, el dorsal n¨²mero uno y campe¨®n de Italia, quien atac¨® de manera innoble, aprovechando una aver¨ªa del l¨ªder, en donde la carreta del Glandon se cruza con la de la Croix de Fer, a 58 kil¨®metros de la meta, consolid¨® y aument¨® su ventaja ¡ªhasta 2m 30s¡ª descendiendo con su habitual temeridad y eficacia, y resisti¨® la aceleraci¨®n ¨²ltima producida por el ataque de Quintana, quien lleg¨® a meta a solo 43s del italiano: en seis kil¨®metros de progresi¨®n y aceleraciones, el maillot blanco y segundo clasificado rest¨® 1m 26s al Nibali fugado, 30s ¡ªm¨¢s dos de bonificaci¨®n¡ª al intocable Froome, y en 1m 40s a Alejandro Valverde y Alberto Contador, quienes no tuvieron su mejor d¨ªa y atravesaron los pen¨²ltimos Alpes ayudados por sus equipos a perder lo menos posible. Formaban los dos espa?oles, tercero y quinto en la general, del pelot¨®n de moribundos que el Tour m¨¢s duro de los ¨²ltimos a?os ha procreado.
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