La infancia de Pablo Iglesias son recuerdos de Los Pajaritos
El l¨ªder de Podemos inicia junto al entrenador del Rayo, Paco J¨¦mez, los di¨¢logos de pol¨ªticos y deportistas en el programa de Jos¨¦ Ram¨®n de la Morena
Las camisas negras que visten ambos, casualidades de la noche, Paco J¨¦mez y Pablo Iglesias, no se pueden ver por la radio, pero Jos¨¦ Ram¨®n de la Morena, camisa gris, sabe retransmitirlas como quien narra una jugada de gol y hace que la de del entrenador del Rayo, hijo de cantaor, reviva flamenca y bien planchada en la imaginaci¨®n del oyente que lucha contra el sue?o, y que la del l¨ªder de Podemos en campa?a se pueda imaginar tierna y arrugada, de chico muy ocupado para ocuparse de cosas sin importancia. Los dos dialogan en El Larguero con De la Morena repartiendo juego y marcando el ritmo y comienzan siendo un pol¨ªtico que busca crearse una imagen en un territorio que desconoce, el de los oyentes de un programa deportivo que buscan olvidar, quiz¨¢s, los problemas de la vida, y un entrenador que juega en casa y que, inteligentemente, representa el papel del sentido com¨²n, y terminan siendo dos personas de pr¨¢cticamente la misma generaci¨®n (J¨¦mez naci¨® en el 70, Iglesias en el 78) hablando de su vida, de su infancia, de sus preocupaciones, de Espa?a. Y eso, hasta pasada la una de la ma?ana, la hora en la que un lunes la Gran V¨ªa empieza a quedarse casi desierta.
A Iglesias, que tiene la inteligencia de darse cuenta y la humildad de reconocerlo, le pierde al comienzo la impaciencia para colocar su discurso sobre el problema catal¨¢n, sus met¨¢foras futbol¨ªsticas bien ensayadas ¨Cel f¨²tbol como espacio de tolerancias, el f¨²tbol donde la bandera une a todos, donde incluye a todos los excluidos, magreb¨ªes, hind¨²es de Lavapi¨¦s, africanos, que cantan los goles de la Roja y salen a la calle onde¨¢ndola--, su tono mitinero que contrasta casi chill¨®n con su lenguaje corporal relajado y con el reposo y el tiento de J¨¦mez, que no tiene votos que ganar. De la Morena, que necesita salvar el programa, se da cuenta, baja el tono para que lo imiten quienes con ¨¦l dialogan, y habla de la infancia. Es la hora de los sue?os, de la nostalgia y el dolor.
J¨¦mez recuerda una infancia dura, "perra, perra", de padre cantaor, Lucas de ?cija era su nombre art¨ªstico, al que los se?oritos de C¨®rdoba chuleaban y emborrachaba todas las noches, porque aquellos tiempos eran as¨ª, y de una madre con ¡°dos cojones m¨¢s grandes a¨²n que el padre¡± que pudo con todo y llev¨® al ni?o hasta la universidad donde el f¨²tbol pudo con la ingenier¨ªa que comenz¨® a estudiar. A tal desaf¨ªo de naturalismo descarnado, Iglesias lo derrota con Machado, a quien no cita, pero s¨ª su infancia, ¡°mi primera patria¡±, que son recuerdos de Soria heladora, de Los Pajaritos y del Numancia, su equipo, al que recuerda contra el Valladolid Promesas de Fernando Hierro y a?os m¨¢s tarde ante el Bar?a en Copa. Pero entonces ya viv¨ªa en Vallecas con su madre, y en el instituto de Moratalaz al que iba con la bufanda de su equipo, del que nunca renegar¨¢, ya le¨ªa a Marx y Lenin, y le marc¨® el San Manuel Bueno, m¨¢rtir, de Unamuno que le hicieron leer en COU, y discut¨ªa de pol¨ªtica con los compa?eros y a veces corr¨ªa delante de los polic¨ªas, que ya vest¨ªan de azul, porque ¨¦l, tan joven, no lleg¨® a conocer ni a grises ni a maderos.
A Pablo Iglesias le dio tanta ternura Errej¨®n comiendo pan con az¨²car que decidi¨® adopatarlo en cuanto lo vio
Se lanza Iglesias, que nunca en su vida ha tenido traje, y cuenta que sus padres, socialistas de toda la vida, se conocieron ante la tumba de otro Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, y que le dio tanta ternura I?igo Errej¨®n la primera vez que lo vio en la facultad de Pol¨ªticas, con su cara de ni?o de siete a?os, comiendo un panecillo con az¨²car para convencerse de que era un suizo, que no tuvo m¨¢s remedio que adoptarlo.
Paco J¨¦mez recuerda una infancia dura en C¨®rdoba, su padre, cantaor flamenco, chuleado por los se?oritos
De la enso?aci¨®n po¨¦tica, de la infancia y la juventud que tanto le regalan a su personaje, le saca la voz chillona de otro ni?o que le pregunta de sopet¨®n qu¨¦ ha hecho mal para que las encuestas le vayan as¨ª as¨ª a Podemos. Iglesias recupera la voz y el porte que se le supone a un pol¨ªtico en campa?a, y el discurso. Habla del poco valor de las encuestas, de su programa deportivo que incluye una tercera hora semanal de Educaci¨®n F¨ªsica en la escuela, la pr¨¢ctica deportiva recetada para ahorrar en Sanidad y una revisi¨®n del sistema de Sociedades An¨®nimas Deportivas. Es lo que se espera de ¨¦l, lo que tra¨ªa preparado, pero ya se siente tan a gusto en el territorio nuevo, que ya no le es tan extra?o, que cuando J¨¦mez le pregunta de sopet¨®n que por qu¨¦ los pol¨ªticos prometen tantas cosas que no saben si van a poder cumplir porque desconocen la realidad de lo que se van a encontrar cuando lleguen a Moncloa, ¨¦l responde con aplomo que nunca prometer¨¢ nada, que su discurso no es de promesas sino de garant¨ªas de cambios.
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