La noche de la Rosa negra
Liderados por un excelso Bernard Foley, Australia apea de su Mundial de Rugby a Inglaterra, primer anfitri¨®n eliminado en la fase de grupos (13-33)
Inglaterra quiso hacer historia en el torneo en el que el rugby exhib¨ªa su m¨²sculo global, pero se equivoc¨® de escribiente. No crecer¨¢n sus vitrinas, sino su desconsuelo. Australia le ha convertido este s¨¢bado en el primer anfitri¨®n eliminado de un Mundial en la fase de grupos, un deshonor que jam¨¢s hab¨ªa conocido el XV de la Rosa. La inmadura generaci¨®n inglesa, plana en ejecuci¨®n, claudic¨® ante un may¨²sculo Bernard Foley, autor de 28 de los 33 puntos de su selecci¨®n.
Cuando la megafon¨ªa repas¨® la alineaci¨®n inglesa, el p¨²blico reserv¨® dos alaridos para las cabezas visibles de este ciclo: su t¨¦cnico, Stuart Lancaster, y su capit¨¢n Chris Robshaw, en el ojo del hurac¨¢n durante la semana por no aceptar el empate que condujo a la derrota con Gales. Los reproches, para el Apocalipsis. Mientras, el griter¨ªo australiano en las proximidades de Twickenham cobraba colorido en el grader¨ªo, con ese amarillo rebelde, visible desde el infinito, que acabar¨ªa entonando el Waltzing Matilda
Inglaterra, 13-Australia, 33
Inglaterra: Mike Brown; Anthony Watson, Jonathan Joseph, Brad Barritt (Sam Burgess, m.65), Jonny May (George Ford, m.40); Owen Farrell, Ben Youngs (Richard Wigglesworth, m.51); Joe Marler (Mako Vunipola, m.51), Tom Youngs (Rob Webber, m.61), Dan Cole (Kieran Brookes, m.54), Joe Launchbury (George Kruis, m.69), Geoff Parling, Tom Wood, Chris Robshaw, Ben Morgan (Nick Easter, m.59).
Australia: Israel Folau (Matt Toomua, m.65); Adam Ashley-Cooper, Tevita Kuridrani, Matt Giteau, Rob Horne (Kurtley Beale, m.11); Bernard Foley, Will Genia (Nick Phipps, m.61); Scott Sio (James Slipper, m.58), Stephen Moore (Tatafu Polota-Nau, m.65), Sekope Kepu (Greg Holmes, m.61); Kane Douglas, Rob Simmons (Dean Mumm, m.65); Scott Fardy (Ben McCalman, m.76), Michael Hooper, David Pocock.
?rbitros: Roman Poite (Francia), asistido por George Clancy (Irlanda) y Marius Mitrea (Italia). Mostr¨® tarjeta amarilla a Owen Farrell.
Ensayos: Foley (2) y Giteau por Australia; Watson por Inglaterra. Todos fueron transformados.
Golpes de Castigo: Foley (4) por Australia; Farrell (2) por Inglaterra
Incidencias: Encuentro correspondiente al grupo A disputado en Twickenham con la presencia de 81.080 espectadores.
Si Ben Youngs demandaba dar a Australia un motivo para rendirse en los primeros 20 minutos, no dio ejemplo. Su patada termin¨® superando la l¨ªnea de fondo, permitiendo al rival avanzar hasta su posici¨®n. Ah¨ª lleg¨® Foley para firmar un env¨ªo milim¨¦trico a la esquina que Brown, empe?ado en no dejarla ir, acab¨® recogiendo con el pie sobre la cal. Era un momento cr¨ªtico para la confianza de los ingleses, pero Israel Folau, un zaguero dif¨ªcilmente mejorable, perdon¨®; obvi¨® al hombre libre en lo que parec¨ªa un ensayo cantado y se lanz¨® descontrolado contra Brown, que pudo redimirse.
Inglaterra empez¨® imponerse en la mel¨¦, pero no sac¨® m¨¢s rendimiento que un golpe casi burocr¨¢tico para Owen Farrell. Volvi¨® a fallar Brown, esta vez al intentar embolsar una patada baja. De ese avant surgi¨® un ataque eterno de los Wallabies, que aceptaban retroceder unos pocos metros a cambio del riesgo de que el bal¨®n siguiera vivo. La inversi¨®n dio frutos y el inquieto Foley conquist¨® la morada local con un quiebro envenenado que dej¨® a Joe Launchbury lament¨¢ndose en el raso. Tras esos deseados 20 minutos, Australia ganaba 3-10, y el intratable David Pocock ya se hab¨ªa adue?ado de la tercera l¨ªnea, de cada batalla en terreno neutral.
No mejoraron las cosas para los anfitriones, incapaces de percutir con argumentos, de asumir las consecuencias de los pases brillantes, los que pueden salir mal. Australia empez¨® a asentarse, tambi¨¦n en la mel¨¦, y Foley volvi¨® a exhibir su agilidad mental, una suerte de visionario. El apertura aceler¨® ante la guarnici¨®n rival y volvi¨® a pisar tierra sagrada tras su vertiginoso intercambio con Kurtley Beale; el talento que justifica por qu¨¦ un tipo tan controvertido, acusado de mandar fotograf¨ªas indecentes a una trabajadora del equipo con problemas de obesidad, sigue recibiendo oportunidades.
Todo un pa¨ªs so?¨® con que el v¨ªdeo invalidara una jugada de extrema plasticidad, pero el ensayo resultar¨ªa inamovible (3-17). Acus¨® el golpe Twickenham, tan activa en cada peque?a alegr¨ªa; ahora silenciada hasta para aplaudir un golpe de castigo. La apuesta por Farrell, seguro atr¨¢s y certero con el pie, no era suficiente. El t¨¦cnico ingl¨¦s, Stuart Lancaster, deber¨¢ lidiar con la acusaci¨®n de que intent¨® arreglar lo que no estaba roto quit¨¢ndole el 10 a George Ford despu¨¦s de construir durante un a?o el equipo a su alrededor. Incluso cuando le sac¨® al campo en la segunda parte no quiso corregirse del todo y sacrific¨® al ala Jonny May.
Del bullicio al susurro, la gran catedral inglesa presenci¨® a un equipo previsible sin verdaderas esperanzas en el banquillo, sin esos talentos inestables con los que jugar a la ruleta, sin ning¨²n verso libre como Danny Cipriani al que encomendarse. El XV de la Rosa no sab¨ªa qu¨¦ hacer con el bal¨®n; la derrota ante Gales les hab¨ªa hecho pasar der la confianza al miedo. En apenas media hora hab¨ªan pasado del miedo al dolor. Esta vez no fue falta de disciplina, sino de materia gris. No hubo reacci¨®n tras el vestuario; fue Foley el que ampli¨® la distancia a tres anotaciones.
Hasta en el rugido del herido, con Inglaterra rozando por primera vez el ensayo, lleg¨® Foley, tambi¨¦n en defensa, para truncar el ¨²ltimo pase. Los ingleses se volcaron sin nada que perder y Australia, que se hab¨ªa deslizado sobre la ansiedad rival, no atinaba con el golpe definitivo. La grada recuper¨® los decibelios con el ensayo del ala Anthony Waytson; una imprecisi¨®n de los Wallabies desemboc¨® en un golpe c¨®modo de Farrell, y de repente, a Inglaterra le separaba un ensayo de la supervivencia.
Parec¨ªa que la anfitriona morir¨ªa en campo rival, pero Farrell acab¨® con el ¨²ltimo cartucho de su selecci¨®n al placar de mala manera a Matt Giteu. Ver¨ªa en el banco los diez ¨²ltimos minutos de vida de sus 14 compa?eros, alejados de nuevo por dos patadas definitivas de Foley y rematados por el ensayo final del propio Giteau.
Inglaterra quer¨ªa llenar las calles de rosas; pasar de ser el pa¨ªs con m¨¢s jugadores a ser una potencia global. Tras apenas 15 d¨ªas bajo el sol, las rosas se volvieron negras.
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